La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Veo a Lady Wuuu en el programa de Galilea Montijo.

Los conductores de Hoy se burlan de él.

Lo hacen gritar “¡wuuu!” cada 40 segundos.

Imitan sus movimientos.

Lo ridiculizan.

Lady Wuuu se llama Eduardo Arias y es vendedor de tacos.

La súbita fama que tiene se la dio el programa Ventaneando.

En el contexto de un concierto de Menudo, un reportero entrevistó a varios fan’s.

Cuando el taquero se puso al micrófono gritó que si tuviera enfrente a dos de los Menudos les haría “¡ay, muchas cosas!”.

Y soltó por primera vez el “¡wuuu!” que lo haría famoso.

Ese “wuuu” que ya lo transformó en una celebridad y que repite hasta el cansancio.

Las ofertas le han llovido.

Sus apariciones en televisión generan burlas y aplausos.

Él lo sabe y no le importa.

O no lo sabe y tampoco le importa.

Disfruta abiertamente sus quince minutos de fama.

Comparte pasarelas con Rubí, una quinceañera de San Luis Potosí a la que hizo famosa su padre gracias a un video que se hizo viral.

El 26 de diciembre, cuando Rubí celebre sus 15 años, llegarán a la fiesta —según cálculos conservadores— un millón 300 mil personas.

La fiesta ya tiene patrocinadores importantes y a la misma acudirán músicos de todos los géneros.

Lady Wuuu también estará presente.

La duda mata: ¿Qué hace que estos dos personajes sean ahora tan famosos y tan solicitados?

De entrada, ambos son de origen humilde.

Su vocabulario es reducido.

Las redes sociales, particularmente homofóbicas y clasistas, los han adoptado para hacerles cientos de memes.

Son la burla de un país con pésimo humor social.

Un antropólogo diría que tenemos el país que nos merecemos.

Un sociólogo nos miraría a través de Rubí y Lady Wuuu y sacaría conclusiones terribles.

Qué falta nos hace Carlos Monsiváis para retratar el fenómeno desde su perspectiva.

Los émulos que andan por ahí no han sabido explicarnos lo que ocurre.

Es evidente que algo raro está pasando.

Las televisoras, en pleno declive comercial, recurren a Rubí y a Lady Wuuu para elevar sus ratings.

Hasta Raquel Bigorra se cuelga de su fama para ganar espectadores.

Somos lo que vemos.

Somos lo que consumimos.

Algunas tuercas se le han caído al país pues tenemos que recurrir a estos personajes para salir del mal humor.

La burla nos reivindica.

Reírnos de estos “pobres desgraciados” nos hace mejores personas.

Eso creemos.

A eso le apostamos.

¿Qué haremos cuando Lady Wuuu regrese a sus tacos y cuando pase la euforia por los 15 años de Rubí?

No hay de qué preocuparnos.

Nuevos parias serán famosos y virales.

Hay millones de miserables en espera de ser ricos y famosos.

Pobre país éste que tiene que inventarse tales historias para olvidarse de la crisis que vivimos.

Un científico social diría que el gobierno promueve este show de freaks para que los enajenados mexicanos piensen en otra cosa.

Antes teníamos a Laura Bozzo.

Hoy, todo el país es un reality show como el que conducían Carmen Salinas y Fernanda Familiar.

Así nació el fascismo en la Italia de Mussolini.

La técnica narrativa es demasiado parecida.

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