Ernestina Fernández es recordada como una niña que cruzaba, sin hablar con nadie, descalza por la colonia Independencia
Por Mario Galeana
Fue la segunda hija de siete. Su madre era una recamarera que no hablaba con nadie en el vecindario, pero a la que todos respetaban porque su lucha diaria era evidente. Vivían en la colonia Independencia, al sur de Tehuacán, que en la década de los años 70 era apenas unas cuantas casas pequeñas y muchos sembradíos desolados.
Ella, al igual que su madre, era tímida. Sus vecinos la vieron muchas veces pasar por la calle, descalza, con un par de huevos en la mano. Cariñosamente la llamaban Tina, pero su nombre es Ernestina Fernández Méndez, la primera presidenta municipal de Tehuacán y la primera, también, que el Congreso de Puebla persigue por un posible desfalco de 76 millones y una sanción de 152 millones de pesos más.

La tarde en que los diputados locales aprobaron su inhabilitación de cualquier cargo público por 12 años y, por tanto, su destitución, el 15 de diciembre de este año, Ernestina viajó a la Ciudad de México para reunirse presuntamente con el presidente Enrique Peña Nieto y gente del PRI nacional. Eso le dijo a sus trabajadores cercanos en el Ayuntamiento de Tehuacán; les prometió también que contaba con el respaldo del Presidente de México y que probaría que ella no se había robado nada.
Tina llegó a la política por un anuncio en la radio. Poco antes del año 2000, estudió Contaduría Técnica en una pequeña secundaria llamada Instituto Comercial Royal. Por esas mismas fechas, una vecina suya le dijo que un anuncio radiofónico solicitaba una auxiliar contable para la Abarrotera Hidalgo, propiedad de un comerciante indígena oriundo de San Gabriel Chilac que iba haciéndose popular en la región de Tehuacán. Su nombre, Ascensión Álvaro Alatriste Hidalgo. Ernestina caminó hacia la abarrotera, su primer empleo, sin saber que su vida cambiaría para siempre. Nadie supo en qué momento se hicieron novios ni mucho menos cuándo se celebró el matrimonio.
Un par de años después, el PRI vio en Álvaro una oportunidad inobjetable y le ofreció la candidatura a la alcaldía de Tehuacán. El triunfo de aquel hombre moreno, pequeño, simpático, con dificultad para pronunciar el español, fue avasallador. Pero el carisma no es sinónimo de buen gobierno y Álvaro culminó su administración, en 2004, inhabilitado de cualquier cargo público por 12 años que, por decisión del Congreso local, se redujeron a seis.
La sanción se hizo válida hasta 2006 y eso impidió a Álvaro registrarse nuevamente como candidato a la alcaldía en 2012. Tras un amasijo de juicios perdidos, todos preveían la caída del abarrotero. Pero él volteó la vista hacia su mujer. Y Tina supo, entonces, de qué están hechas las campañas electorales. Un rumor azuzado en la segunda ciudad más grande del estado decía, por ejemplo, que ella había sido afanadora y cajera antes de conocer a Álvaro. Otros cotilleos incluyen prostitución, caridad. Pero todos son falsos.
En plena campaña, la prensa fincó también a Ernestina el mote de La Mostra y a la pareja Los Mostros. Álvaro era, desde antes, conocido de esa manera. Siendo Tehuacán una de las regiones con mayor cantidad de población indígena en el estado, había para quien la pronunciación y el físico del abarrotero resultaban un fenómeno, algo monstruoso.
La popularidad del comerciante fue avasalladora nuevamente y, sin que Ernestina resaltara en los mítines de campaña, fue elegida como la primera mujer que gobernaría Tehuacán. En el Ayuntamiento saben, sin embargo, que las decisiones siempre pasan por las manos de Alatriste Hidalgo, a quien Ernestina tiene un profundo respeto. “Ella siempre se dirige a él ‘de usted’. ¿Es extraño, no? Que después de tantos años le diga así”, comenta una funcionaria de primer nivel en el Ayuntamiento, quien añade que Ernestina sospecha de la mayoría de sus servidores públicos y su confianza ya recae en muy pocos.

La administración de la alcaldesa ha caído en por lo menos 66 irregularidades financieras –según la Auditoría Superior del Estado (ASE)– y la percepción en el municipio es que la incidencia delictiva se ha multiplicado. La cadena de supermercados y abarroterías que son propiedad de Alatriste Hidalgo no lo ha resentido, ya que la Policía Municipal ha recibido la orden de vigilar los negocios las 24 horas del día.
Aun así, la gente que la rodea cree que la persecución del Congreso en contra de la alcaldesa es injusta, pues no ven riqueza espontánea ni opulencia. Su modo de vida –cuentan– es “sencillo”, tanto que su madre sigue viviendo en la pequeña casa donde crió a sus siete hijos, y que ella misma, Ernestina, tampoco ha dejado de ser aquella niña tímida que paseaba descalza por las calles de una colonia del sur.

