Esfera Pública

Por Elías Aguilar García

 

En 2012, las encuestas en vivienda subestimaron la intención de voto a favor de Andrés Manuel López Obrador.  Los candidatos rivales que confiaron en esos números se llevaron una sorpresa desagradable y parece que ese grave error está a punto de repetirse en 2018.

Digo encuestas en vivienda porque es la técnica de recolección dominante que usan las casas encuestadoras, incluso muchos clientes la solicitan con la idea de que representa al universo de electores de una manera más fidedigna. Tiene su lógica si se piensa que se vota por sección y distrito… pero está rebasada. Miren por qué:

Los cambios en el mercado laboral, con horarios irregulares, así como la cantidad de personas que se encuentran ocupadas (de acuerdo con la encuesta intercensal del INEGI, en 2015 es de 59% de los mexicanos de 12 años y más), se combinan para que la encuesta en vivienda ya no represente de forma fidedigna al mercado electoral mexicano: los encuestadores no ubican a los votantes en sus viviendas porque están trabajando fuera.

Además del factor ocupacional del elector mexicano, hay un rasgo en los seguidores del líder de Morena: muestran mucha desconfianza a contestar o manifestar su preferencia cuando se les entrevista. Incluso, el mismo Andrés Manuel López Obrador, al descalificar a las encuestas que lo ubican por debajo de sus adversarios, promueve entre sus simpatizantes una actitud de desconfianza. Así que, al ser encuestados, se escudan en respuestas como “el voto es secreto”, “no sé” o “ninguno” para ocultar su preferencia por López Obrador, frecuentemente estigmatizado por los medios tradicionales de este país.

Un tercer factor va en detrimento de la estabilidad de los resultados de las encuestas en general, no sólo de las de vivienda: el acceso a internet a través de los teléfonos móviles inteligentes, que en la actualidad tienen una penetración del 82%. Este acceso al internet en general, y a las redes sociales en particular, ha vulnerado la capacidad de los medios de comunicación de generar consensos, especialmente de la televisión, hasta hace poco tiempo la de mayor poder para construir la realidad de los electores mexicanos.

Las redes sociales, especialmente usadas por los electores ocupados, comparten versiones opuestas a la omnipotencia televisiva. Ello hace a los electores más volátiles, menos predecibles. Por eso es que el resultado de una encuesta es ahora verdaderamente una fotografía del momento, que cambia casi de manera inmediata, por lo que el resultado del estudio tiende a perder vigencia, sobre todo en el tema de la preferencia electoral.

Contrario a lo que se piensa acerca de la vigencia de la industria de la opinión pública y los estudios de mercado, estos tres factores representan una oportunidad para innovar la manera en que se mide la opinión pública en este país. Las encuestas en Facebook son una realidad, con limitaciones también, pero las metodologías cuantitativas mixtas, encuesta en vivienda y en espacios públicos, así como un impulso a la investigación cualitativa son los cambios que las empresas de investigación estamos haciendo para responder a los retos del mercado de opinión pública, especialmente, para representar de manera más confiable la preferencia electoral de las diferentes fuerzas políticas en las elecciones de 2017 y 2018. Vale la pena ver dónde y cómo darán su opinión los votantes que definirán los resultados de la elección.

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