El poblano Bernardo López creó la escultura que maravilló al presidente electo
Por Mario Galeana
Cinco años antes de resultar electo presidente de Estados Unidos y llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores” y “criminales”, Donald Trump prometió, de puño y letra, llevar a la Casa Blanca un busto de cobre con su imagen, elaborado por las manos de un escultor poblano a quien calificó, sin miramientos, como un “genio”.
Cinco años antes de encabezar la campaña electoral más racista y xenófoba en la historia reciente de EU, el magnate escribió una carta a Bernardo Luis López Artasánchez, el creador del emblemático Ángel de Puebla, para reconocerle que su trabajo como escultor era sobresaliente.
Un par de meses atrás, en febrero de 2011, el poblano visitó la Torre Trump para mostrar al hombre que gobernará la nación más poderosa del mundo un busto de cobre que él mismo solicitó. Al develarlo, el estadunidense quedó maravillado. En aquel momento, cuando sus aspiraciones políticas eran acaso un atisbo, Donald le prometió que, algún día, de resultar electo, llevaría la escultura hasta la Casa Blanca.
No se sabe si Trump transportará la obra poblana antes o después de la deportación masiva de tres millones de migrantes que ha prometido en sus primeros tres meses de gobierno.
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Dentro de la torre, el próximo presidente de EU tiene un cuarto preferido. En él hay por lo menos 300 cuadros de la familia del empresario, fotografías de John F. Kennedy, un par de zapatos autografiados por el basquetbolista Shaquille O’Neal y un casco de los Jets firmado, también, por todo el equipo.
Bernardo y su mujer, Mayra, estuvieron ahí. Entre el rompecabezas de colecciones, algo llamó particularmente la atención del escultor. Era un cuadro con el rostro de Donald, sonriente, bajo la leyenda “Liderazgo para 2012”.
—¿Qué pensarían si yo me postulara para presidente de EU? —preguntó el magnate a la pareja y esperó, con sonrisa amplia, cálida, una respuesta.
—Creemos que sería una muy buena opción —respondieron. Trump, el artista y su esposa se tomaron una veintena de fotos y se despidieron.
Cinco años después de aquel encuentro, López Artasánchez reconoce que no: que, de ser ciudadano estadunidense, su voto habría sido a favor de la demócrata Hillary Clinton. Y la respuesta que dio en febrero de 2011 al magnate guarda una sólida razón: Trump no era, entonces, el xenófobo republicano que tomó por asalto los medios y, a la postre, la Casa Blanca.
—Claro que no. Si tuviera la nacionalidad, habría votado por Clinton. Yo no sabía, en aquel entonces, toda a cantidad de bajezas que diría de nosotros. Pero, conociéndolo, estoy seguro que tenía asesores que le instruyeron qué decir. No lo justifico. Si me volviera a contratar, claro que volvería a trabajar con él. Yo hago esculturas: no ideologías. Y si alguien me contrata para hacer un buda, lo hago. El de Trump es, particularmente, uno de los mejores retratos que he hecho en mi vida.
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Bernardo y Mayra oían, perplejos, el bajo de Roger Waters retumbando en el Madison Square Garden, en Nueva York. The Wall, el muro, era un álbum discográfico de culto y no una amenaza.
Durante un intermedio en el concierto, el artista y su mujer entraron a un bar donde había unas 30 personas. Y lo vieron.
Alto, con una abundante y muy, muy rubia cabellera, sonriente. Era Donald Trump.
Se acercaron para tomarse una fotografía con él. Charlaron brevemente. “¿Así que eres escultor? Mándame imágenes de tu trabajo y, si algo me interesa, te lo compro”.
Y el artista hizo, primero, un busto de plastilina que, más tarde, convirtió en una réplica a resina de Trump.
Al magnate le gustó tanto que solicitó la figura en bronce. Y quedaron de reunirse en la Torre Trump.
El resto del encuentro es historia. Trump, el artista y su esposa se tomaron fotografías juntos y se despidieron. Dos meses más tarde, el asistente personal de Donald, Thuy Colayco, pidió las fotos al poblano.
Tiempo después, las fotografías volvieron con la firma impresa de Donald Trump y una carta con una promesa contenida: el busto de cobre adornará, en el futuro, la Casa Blanca.