El Tigre Aguilar Coronado y su juego por encargo
Después de desaparecer todo el sexenio, el panista Humberto Aguilar Coronado reapareció para encabezar una andanada en contra del morenovallismo. El ahora crítico por encargo decidió abanderar las causas de un grupo de militantes del PAN que se han caracterizado por ser la oposición de caricatura del blanquiazul: todo lo que impugnan, los tribunales se encargan de desecharlo. La sorpresiva oposición del Tigre , como todos lo conocen, puede explicarse en su puesto como jefe de la oficina de Marko Cortés, coordinador del grupo parlamentario del PAN en San Lázaro y empleado de Ricardo Anaya Cortés. ¿Será?
¿Proselitismo permitido?
El supuesto informe de actividades legislativas de los diputados federales y senadores del PRI por Puebla, realizado ayer en el Complejo Cultural Universitario, debe entenderse como la primera acción de proselitismo encubierto de algunos aspirantes priistas a la gubernatura en el 2018. El que no desaprovechó la oportunidad para tundirle al gandalla subsecretario federal Juan Carlos Lastiri fue Alejandro Armenta Mier, quien todo parece indicar será uno de los arietes que tendrá el zacatleco en la puja interna. ¿Será?
Trascendidos panistas
El periodista Ricardo Alemán, en su muy leída columna Itinerario Político, dio a conocer que al interior del blanquiazul se cocina una amplia rebelión en contra del dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, porque todo parece indicar que le está haciendo el trabajo sucio a Andrés Manuel López Obrador en el Estado de México. El ex chico mararavilla, hoy conocido como el chico traicionero, pretende impulsar una alianza PAN-PRD en dicha entidad y ungir como abanderado al perredista-pejista Alejandro Encinas. La medida no tendría nada de particular de no ser porque dicho político no representa los intereses del PRD sino del político tabasqueño. En otras palabras, sería entregar la gubernatura al Peje por otra vía partidista. ¿Será?
Selene y la despedida
La primera vez que la vi fue su intensa mirada la que terminó por atraparme. Luego vino su escandalosa risa, sus disparatadas ocurrencias y de ahí para el real. Muchas veces discrepamos en la forma de ejercer el periodismo, pero ambos compartíamos la pasión del oficio. Hoy, parafraseando a Silvio Rodríguez, sólo me basta decir: Esta no es una elegía... más bien es una acción de gracias por darle a tus amigos razón para recordarte siempre con una sonrisa. Adiós.
