Por Guadalupe Juárez
La ciudad respira, lastimada, pero respira. Pareciera molesta, pero no lo dice. Apenas una decena de personas molestas se reúne frente al monumento de Benito Juárez en el parque que lleva su nombre.
Las cartulinas donde exigen que se disminuya el precio del combustible superan a los asistentes. Son más reporteros que cubren el evento que los inconformes. Son más los policías municipales que observan desde una esquina del parque. Las 300 personas que se mostraron interesadas en asistir no están presentes.
Son menos de una docena de inconformes concentrados en un círculo a los pies del Benemérito de las Américas en punto de las 10:00 horas. Piensan en sólo mostrar sus carteles en el crucero más cercano ante la falta de respuesta.
Uno de ellos sube el monumento y coloca uno de los carteles. Octavio Martínez Ovando, quien se identifica como abogado, propone otra vía para inconformarse: un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No todos lucen convencidos.
Los asistentes aseguran ser sólo ciudadanos y no tener vínculos partidistas. Los unen –dicen– durante una breve junta su inconformidad por el aumento al precio de la gasolina.
“Ojalá vinieran todos los que se quejan en las redes”, se escucha entre los presentes, mientras esperan el mediodía para avanzar y llevar a cabo la manifestación planeada. El evento en Facebook fue olvidado.
Los automovilistas siguen su camino y algunos se solidarizan tocando su claxon como protesta, pero también como muestra por su molestia, porque las 10 personas ya son 30, flanqueadas por conductores de Uber, quienes se unen a la movilización que recorre el bulevar 5 de Mayo. Ahora hay más tráfico.
“Pedimos que la empresa reduzca las comisiones que nos piden, para no subir nuestras tarifas”, exhortan.
“Únete, esto nos afecta a todos”, gritan los manifestantes ante la mirada atónita de los comerciantes y transeúntes que se encuentran a su paso.
El rechazo no es generalizado. Los inconformes que hoy marchan sobre la avenida Manuel Espinosa Yglesias intentan llamar la atención para conseguir más gente. No lo logran.
Algunos celebran la iniciativa, pero no se unen a los manifestantes. “Son muy poquitos”, “ya no hay nada que hacer”, les responden.
“¡Fuera, Peña!”, gritan. “¡No al gasolinazo!”. Pero los reclamos son apagados conforme avanzan por la 11 Sur para dirigirse a la Avenida Juárez.
Ahí, los conductores de Uber vuelven a pedirle a la empresa que los apoye ante el alza del combustible y disminuya la comisión que le tienen que dar por el uso de la aplicación, y así eviten subir las tarifas o ver mermados sus ingresos.
El contingente ahora se concentra en el Zócalo. Las mismas peticiones, las mismas miradas expectantes... la misma falta de respuesta.
En la capital poblana, las molestias reflejadas en 140 caracteres o en los muros de Facebook se quedaron ahí. Otros estados e incluso en otras partes de la entidad, las manifestaciones consistieron en bloquear vialidades o postrarse frente a gasolineras.
“¡Fuera, Peña!”. “¡No al gasolinazo!”, vuelven a soltar, ahora el grito es ahogado, con menos fuerza.
La ciudad respira, lastimada, pero respira.