Sin Duda Alguna

Por Gabriel E. Guillermo Rodríguez / @gaboguillermo

Intentaré ser breve: una sociedad feliz es una sociedad próspera.

Sí, también estoy saturado de tantos y tantos mensajes respecto a los acontecimientos de esta semana; sí, también estoy harto de la crisis y un gobierno podrido desde la raíz. Más temprano de lo pensado sucede lo que escribí hace 15 días en este mismo espacio: “El punto, señores, es que eso no va a cambiar, si rascamos un poco para atrás veremos qué es lo mismo que hace seis meses, un año y así, cambiando los actores es exactamente igual”.

Ahora Playa del Carmen, Nuevo León y el cambio de mando en EU… mismo tema, diferentes actores. ¿Qué más debe pasar para que aprendamos la lección? Por más que tengamos “estrategias” o que tomemos cursos de ventas, de perfeccionamiento directivo, de actualizaciones en nuestra rama, y mil más, nada cambiará si vivimos estresados, ensimismados en “nuestras broncas” o esperando nada más que llegue la quincena o las próximas vacaciones.

Veamos: Sales de tu casa por la mañana, antes de irte, a lo mejor en automático; le diste un beso a tu pareja, a tus hijos, pero, muy importante, ¿diste los “buenos días” al personal de servicio?

Subes a tu coche, das indicaciones a tu chofer (en su caso), mismo tema: ¿le diste los “buenos días” o preguntaste cómo está? Conduces por las calles, ¿disfrutas la ruta y das paso a los demás coches y peatones donde corresponda?, ¿o eres de los que avienta el coche, dizque porque vas tarde? Ahí andamos haciendo corajes, tus hombros se endurecieron y tu mente se cerró.

Y así podríamos seguir analizándonos todo el día. Por favor, les pido haga cada uno el ejercicio, analicen con qué actitud estamos tomando nuestro día porque, mis estimados lectores, lo único seguro es que el sol sale y se mete, es decir, el día hay que vivirlo, punto, no hay más.

¡Ojo! Claro que está bien promover marchas pacíficas, está bien tomar las calles con orden o buscar alguna forma de mostrar nuestro descontento, pero si en ese acto nos quedamos, fue tiempo y esfuerzo tirado a la basura. O ustedes opinen: mucha marcha y mucho posteo en redes, pero mientras eso sucede en casa tenemos personal de apoyo que anda cuidando a nuestros hijos, perros y la propiedad; ¿son felices trabajando todos los días en eso? Si tu respuesta es “no” o “no estoy seguro”, ¡aguas! Así comienzan a sucedernos cosas que “nunca imaginé que a me pasaran, ¡si les pago lo que corresponde!” El mismo tema en la oficina, ojalá todos seamos de los que damos los “buenos días”, extendemos la mano para saludar o incluso preguntemos: “¿cómo está don Chonito? Espero que su esposa ya esté mejor, cualquier cosa me dice, por favor”. Y ni hablemos de pagar la semana o quincena completa y a tiempo, de cumplir las comisiones prometidas en la contratación, de saber cuándo cumplen años, de comprarles una rosca de reyes o tamaliza, y temas por el estilo.

¿Eres feliz en tu trabajo, en tu empresa? Hablo igual del dueño, de tener la empresa de tus sueños y disfrutarla como tal, al fin y al cabo las broncas nos inevitables… ¿Qué opinión tiene la gente externa de tu oficina, de la empresa? ¿Piensas que les gustaría trabajar ahí o para tí?

Me parece que si algo podemos hacer para provocar un cambio ya, es justamente cambiar nuestra actitud ante la vida, revisarnos por dentro y analizar si la gente quiere estar con nosotros, eso es un buen signo de felicidad. ¿Tenemos una propuesta de solución a los problemas que planteamos? ¿Somos proactivos en lo que hacemos? ¿Tenemos sueños y andamos avanzando en ellos un poquito cada día?

Tenemos que acabar con los policías, cajeras, tenderos, vendedores, mecánicos y demás personal de servicio que están todo el día malencarados. La pregunta del millón es: ¿cómo le hacemos, mi chavo? Pues, de inicio, ¡sonríeles tú! Como dice el famoso personaje del caricaturista Quino: “Andemos desentonando por la vida”. Nos quejamos que nos trataron de la fregada en un restaurante o que “debió hacer más” aquel que nos atiende pero jamás le dijimos: “Buenas tardes, por favor, gracias, es usted muy amable” mientras lucimos nuestra mejor sonrisa.

Seamos agradecidos, ante todo con Dios, por un nuevo día, por una nueva oportunidad de ser mejor y mejorar a la gente que nos rodea. Seamos corteses, educados, sobre todo atentos con el personal que nos atiende, con los colaboradores de la oficina y con todos los que nos topamos día con día.

Así sí podemos contribuir enormemente para acabar con balaceras, drogas, accidentes, incluso enfermedades como el cáncer y demás desvíos provocados por la depresión, estrés excesivo y desatención. Ustedes díganme si piensan que estoy equivocado, pero pienso que es la mejor manera de comenzar. Como dice una sección de cierta revista: La risa, remedio infalible.

Dios los bendiga siempre.

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