
El alcalde sepulta la política añeja con un estilo ligero y que se caracteriza por la cercanía con la gente
Por Ignacio Juárez Galindo
I
Luis Banck Serrato sólo necesitó 58 minutos para romperlo todo.
Para darle los santos óleos a la era de los políticos e inaugurar la de los ciudadanos.
Fue necesaria sólo una hora para que quedara claro que el poder en la capital poblana tiene un nuevo sello que respira cercanía con la gente, un desenfado para comunicar, rendir cuentas y explicar los dónde, los cómo y los por qué de lo que se necesita en la segunda ciudad más poblada de México.
Y la apuesta no está centrada en la visión de los viejos políticos: el oropel, la naftalina, la pirotecnia de la promesa.
Banck apuesta por algo más sencillo pero a la vez más grave.
El ojo está puesto en el día a día de la gente: que pueda comer, es decir, no pase hambre; que no pierda tiempo en sus traslados para su casa o su hogar; que tenga agua limpia; que se sienta y se sepa segura de caminar por cualquier calle; que las mujeres sean escuchadas; que los niños y jóvenes tengan una fábrica de talentos para que puedan ser alguien en la vida; que rescatemos los ríos; que las variables de la pobreza no tengan razón de ser; que todos tengamos una calidad de vida.
La Constitución de Estados Unidos incluye la palabra felicidad como un derecho.
Para el político mexicano ésa es una cursilería, un bodrio que nada tiene que ver con el gobierno.
Pero para Banck y esta nueva generación de hombres que gobiernan Puebla no lo es, porque antes de ser políticos son ciudadanos.
Por eso Luis Banck sólo necesita una hora para su informe de gobierno. El primero como alcalde pero el tercero para la gestión municipal en marcha.
Un informe que no fue informe.
Una rendición de cuentas que sabe más a la cercanía de quien entiende el afán y esperanza del ciudadano de a pie.
Luis Banck rompió con todo.
Hay un nuevo hombre de poder sentado en el palacio de Charlie Hall y su apuesta es muy ambiciosa:
¿Y si volvemos a ser aquella ciudad trascendental en el mundo como lo fuimos en la época del Barroco?
¿Y si de una vez por todas construimos una ciudad de primer mundo?
¿Y si de ahora adelante nos preocupamos por vivir mejor?
II
Luis Banck no se anda por las ramas.
Se metió a un barrio bravo como Bosques de San Sebastián para rendir cuentas y dinamitar la rancia idea de los informes de labores.
Pero también, desde esa colonia protagonista de los encabezados de nota roja, tomó al toro por los cuernos e hizo frente a aquellos que cuestionan su legitimidad de origen como autoridad.
Sin titubear reconoce que no llegó por el voto de los ciudadanos, por eso aclara que la reunión a la que convocó a los poderes del estado y la ciudadanía no es un informe del presidente municipal sino de la gente.
Y para hacerlo más extraño todavía a los ojos del círculo rojo decide presentarse, explicar quién es, sus orígenes, su historia, la misma que autodefine no como de cuna de oro sino producto de la cultura del esfuerzo.
El mensaje es claro: nada de lo que tiene es un privilegio.
No lo dice con las palabras textuales, pero entre líneas su mensaje queda muy claro: la presidencia municipal no fue una concesión sino producto de su esfuerzo a lo largo de su vida en la administración pública.
El tono de voz es liviano, conciliador y amigable.
Una forma muy polite de revirar a aquellos que quisieran que todo fuera un desastre.
Los que desean fervientemente que Puebla se fuera al precipicio para gritar a los cuatro vientos que siempre tuvieron razón.
Los que un día son marinistas, otros priistas, otros simpatizan con El Peje.
Los izquierdistas que unieron fuerzas con el priismo marinista.
Los odiadores profesionales de tiempo completo.
Los que perdieron carretadas de millones del marinismo.
A todos los que olvidaron una vieja máxima de la política, que la autoridad tiene dos orígenes: la legal y la que se construye por la vía de los hechos.
Banck es del segundo grupo, no le da temor reconocerlo y aprovecha para dar un paso adelante.
Ahora el tema es polvo de otros lodos.
El barrio bravo lo cobija.
III
El público escucha atento. En las caras de varios asistentes, sobre todo empresarios y políticos, es inevitable observar que no entienden muy bien de qué va Luis Banck.
¿Cómo es que ríe, bromea y desacraliza el acto oficial? ¿Qué son esas cifras? ¿Cómo está eso de que no hay solemnidad, un largo discurso empapado de cifras, datos, acciones oficiales?
El alcalde enlista los 10 temas prioritarios de su gestión que surgieron de un hecho que tampoco entienden varios de los que lo escuchan: es lo que la gente demanda a la autoridad.
Y la agenda se convierte en el hilo conductor. “Vamos por el camino correcto”, apunta con firmeza, pero eso le permite la oportunidad de echar la carne al asador para anunciar sus proyectos más importantes: erradicar la pobreza alimentaria, la reestructuración del sistema de semaforización de la ciudad, la fábrica de talentos en la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas.
Los temas salen como cascada. Y en el recinto los aplausos espontáneos aparecen todo el tiempo, a veces unánimes, otros muy quedos, otros aislados. Pero todos atraviesan una misma lógica: aparecieron justo tras escuchar las palabras que buscan en una autoridad, ya sea el bache, el caos vehicular.
Luis Banck sabe muy bien lo que dice y cómo lo dice.
La palabra al servicio del poder.
IV
Banck voltea y sonríe a su invitado: José Antonio Gali Fayad.
Todo el tiempo se hacen güiños, juegan, se elogian, se reafirman ante la vista de todos que van de la mano.
Ambos son los nuevos hombres de poder en Puebla.
Otro aire se respira.
