La Asamblea
Por Hervey Rivera González
Las relaciones entre nuestro país y los Estados Unidos de América (EEUU) se han caracterizado por su complejidad.
En una colaboración anterior, describí algunos de de los hechos relevantes entre las dos naciones, la mayoría de ellos, durante el siglo XIX y principios del XX, de carácter bélico; y ya a finales de siglo XX un acercamiento hasta lograr un acuerdo comercial. En la historia del país, la vecindad, intervención (o no) del vecino del norte, ha sido un factor indispensable que nos ha definido para bien o para mal, como sociedad y nación.
En las vísperas de entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), permítanme una argumentación muy personal, estaba convencido que se podían superar diferencias, resentimientos, agravios, entre los dos países en aras de un entendimiento entre vecinos. Si muchos países europeos avanzaron hacia un acuerdo supraestatal, como fue la creación de la Unión Europea (UE) después de dos guerras fratricidas, ¿porqué no íbamos a poder establecer acuerdos con los EEUU?
Con la caída del Muro de Berlín, Carlos Salinas, y su grupo compacto que nos gobernó, tomó la decisión de establecer nexos más estrechos con la potencia que se erigió, en esos momentos como la vencedora de la Guerra Fría. Sin que estuviera exento de oposición de parte de actores políticos, sociales e institucionales, tanto en México como en los Estados Unidos, entramos al año de 1994 con un tratado comercial con los EEUU y Canadá.
Las relaciones entre los dos países encontraron un nivel de entendimiento que descansó, en los flujos comerciales, en el envió de remesas, en la aspiración de contar con bienes y servicios propios de los EEUU. Ya en pleno siglo XXI, la colaboración en materia de seguridad, como resultado de los ataques terroristas del 11 de septiembre, fue un punto clave en la agenda bilateral. Nunca pudo establecerse con claridad el tema migratorio.
Difícilmente se pensó que esa relación con sus altibajos, se pusiera en entredicho, de parte de los EEUU, y que precisamente el TLCAN sea señalado, por parte del Presidente Trump y un sector de la clase política de aquel país, como un acuerdo ventajoso para México.
Como reza el dicho “se juntaron el hambre con las ganas de comer”. Mientras en los EEUU, tomó posesión una postura antimexicana; en México la aprobación del presidente, según algunos medios de comunicación, rozó la cifra de un dígito, las finanzas públicas obligaron a un aumento en el precio de la gasolina, como una medida recaudatoria que generó protestas inusuales que no se habían visto en décadas. Carecemos de un liderazgo político que haga frente a la embestida norteamericana y de la legitimidad popular que apuntala la figura presidencial.
En 1953 Juan Rulfo, uno de nuestros más destacados escritores, escribió en México, un volumen de cuentos que tituló “El llano en llamas”, en el contexto de un país en proceso de industrialización y urbanización, eran los inicios del cambio de una sociedad rural, hacia una sociedad urbana. Era otro país. Hoy el llano está en llamas ¿cuánto durará el incendio?
