Por Mario Galeana
El desempleo en Puebla tiene rostro joven. El 59 por ciento de las 84 mil 466 personas que radican en el estado y no poseen trabajo tienen entre 15 y 29 años de edad, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
En un reciente informe, la dependencia federal indicó que hay casi 50 mil adolescentes y jóvenes sin empleo, y al menos un tercio culminó secundaria o licenciatura.

“A estos jóvenes se les llama ninis, pero la situación es mucho más compleja. Factores como el temor, la violencia, la vulnerabilidad e incluso la apatía, están incentivando la desocupación juvenil”, opinó Mónica Palma, coordinadora en Puebla del programa Órale.
Órale es un proyecto impulsado por la asociación civil Vínculos y Redes, y fue creado por la Fundación Internacional de la Juventud (IYF, en inglés) hace 25 años.
El programa busca orientar a jóvenes de entre 16 y 28 años de edad en situación de vulnerabilidad, para ayudarlos a conseguir un empleo bien remunerado y con prestaciones laborales o bien, fomentar el emprendedurismo.
Su aplicación en el país es relativamente inédita. Hace tres años Órale se puso en marcha en Ciudad Juárez y Tijuana, y el resultado fue significativo: 70% de los jóvenes que ingresaron al taller consiguieron un trabajo y dejaron las calles.
Ahora, el éxito del modelo de empleabilidad intenta a ser replicado por todo el país. Puebla, Guadalajara y León forman parte de la segunda generación de ciudades para hacer frente al desempleo juvenil.
Los jóvenes, explicó, son reclutados a través de campañas que se realizan en zonas con altos índices de marginación. Órale Puebla cuenta, por ejemplo, con dos sedes: una ubicada en el sur de la capital, en la colonia Jardines de San Juan Bosco, y una más al norte, en la colonia 20 de Noviembre.
En su primera aparición en la capital, el programa busca dar empleo a por lo menos 240 jóvenes en un plazo no mayor a dos años, con el apoyo financiero de una organización alemana ligada al sindicato de la Volkswagen.
Eso no implica, sin embargo, que los jóvenes en el taller sean conducidos a la planta armadora. “Cada uno decide su futuro. El programa realmente cambia vidas”, concluyó Mónica Palma.
