Comandados por Alejandro Armenta, políticos con nulas posibilidades de contender en los procesos internos de sus propios partidos conforman un frente para “el bien de Puebla”

 

Por Mario Galeana  

Náufragos de sus propios partidos, un puñado de políticos priistas, panistas, perredistas y hasta supuestos activistas han quedado varados en una isla: el Frente Amplio Humanista Puebla Nos Une.

Alejandro Armenta Mier, un hombre con más de dos décadas de militancia en el PRI, se ha convertido en el capitán del naufragio, bajo la consigna de que la dirigencia nacional de su partido ha pactado con el ex gobernador Rafael Moreno Valle su propia derrota en 2018.

Con el descrédito de la administración  federal priista, que ha alcanzado los niveles de aprobación más bajos en toda la historia, el diputado por el distrito de Tepeaca traza una candidatura al gobierno de Puebla paralela a la de su propio instituto político.

“Antes patria que partido”, ilustra y sostiene, después de que, por 27 años, el PRI y, sobre todo, el ex gobernador Mario Marín Torres, lo ha llevado a cargos municipales, estatales y federales.

El naufragio del resto de los integrantes del Frente Amplio Humanista Puebla Nos Une no es distinto. Sin posibilidades de contender en los procesos internos de sus propios partidos, Armenta Mier ha sumado también a los panistas Hilario Gallegos y Jesús Encinas Meneses; a los perredistas y morenistas Eudoxio Morales y Norberto Amaya Aquino, con fuertes vínculos con Mario Marín Torres, e incluso políticos alicaídos del PRI, como Alberto Guerrero Gutiérrez, ex director del Colegio de Bachilleres (Cobaep).

La lista la nutren, también, activistas que han convocado manifestaciones con sospechas de financiamiento de políticos, como Ricardo Jiménez, del Movimiento Alternativa Social (MAS), o Araceli Bautista, madre del ex presidente auxiliar de Chalchihuapan, Javier Montes.

Todos juntos forman, dicen, “un frente crítico –y autocrítico–, propositivo, incluyente y progresista, con diferencias ideológicas y grandes coincidencias, sin duda, la mayor de ellas es el anhelo y la lucha para que a Puebla le vaya bien (sic)”.

La descripción corresponde a Armenta Mier, y pertenece a una suerte de manifiesto de la organización que publicó él mismo en distintos medios de comunicación.

El diputado federal no niega, sin embargo, que Puebla Nos Une tiene el estricto sentido de fungir como trampolín político para la jornada electoral del 2018.

“Yo estaré presentando una opción. Seguramente seré uno de varias opciones que el frente tenga para construir una candidatura”, declaró hace un par de días.

La investidura ciudadana con la que se presenta la organización podría tener como debilidad el pasado político de cada uno de sus integrantes. La carrera política de Armenta Mier, por ejemplo, fue impulsada por Marín Torres, uno de los políticos con menor credibilidad en el estado.

No menos gris ha sido la trayectoria de Alberto Guerrero Gutiérrez, quien, enquistado en la dirección del Cobaep y su sindicato, ordenaba en la época marinista suspensiones de labores para acarrear maestros a los eventos del ex gobernador priista.

En tanto, desde hace más de dos años Hilario Gallegos Gómez ha estado a punto de renunciar a su militancia en el PAN, y su permanencia en aquella institución política sólo ha servido para golpetear a sus correligionarios de partido.

Activistas como Ricardo Jiménez, por ejemplo, han sido señalados por recibir financiamiento de políticos como Juan Carlos Lastiri Quirós. El MAS, la organización a la que pertenece Jiménez, ataca lo mismo al gobierno del estado que a los rivales priistas del subsecretario federal.

Con la marea hundiendo sus proyectos políticos en sus partidos, todos ellos han naufragado en la tierra Puebla Nos Une.

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