ENCRUCIJADA

Por Luis Antonio Godina / [email protected]

Una moda recorre la opinión publicada y las redes sociales: decir que los ciudadanos harían mejor las cosas que los políticos.

Y eso es algo que debemos reflexionar.

Los candidatos presidenciales en México han hecho promesas de campaña que, muchas veces, no han podido cumplir.

Así, por ejemplo, Ernesto Zedillo planteó 10 puntos para el crecimiento económico, entre los que se encontraban inversión en educación, capacitación y salud; una política fiscal para la inversión; una mayor desregulación para promover el empleo; la competencia justa con el exterior.

Vicente Fox ofreció iniciar un nuevo milagro económico, que la economía crezca al 7 %; que el desarrollo sea visible para todos, repensar el proyecto educativo nacional; vivir en paz con seguridad y justicia, poner fin al narcotráfico; tener un buen gobierno, tener un Gobierno con valores y liderazgo; contar con más recursos para el desarrollo.

Y Felipe Calderón propuso bajar la tasa de impuesto sobre la renta y exentar de su pago a aquellos que ganen hasta 5 mil pesos o 4 salarios mínimos; reducir el número de diputados federales plurinominales; crear ministerios públicos y jueces especializados en el combate al crimen organizado; y no podemos olvidar la eliminación de la tenencia vehicular, y la creación de empleos.

Estos son sólo tres ejemplos de que quienes buscan el voto ciudadano contemplan una estrategia que, en muchas ocasiones, choca con la realidad.

Los planteamientos, en la mayoría de las veces, cuentan con solidez técnica, y están sustentados en un plan que les da viabilidad, pero los imponderables ocasionan que muchos de ellos no se cumplan.

Aquí surge la pregunta: ¿los ciudadanos podrían haber lidiado con esos imponderables?

El trabajo de los políticos es emplear los acuerdos, el diálogo, la concertación, la negociación, para resolver los conflictos.

Es decir, utilizar la política en favor de los ciudadanos.

La política se ha convertido en el perro del mal, pero no lo es.

Emplear la política para conjuntar voluntades y construir acuerdos es, sin duda, una de las características de los políticos.

Hoy los políticos, legisladores, servidores públicos, han sido denostados en campañas mediáticas y, creo yo, sin razón.

Los imponderables en el mundo: la caída o incremento de los precios del petróleo, el efecto dragón, Grecia, el efecto tequila, el triunfo de Trump, el Brexit, entre muchos otros, afectan directa o indirectamente a las políticas de los países del mundo.

Enfrentarse a ellos no es tarea de políticos o ciudadanos, es tarea que involucra talentos, esfuerzos y, sobre todo oficio.

México, hoy, a pesar de los vaivenes del mundo, ha logrado mantener una economía estable y cuenta con un andamiaje sólido para enfrentar choques más duros.

Y no es sólo un discurso, ahí están las cifras y los resultados.

El futuro no divide, el futuro requiere que juntos, ciudadanos y políticos, obtengamos lo que el país merece.

Nada más, pero nada menos.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *