Los Guisantes de Mendel

Por: Victor Florencio Ramírez Cabrera / @vicfc7

 

Imagine que después de 70 años de vivir en una casa encuentra tantas fallas en ella que es más barato construir de nuevo que repararla. Inicia el trámite, compra el terreno, arquitectos la diseñan, construye y equipa poco a poco. Con algunos retrasos y no sin inconvenientes la obra toma forma, cuida detalles y en cuatro años tendrá una nueva casa acorde a sus necesidades actuales.

Durante ese tiempo usted permanece en la casa vieja con todo lo que eso significa: fugas de agua, humedad, mala iluminación, espacios insuficientes, mala regulación térmica, entre otras. Es normal, pues la casa se hizo para condiciones distintas a las actuales, sin la tecnología actual, además del deterioro natural.

Pero no todos están contentos con la casa nueva. Ya por romanticismo o por alguna practicidad que significa para alguien, éste se opone al cambio.

Lo curioso es que para oponerse al cambio argumentan los problemas ¡de la casa vieja! ¿Suena esto lógico? Pues no.

Pero en los hechos eso hacemos con la reforma energética.

Me explico:

El modelo cerrado de Pemex y CFE antes de la reforma de 2013 no fue establecido por Lázaro Cárdenas, sino en la década de los sesenta. El modelo obedecía a las condiciones e ideología que gobernaban en ese entonces.

Con la reforma energética de 2013, seguida por las leyes reglamentarias establecidas entre 2014 y 2015 (la Ley de Transición Energética se decreta el año pasado) se establece un nuevo modelo energético que empezará a operar en 2018. En algunas medidas, pocas, el gobierno ha adelantado los plazos.

Pero aún no se ha extraído una gota de petróleo de los campos licitados y ganados por empresas privadas. La única que extrae es Pemex y sus contratistas. En el asunto eléctrico CFE mantiene su monopolio y, en conjunto con Hacienda, ambas empresas siguen poniendo precio a sus servicios y productos.

Este último punto es importante: la reforma incentiva la producción y la competitividad mediante la competencia, como en todo el mundo. Sin embargo, Hacienda puede alterar los precios mediante impuestos, cosa que es independiente de la reforma energética.

Los efectos reales de la reforma se verán en 2018. Los petroleros verán la liberación de los combustibles, y los eléctricos la operación del mercado de energía.

Pero, al igual que cuando visitamos una casa nueva, los avances de la reforma los podemos ver aunque aún no vivir:

Hay miles de millones invertidos en exploración en diversos campos y contratos con particulares que darían mejores rendimientos al estado que los que da Pemex sin que su use un peso de nuestros impuestos para ello.

En el sector eléctrico dos subastas han dado por resultado los contratos de adquisición de energía eléctrica más barata de la historia de la industria eléctrica mundial, con contratos de compraventa de largo plazo y energía solar fotovoltaica.

Al igual que conocer los avances, persisten las dudas: no fluyen aún inversiones privadas para refinación, las inversiones en petroquímica están por debajo del potencial; en el sector eléctrico no sabemos cuales serán las condiciones de interconexión para la generación distribuida y CFE amenaza con ser un actor preponderante, tal vez indebidamente, del sector.

En resumen, el modelo es perfectible pero más adecuado al actual, derivado del modelo anterior.

Si yo fuera empresario usaría las bondades del nuevo modelo, tal vez instalando techos solares en mi propiedad. Eso generaría riqueza y competitividad.

Las resistencias al cambio son normales, pero no es ético criticar lo nuevo, que todavía no usamos, por los defectos de lo anterior.

Esa crítica sólo se explica de dos formas: ignorancia o mala intención, igual de grave cualquiera de las dos.

En el telómero (así se llama la parte final de un cromosoma)

¿Quién causó el desastre en el Nevado de Toluca? ¿La Conanp, al proponer un modelo de aprovechamiento sustentable fuera de las áreas núcleo de la zona, o Lázaro Cárdenas y los gobiernos de 1920 a 1994, que decretaron ejidos y un parque nacional en el mismo sitio? Creo que la Conanp, a pesar de la “mala leche” de algunos medios de comunicación, propone una solución al problema, aunque no es la mejor.

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