Figuraciones Mías

Por: Neftalí Coria

Examen de mi padre es un libro escrito por un novelista y donde la historia que se lee, no proviene de la ficción que descubre con sus gafas únicas el que escribe novelas, sino que en su labor de observación, examina una realidad que al lector le ha de resultar familiar. En este libro, Jorge Volpi, nos acerca a su vida de escritor, su visión de hijo y hombre que estudia el mundo. En la lectura somos testigos de sus reclamos como el metal, a sus preguntas de fierro, a sus pasiones como espirales a toda vela activas. Vemos a lo largo de las 289 páginas, la presencia del padre de Jorge Volpi en su relación con el mundo, desde los ojos de un hijo que sabía contradecirlo en actos y en esa lógica, amarlo. Con él, Jorge se somete a examen en esa rivalidad amatoria que siempre estará poblada de aspavientos de todo tipo, rechazos, desacuerdos, admiración, coraje, cariño y otras contradicciones que entre un padre y un hijo, siempre gobiernan los lazos filiales que los mantiene bajo el mismo techo, pero contra distintos cielos.

La función primaria que un libro tiene para con sus lectores, sigo creyendo que es la de enseñar. Este libro íntimo, claro, sagaz y de una fina lucidez reflexiva con la que concuerdo, me enseñó y animó, a seguir escribiendo la verdad que rodea mi vida, a no omitir lo que deba servirle a una verdad que busque examinar mi historia y la de los que me acompañan en esta aventura de vivir el tiempo que nos ha tocado. Y quiero agradecer el conocimiento que un dotado novelista mexicano, le entrega sus lectores, desde su propia vida, su presente, su intimidad y un justo análisis del mundo. El libro me deja claro que en el oficio de escritor, sin modestia alguna, nuestra vida es la mejor protagonista de nuestra escritura. Jorge Volpi narra anécdotas personales, que otros escritores –presas de la subestimación o la falsa modestia–, ocultarían porque los prejuicios y el prurito por esconderse de sí mismo, no se los permitirían.

He sido lector de Elias Canetti y siempre me cautivaron sus legendarias memorias, hondas, francas, sabias y de una prosa en la que se puede caminar con seguridad de nunca caerse. Y lo recuerdo ahora, porque el libro de Jorge Volpi, tiene ese espíritu y con apego a esa clase de escritura que oscila entre el ensayo y la fabulación. Los tres tomos del escritor Sefardí, son un examen del siglo xx en Europa y por supuesto, un examen de las personas que le acompañaron en la vida. Examen de mi padre, de Jorge Volpi, es un examen del México que su padre, su madre, su hermano y él vieron. Volví dice: “escribo libros porque aspiro a prolongar su pasión por los relatos”, aludiendo a su padre que de niño, lo cautivó el natural talento narrativo de aquella autoridad que había en su padre. Y yo viví esa admiración por esa diestra manera de haber escuchado al mío, hacer lo propio durante las horas de comida. Y no puedo negar, que mantengo esa tentación de escribir sobre mi padre, como lo hice en un largo poema y en algunos recuerdos en mi columna después de su muerte. Jorge cumplió con ese propósito y fue más lejos, porque acertó a escribir un libro sobre la historia reciente del país que vieron su padre y él, con distintos lentes angulares.

Dividido en capítulos a los que llama Lecciones y titula del 1 al 10: El cuerpo, El cerebro, La mano, El corazón, El ojo, El oído, Los genitales, La piel, Las piernas y El hígado. En cada uno de los capítulos de modo brillante, el relato es de fidelidad alusiva, al órgano del que habla, por ejemplo, llama mi atención, que en la Lección 4; El corazón, De las pasiones, señala que su padre “tenía un buen corazón” e ilustra y revisa el símbolo corazón como efigie del amor y las pasiones. Aquí explora en la historia y las diversísimas interpretaciones de tan socorrido órgano a través de la historia. Pero es en este capítulo en el que desentraña y hace una radiografía puntual de la abominable figura pasional de Mamá Rosa y su irónica gran familia en Zamora, como la madre protectora y de buen corazón que se vuelve madre (simbólica y legal) de los desvalidos niños de la calle y asistida por ese corazón. Y sólo por ilustrar la fidelidad y unidad de cada capítulo, quiero mencionar también la “Lección 7”, dedicada a los genitales, donde recuenta y critica con hondura y acierto, la monstruosidad de Marcial Maciel quien a Volpi, como a muchos de nosotros, le extraña: “¿cómo negarse a ayudar al padre Maciel, a auxiliarlo con sus dolores inguinales, a atenderlo para que pudiera expulsar el semen que atormentaba sus genitales?”, se pregunta irónicamente, como también muchos nos lo hemos preguntado.

La injusticia, la corrupción, la muerte de tantos en esta guerra que no acaba, los gobiernos con sus desmesuras y sus ladrones, los muchos monstruos que aplastan al país entero, y esas zonas inhumanas que dieron mancha los periódicos, también se ven examinadas en este libro con puntilloso aliento.

“Si yo escribo estas líneas es para mantener a mi padre conmigo”, escribe Jorge Volpi. Y como puede verse, su libro, es un libro rebelde y también con honradez lo dice: “Preservar la rebeldía que mi padre me inculcó de niño, es la única forma de volver a estrechar su mano.”

La rebeldía es un sol que brilla al momento de estrecharse las manos, y allí, en esa luz radiante, está viva la permanencia, como permanecerán las palabras de este libro valiente.

* Texto leído por su autor en la reciente visita de Jorge Volpi a Morelia para presentar su libro “Examen de mi padre” en el Centro Cultural Clavijero.

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