La Loca de la Familia

Por Alejandra Gómez Macchia/ @negramacchia

Sí, sí… lo que uno piensa cuando ve a alguien trepado en una motocicleta es que ese alguien seguramente es hombre. Más si es una motocicleta grande, de pista (no una motoneta).

Y lo pensamos por provincianos, pues en todas partes de mundo hay mujeres que van a las rodadas de Harley e incluso que compiten en carreras de Enduro.

Creemos que una mujer con determinado peso no aguanta un armatoste así.

Pero esto no es exclusivo de las motos.

Recordemos que hace poco los pasajeros de un avión de Aeroméxico se bajaron de la nave cuando escucharon que el piloto era mujer.

Así de pequeños somos. Así de cerrados y cortos de entendimiento.

Queremos un mundo, un país igualitario, pero todavía nos horroriza que una mujer maneje una motocicleta o pilote un avión. ¡Siguen creyéndonos estúpidas!

Lo sucedido con Ana Gabriela Guevara fue una atrocidad. El grado más alto en la escala del cretinismo (y eso pasa diario, cientos de veces al día, sólo que Ana es senadora y una atleta olímpica con pase directo a los reflectores).

No voy muy lejos; mi madre, de 56 años, tiene una moto y la maneja para ir a su trabajo, y también muchas veces le han echado el carro encima. Luego, al quitarse el casco y ver que es mujer, le dicen: disculpe, pensé que era hombre.

¿Y qué si fuera hombre?

Puede ser que Ana Gabriela Guevara hubiera tomado atajos en un embotellamiento de la carretera… es uno de los beneficios que otorga la moto. Y puede ser también que esto sea en su debida proporción una falta a las normas de tránsito. Que el conductor de auto lo considere, por llamarlo de una manera, una gandallez (así como a mi madre, la motociclista, la ha acusado de gandalla por ocupar todo un carril, cuando por el hecho de llevar un vehículo en regla tiene todo el derecho a ocupar ese lugar y ser respetada).

En los dos casos no se justifica la violencia contra el motociclista. Y más de la forma tan baja y ruin en la que fue golpeada la senadora.

Vemos su rueda de prensa. La ex medallista olímpica se quiebra en varios momentos. ¡Y cómo no! Si lo que le hicieron, aparte de una violación flagrante a su derecho de transitar, contenía  una alta dosis de odio y misoginia.

¿Qué va a pasar cuando detengan a los responsables? Seguro se excusaran diciendo que pensaban que era un hombre. Y de haberlo sido, ¿merecía esa golpiza brutal?

De ninguna manera.

Somos una sociedad enferma de neurosis y odio. Intolerante y sexista.

Nada justifica esta clase de violencia.

Aunque no hubiera sido Ana Gabriela Guevara.

Aunque hubiera sido “un vato”.

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