Bitácora

Por Pascal Beltrán del Río

 WASHINGTON, DC. Durante lustros, la posibilidad de que la creciente población latina en Estados Unidos se convirtiera en una fuerza política relevante en los comicios fue más un sueño que una realidad.

Elección tras elección se esperaba que el “gigante dormido” se pusiera en pie y mostrara que es capaz de hacerse sentir en las urnas.

Hasta ahora, la participación de los latinos en las votaciones ha sido mediocre. Apenas en una elección presidencial, la de 1992, votó la mitad de los empadronados. Hace cuatro años, en la reelección de Barack Obama, participaron 11.2 millones entre los 23.3 millones con posibilidades de votar.

Sin embargo, en este proceso electoral se ha dado un fenómeno doble que tiene sorprendidos a los expertos: primero, un número récord de latinos ha dado el paso para empadronarse (se espera que el número de votantes potenciales crezca en cuatro millones entre 2012 y 2016), y, segundo, un crecimiento exponencial de los latinos que han votado anticipadamente (por ejemplo, 103% de aumento en Florida entre 2008 y 2012).

Falta, por supuesto, que ese entusiasmo de los latinos –que se atribuye a los ataques que el candidato presidencial republicano Donald Trump ha lanzado contra los migrantes, en general, y los de origen mexicano, en específico– se materialice en las urnas hoy, cuando votará la mayor parte del electorado estadunidense.

Sin embargo, los cálculos iniciales eran que podía votar hasta 14.7 millones de latinos, entre los 135 o 140 millones que quizá vayan a las urnas.

La influencia electoral del grupo demográfico que aquí es llamado “hispano” ha sido limitada, hasta ahora, por su baja participación, pero también por el hecho de que la mayoría de ellos vive en estados donde existe una preferencia electoral dominante.

Por ejemplo, California y Texas, donde se concentra más de la mitad de los latinos, son estados en los que, elección tras elección, se vota mayoritariamente por el mismo partido. En California, por el Demócrata, y en Texas, por el Republicano.

De acuerdo con las reglas del sistema electoral estadunidense, el partido que gana esos estados en comicios presidenciales se lleva todos los votos del Colegio Electoral que están en juego.

Por tanto, es muy difícil que allí se sienta el peso del voto de los latinos. Lo mismo pasa en estados como Illinois y Nueva York.

Sin embargo, otra cosa sucede en los estados donde no existe la fidelidad política –los llamados swing states–, como Arizona (donde los latinos representan el 22% del electorado), Florida (18%) y Nevada (17%).

Y también en otros “estados columpio”, como son Carolina del Norte, Georgia, Iowa y Ohio, donde la presencia de los latinos está al alza.

En esas entidades su fuerza pesa más.

En pasadas elecciones presidenciales los latinos han preferido a los demócratas sobre los republicanos, aunque en 2004 el entonces presidente George W. Bush logró 44% de apoyo de ese grupo. En 2008 y 2012, Barack Obama obtuvo 67% y 71% del voto latino, respectivamente.

Si hoy logra ganar la elección la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton –y, sobre todo, si ese triunfo se consigue gracias a los estados arriba mencionados–, la exsecretaria de Estado deberá parte del éxito a los latinos.

Veremos si, en tal caso, eso alcanza para que Clinton se sienta obligada a promover una reforma migratoria y ésta, a diferencia del pasado, seduce a los republicanos en el Congreso.

 

Buscapiés

De ganar hoy la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton se convertiría en la primera mujer en llegar a la Casa Blanca, con lo que el Grupo de los Siete tendrá tres jefas de Gobierno: ella misma, la británica Theresa May y la alemana Angela Merkel.

También será la primera vez, desde que existe el sistema de partidos en Estados Unidos, que una misma organización política (los demócratas) gana el voto popular en seis de siete elecciones presidenciales consecutivas.

El Partido Demócrata parece estar entendiendo mejor que sus rivales los cambios demográficos del país. Los republicanos han apostado por la nostalgia, por capturar el voto de los blancos, pero 44% de los electores entre los llamados millennials, y 49% en los postmillennials, forman parte de las minorías.

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