Esta es la historia de Miguel Quiroz, caddy mexicano en NY que administró RCP a un hombre que sufrió un infarto, salvándole la vida
Por Álvaro Ramírez Velasco
De súbito, en medio del estupor de los testigos, el poblano Miguel Quiroz Ramírez, a mano limpia y sin vacilar, se enfrentó a la muerte y salvó de sus garras a un hombre septuagenario, quien sufrió un ataque cardiaco casi fatal, mientras jugaba en el campo de Golf del Maidstone Club, en la Villa de East Hampton, en el estado de Nueva York.
La hazaña de sobrevivencia la consiguió este migrante de 45 años con sus conocimientos en reanimación cardiopulmonar (RCP), los cuales adquirió desde su infancia en los scouts y luego perfeccionó como integrante del Equipo de Paracaidismo de Rescate y Primeros Auxilios de Puebla.
Estaba asistiendo como caddy a un par de jugadoras, en un hoyo cercano a donde ocurrió el evento.
La coincidencia de que Miguel estuviera ahí, en el momento preciso y con la capacitación adecuada, hoy tienen con vida a Jan Roosenberg, quien luego de ser operado, pudo cumplir su sueño de asistir a la boda de su hija, apenas ocho días después de casi morir.
Vivió para contarla, gracias al paisano.
La prontitud y eficacia de este poblano, quien tenía apenas unas semanas de haber llegado a esta población del condado de Suffolk, fueron reconocidas por el alcalde y las autoridades locales con la entrega de la Proclamación de la Villa de East Hampton.
El documento que fue entregado el pasado 18 de noviembre reconoce la ayuda que Miguel Quiroz brindó al señor Jan Roosenberg, “quien no respondía por sufrir un ataque cardiaco casi fatal, en el campo del Maidstone Club”.
Describe la intervención del poblano, que ocurrió el 25 de septiembre pasado, como de un “tremendo carácter personal y valor en una rápida administración de RCP, hasta que llegó la asistencia”
A nombre propio y de su junta directiva, el alcalde Paul F. Rickenbach Jr, expresó: “extendemos nuestro más profundo agradecimiento a Miguel Quiroz por sus acciones rápidas que salvaron la vida del señor Roosenberg”.
La familia del hombre y él mismo fueron a buscar a Miguel, el día preciso de la boda de la hija, para agradecerle que haya salvado la vida al patriarca.
Héroe poblano
Miguel llegó hace un par de meses a esa Villa del estado de Nueva York, en donde está su hermano, luego de circunstancias familiares que, por ahora, lo llevaron a dejar su actividad como licenciado en Publicidad y Mercadotecnia.
De ahí que aprovechó sus conocimientos sobre el golf, para colaborar en el Maidstone Club, donde las coincidencias le permitieron mantener en este mundo al septuagenario.
“Él (Jan Roosenberg) -narra Quiroz Ramírez- se encontraba jugando golf con su futuro yerno y estaban ultimando los detalles de la boda que sería el siguiente sábado.
“Ambos estaban en la caja de salida del tercer hoyo cuando cayó al suelo. Yo me encontraba como caddy de otras dos señoras en el green del hoyo dos. Cuando ellas vieron que el señor había caído, los tres corrimos hasta donde se encontraba. Yo a él no lo conocía”, recuerda el poblano.
Con afecto, recuerda el gesto de gratitud de la familia Roosenberg, el que adquiere un significado especial en estos días de incertidumbre de la comunidad hispana en los Estados Unidos.
“Ese día (el de la boda) –recuerda Miguel– toda la familia me fue a buscar para agradecerme y tomarse una foto conmigo. Lo insólito del caso es que al señor lo operaron por la tarde (del 25 de septiembre, día en que sufrió ataque al corazón) de su infarto con un cuádruple bypass puesto que su arteria, la que se encontraba bloqueada en 90% y generalmente en esos casos quedan con secuelas o algún daño cerebral o por lo menos una larga recuperación”.
Sin embargo, “pudo asistir por su propio pie a la boda a los ocho días, lo que era mi deseo para los familiares, cuando me agradecían al momento en que lo estaban subiendo a la ambulancia, cuando aún no sabíamos siquiera si iba a sobrevivir”.