El ex gobernador Rafael Moreno Valle está presente en sus palabras de agradecimiento y reconocimiento.
Ambos lo saben, son parte de la misma camada.
Una camada que ya aprendió, que ya creció y que tiene el destino de Puebla en sus manos.
Primero era necesario el orden y eso es muy impopular.
El proyecto del morenovallismo mutó al morenogalicismo y a partir de ayer es el morenogalicismobankista.
La apuesta original del proyecto que sepultó más de 80 años de gobiernos priistas sigue firme y validada.
El establishment fue roto. Uno nuevo apareció y goza de cabal salud.
Y si se mira con detenimiento, la apuesta es muy inteligente: Uno corre por la pista de la Presidencia de la República; otro por la pista estatal y uno más por la pista municipal.
La triada perfecta que define el alcance del poder poblano.
V
Jorge Aguilar Chedraui. José Antonio Gali Fayad.
Tony Gali. Jorge Aguilar.
Nadie sabe lo que dicen, pero todo el tiempo hablan, sus cabezas se inclinan para dar énfasis en sus palabras.
Sólo los aplausos fueron capaces de romper por segundos la larga plática.
Las manos al aire de quien explica.
Jorge Aguilar, al principio, tiene el rostro desencajado.
Tony Gali no pierde su frescura, su camaradería, su sonrisa.
Los minutos pasan. Las palabras fluyen.
De pronto, una mano de Aguilar Chedraui se posa en el antebrazo de Gali. Lo palmea. En la cara del diputado hay signos de agradecimiento, pero también de respeto.
Tony Gali no dice nada en ese momento, pero al final, al tomar la palabra en el acto público, hace énfasis en su mensaje:
“Mi muy, muy, muy querido amigo, Jorge Aguilar Chedraui”.
La duda se quedó flotando en el escenario cuando todo mundo se marchó: ¿qué se dijeron?
VI
Luis Banck deja el micrófono.
Sus 58 minutos se extinguieron.
Toma la palabra la regidora de Nueva Alianza, Silvia Argüello de Julián, para dictar un discurso enano, hueco, muy político.
No hay una contraparte discursiva para Luis Banck, a su desenfado, a su aura ciudadana, sólo el bla, bla, bla de cualquier político. El lugar común a flor de piel.
Los asistentes nos quedamos con ganas de escuchar más, con la ganas de conocer cómo los regidores han tomado este desafío que representa Banck para sus propias concepciones del ejercicio de poder.
No hay juego. No hay frescura. Un viejo discurso en voz de una joven regidora.
Y caigo en cuenta: El principal obstáculo de Luis Banck no son los problemas de la ciudad sino la clase política aldeana.
Con eso le tocó arar.
VII
Tony Gali está feliz.
Le gusta lo que Luis Banck ha hecho.
Se ve reflejado, pero sabe que su estilo es más pasional, más emotivo, aunque la esencia es la misma.
Por eso ríe, apapacha, festeja y reconoce a Luis Banck que ya está sentado a su lado nuevamente.
Se alcanza a leer en sus labios las partes que le gustaron del informe que no fue informe.
Y juntos crean un aura de respeto, de camaradería, de fraternidad y amistad.
La alianza se ve. Imposible de ocultar.
Son los nuevos tiempos del dúo que no se ha visto en muchos años.
Melquiades Morales no lo pudo con Mario Plutarco Marín Torres y mucho menos con Luis Eduardo del Sagrado Corazón de Jesús Paredes Moctezuma.
Mario Marín no quiso ni le interesó formar equipo con Enrique Doger Guerrero y Blanca Alcalá Ruiz.
A Rafael Moreno Valle nunca le gustó el estilo personal del yunquista Eduardo Rivera Pérez, sólo fue hasta que Tony Gali llegó a la presidencia municipal cuando, por primera vez en muchos años, se vio una pareja trabajando juntos.
Hoy es el tiempo de Gali y Banck.
Y las risas, los guiños, los elogios, la camaradería lo dicen todo.
VIII
Los presidentes auxiliares, los 17 que gobiernan en la capital poblana, tienen su espacio, su reconocimiento.
Ya no son los apestados ni los políticos de ranchería a los que se les veía sin respeto.
Hoy, son las manos que se necesitan para ir juntos.
Todo cambió.
Las heridas del pasado se están sanando.
Banck y Gali lo saben.
No hay municipio sin los presidentes auxiliares.
IX
Tony Gali sonríe.
Su pasión a flor de piel es inocultable.
De su voz salen las palabras que hacen eco en las del presidente municipal.
Tony es la contraparte discursiva de aquel Luis Banck desenfadado, ciudadano, puntual, equilibrado, pero ante todo fresco.
Su intervención sirve para dar el otro paso que se necesita: el trabajo común es por Puebla y su obligación es extenderlo a los 217 municipios.
Refrenda su compromiso de proyectos conjuntos.
Felicita, reconoce, pondera y ofrece su mano para seguir construyendo.
Al igual que para Banck, en Tony Gali todos tienen espacio.
Pero, antes que cualquier político, ambos reafirman su prioridad: los ciudadanos.
Tony Gali está feliz.
Se mueve como pez en el agua.
Se nota que le encanta ser gobernador, como antes le gustó ser candidato, y mucho antes presidente municipal.
Pero sabía que ayer fue el tiempo de su amigo Luis Banck.
Por eso para él guardó la frase precisa, las palabras que provienen del nuevo centro de poder en Puebla. La expresión que corona la amistad: “¡Qué gran informe, Luis!”.


El lugar
Fotos Jafet Moz
Banck optó por un informe inédito, con la prioridad de la cercanía con la gente, más allá de la parafernalia política. La zona de Bosques de San Sebastián, al nororiente de la capital, es un punto popular con un extracto socioeconómico medio-bajo.

