Para impedir desgracias como la de Monterrey, los adultos debemos dedicar tiempo a nuestros jóvenes

 

Plumas Ibero Puebla

Por Laura Angélica Bárcenas Pozos

La semana pasada fuimos testigos de uno de los eventos más tristes de los que tenga memoria. Un adolescente, dispara un arma de fuego contra sus compañeros y su profesora, después se suicida. Todos han opinado, sacado conclusiones y generado hipótesis de lo que este joven hubiera vivido para llegar a tomar la decisión que lo llevó a este terrible acto. Pero no quiero hablar más de este hecho, sino de qué podemos hacer los adultos para que los niños y jóvenes no lleguen al límite de cometer actos tan terribles y difíciles de comprender.

Una tarea que tenemos los adultos con cualquier niño o joven es dedicarle tiempo, sobre todo los padres. Cuando digo tiempo no me refiero a la cantidad, sino a la calidad; es decir, hay que escucharlos, saber quiénes son sus amigos, cuáles son sus intereses, qué les preocupa, qué esperan de los otros y particularmente de sus padres. No se requiere para esto muchas horas al día, sino muchos minutos a lo largo de varios días. Hacer de esto un hábito que nos permita, a los padres, mantener comunicación con nuestros hijos.

Reprender cuando es necesario sería otra tarea importante a realizar con nuestros hijos, y esto no significa denigrar, sino hacer ver a los chicos cuando han cometido faltas o errores que tienen repercusiones sobre otros, incluyendo a cualquier ser vivo. Estas faltas pueden ser verbales, digitales, o de bulto, de cualquier manera está bien revisar qué los llevó a cometer cierta acción que daña a otros o incluso a ellos mismos. Los niños y adolescentes deben ubicar la situación, analizarla y valorar qué estuvo bien y qué no, para poder enmendarla. Un padre o una madre que reprende ama a sus hijos.

El perdonar es otro elemento que debemos trabajar con nuestros hijos; hay que evitar los resentimientos con otros cuando estamos educando niños y adolescentes y si los tenemos debemos evitar hablar con nuestros hijos de estos sentimientos que lastiman tanto a nosotros como a otros. Perdonar es el principio de la reconciliación con uno mismo. Ayudar a nuestros hijos a evitar rencores les ayudará a tener una vida emocionalmente sana.

La tolerancia a la frustración es otro factor necesario a trabajar con los niños y adolescentes. No todo se puede y lo que se puede, no siempre se puede. Deben aprender que no siempre se puede uno salir con la suya, ni pasar por sobre otros para obtener lo que se quiere. Y cuando no se obtiene algo, cuando no se alcanza la meta, cuando uno se queda muy cerca de lograr algo, no significa que se ha fracasado, sino que hay una oportunidad para aprender qué faltó, en qué se falló y qué no se tomó en cuenta para que el siguiente intento resulte mejor.

Respetar a todo ser humano y todo ser vivo. El respeto es el principio básico de la buena convivencia humana. El respeto a la diferencia es necesaria y esencial, pues hay que reconocer que entre los humanos lo que prevalece es la diferencia y no se puede esperar que el otro sea, piense, crea y construya como lo hace uno mismo. Hacer ver a nuestros hijos que vivimos en un mundo plural es necesario para reconocer la dignidad del otro.

Lo ocurrido en Monterrey debe servir de lección. / CUARTOSCURO
Lo ocurrido en Monterrey debe servir de lección. / CUARTOSCURO

Junto a estas cosas hay otras que el niño y el adolescente debe aprender y que corresponde los padres enseñar, por ejemplo: por ser persona, cada uno de nosotros tiene valor y es digno de respeto de cualquiera. Así que una tarea de los padres es contener a nuestros hijos cuando éstos son víctimas de otros que no han sido bien educados. Recordarles que valen por ser personas, no importan cómo sean o cuáles sean sus preferencias. Igualmente deben sentirse amados y saber que mientras requieran de los adultos para cubrir sus necesidades básicas, éstos están detrás de ellos para protegerlos y aconsejarlos cuando la vida empieza a tomar un tono duro.

Los padres somos los pilares del buen desarrollo de nuestros hijos y por lo tanto debemos estar al pendiente de ellos, incluso de padecimientos físicos, psicológicos o emocionales que pudieran tener. Observarlos es necesario identificar cualquier rasgo que nos muestre un mal comportamiento, cualquier mala decisión o situación que pueda darnos una pista de que los chicos están inquietos, necesitan ayuda, requieren una escucha atenta, demandan un abrazo… pero si los dejamos solos, poco tendrán que ofrecer y poco se les podrá demandar cuando cometan errores.

Otros adultos que pueden estar atentos al desarrollo psico-social-emocional de niños y adolescentes son los profesores. Ellos conviven con nuestros hijos una buena cantidad de horas y también podrían percibir si hay una situación extraordinaria en el actuar de los chicos que valga la pena comentar con sus padres para ayudarlos a madurar en este tortuoso camino que es la vida. También, los profesores tienen el deber de tratar con dignidad a sus alumnos y evitar el maltrato psico-social-emocional que pueda estarlos dañando.

Así que, si queremos evitar que otro suceso como el de la semana pasada vuelva a suceder, es necesario trabaja en común acuerdo con los profesores de tus hijos o con los padres de tus alumnos.

Pasar tiempo con los jóvenes es benéfico para todos. / ESPECIAL
Pasar tiempo con los jóvenes es benéfico para todos. / ESPECIAL

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