En su visita a Puebla la ex primera dama de México  se desmarca de la frustrada candidata demócrata en EU; se reúne con apenas unos 500 simpatizantes del alicaído yunque poblano

Por Mario Galeana

Evasión. Margarita Zavala Gómez del Campo es evasión. 

Aunque con menor trayectoria política y experiencia gubernamental, Margarita eligió como estrategia para obtener la candidatura del PAN y −luego− Los Pinos ser el espejo de la demócrata Hillary Clinton.

En julio, viajó a la convención demócrata para apoyar a la candidata puntero −como ella, en México− a la presidencia de Estados Unidos. El mensaje era claro: si Clinton puede, Zavala puede.

Pero ahora, tras la caída electoral de Clinton frente a Donald Trump, la esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa ha decidido negar su estrategia política.

Y rechaza, de paso, los numerosos análisis de politólogos y especialistas políticos que la sitúan como la contendiente a Los Pinos más damnificada por la derrota de la ex primera dama −como ella, en México− de Estados Unidos.

—¿Le afecta la derrota de Clinton?
—No, porque, en primer lugar, en un sistema electoral como el nuestro, ella hubiera resultado presidenta electa. Siempre que gane una mujer ayuda a otras mujeres −y de paso también a los hombres−, pero (mi apoyo a Clinton) no fue un tema de género, sino un tema mucho más de fondo: de discurso de odio (por parte de Trump), que no deja de ser un reto para nuestro país, que tenemos que responderlo ni con parálisis, ni con el miedo que nos obligue a claudicar. Al contrario (sic).

Es lunes 14 de noviembre y Margarita habla desde un hotel en la ciudad de Puebla: una de las visitas que, en su recorrido por el país promocionando la asociación Yo Con México, ha generado mayor expectativa, al ser núcleo político de uno de sus rivales en la contienda interna del Partido Acción Nacional: Rafael Moreno Valle.

Pero Margarita esquiva. Esquiva una y otra vez. Sus respuestas son dubitativas y, en la mayoría de los casos, el sentido no termina por ser claro. El cúmulo de reporteros, cámaras y micrófonos que la rodea parece tenerla azorada, incómoda.

Y entre el mar de preguntas surge una que por unos segundo la toma desprevenida. ¿El asunto? La bochornosa actitud de su hermano, Juan Ignacio, quien en un programa de televisión explotó contra el periodista Julio Hernández López.

—¿A qué se debe el exabrupto de su hermano en contra de dos periodistas en el programa de Ciro Gómez Leyva?
—No. Se nota que no ve mucho ese programa, porque todos tienen exabruptos a cada rato.

La evasión a flor de piel. Margarita nada dijo de los insultos de Juan Ignacio, luego de que el autor de la columna El Astillero lo sacara de quicio al afirmar que la principal damnificada en México por la derrota de Hillary Clinton era su hermana.

“Yo no sé quién sea tu familia, si a ti te da vergüenza defender… además tu pobre familia es una familia de fracasados, igualita que tú”.

Juan Ignacio Zavala a diferencia de su hermana Margarita, no fue nada evasivo.

El juego de Margarita 

El presentador anuncia que la promotora de Yo Con México ha arribado al hotel y Azul, una canción de Cristian Castro, suena hasta al cansancio. “Es que este amor es azul, como el mar, azul”, versa aunque, en el salón, todo es morado: el logotipo de la agrupación, su eslogan, la decoración. El morado es, también, el color de moda entre los candidatos independientes.

Zavala lo ha negado, pero su promoción por el país parece estar encaminada a construir una candidatura sin partido. En la reunión se reparten formatos de afiliación y se proyectan videos de la agrupación donde se impulsa a afiliar más gente y realizar donaciones.

Antes de su participación, una joven de 19 años y un hombre de más de 50 toman el micrófono para declararse ciudadanos sin partido, pero simpatizantes de quien fuera la primera dama de México en el sexenio 2006-2012.

Son unas 500 personas atiborradas en el salón. En su discurso, ella los llama “ciudadanos valientes”.

El valiente y alicaído Yunque

“Sé muy bien que muchos panistas que están conmigo deben enfrentar amenazas”, suelta Margarita en una entrevista al término de su mitin, y uno cree que no, que Margarita no esquiva: que mira de frente.

—¿De parte del gobernador? −inquiere una reportera.
—No, no, no, no exactamente (…) Sé muy bien lo que es ser panista en estos días, y nada más. A algunos les puede representar que no se les deje ser consejeros nacionales.

Se refiere al Yunque. O lo que queda de esta corriente política: el grupo panista más fuerte hasta hace seis años. Pero a los yunquistas en Puebla hoy sólo les quedan unas cuatro regidurías en el Ayuntamiento, una curul local, un ex presidente capitalino que decidió vivir a kilómetros, en Quintana Roo, y recuerdos, muchos.

—¿Por qué no criticó al gobernador? −lanza una reportera, al final del acto protocolario.
—Porque mi discurso es en razón al México que queremos, no a las críticas ni contrastes− afirma.

Evasión. Margarita Zavala Gómez del Campo es evasión.

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