Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
Usted seguramente habrá escuchado que los tres aspirantes que formalizaron primero sus intenciones para competir por la gubernatura del Estado de México –aún en la etapa de precampaña– fueron Delfina Gómez, de Morena; Alfredo del Mazo, del PRI y sus partidos aliados, y Josefina Vázquez Mota, del PAN. (El PRD canceló su elección interna y decidirá por otro método quién será su candidato).
Sin embargo, más allá de los méritos de cada uno de ellos, el enfrentamiento entre los partidos políticos también se dará en otro nivel.
En éste, los contendientes serán el expresidente Felipe Calderón; el dos veces aspirante presidencial Andrés Manuel López Obrador y el presidente Enrique Peña Nieto. Los tres se han involucrado en la batalla por el Palacio de Gobierno de Toluca porque tienen mucho que ganar y mucho que perder.
Comencemos con Felipe Calderón: si bien sería injusto decir que su esposa, Margarita Zavala, carece de su propia trayectoria política, el matrimonio es percibido en el imaginario colectivo como una unidad. Y eso juega tanto a favor como en contra de ella dependiendo de los puntos de vista, los datos objetivos y las coyunturas.
En consecuencia, Calderón no ha ocultado el apoyo a su cónyuge para que alcance la candidatura presidencial del PAN en 2018. Por ejemplo, es imposible desvincular el donativo que hizo de su pensión como ex presidente de la campaña de ella por alcanzar la nominación.
El domingo, Calderón estuvo en la toma de protesta como aspirante a la gubernatura de quien fue su secretaria de Educación Pública.
No es un secreto que las relaciones entre Josefina Vázquez Mota y Felipe Calderón no terminaron bien después de la campaña electoral de 2012, cuando la candidatura de ella obtuvo la tercera posición, detrás de Peña Nieto y López Obrador.
Sin embargo, Calderón estuvo el domingo en primera fila para apoyar a Vázquez Mota. Entre otras razones, porque no hacerlo daría mayor visibilidad al jefe nacional panista Ricardo Anaya y, en caso de ganar Josefina la elección en el Estado de México, aquél podría llevarse el crédito de la victoria, en detrimento de Margarita Zavala, con quien compite por la candidatura presidencial de 2018.
A su vez, Enrique Peña Nieto también se ha involucrado en la campaña del Edomex, la entidad que gobernó entre 2005 y 2011 y que lo catapultó a la Presidencia de la República.
No lo ha hecho de forma tan abierta como Calderón y López Obrador. Sin embargo, es una ingenuidad no encontrar las huellas de la intervención presidencial en el hecho de que su primo Alfredo del Mazo –miembro, como él, del Grupo Atlacomulco– haya obtenido la nominación de su partido, luego de perderla hace seis años contra Eruviel Ávila.
Tampoco es casual el discurso presidencial del sábado pasado, en el 88 aniversario del PRI, en el que Peña Nieto vaticinó que su partido ganaría las tres gubernaturas en juego este año (Estado de México, Coahuila y Nayarit).
El PRI y Peña Nieto saben que no pueden darse el lujo de que Del Mazo sea derrotado porque, de ser así, la elección presidencial de 2018 estaría perdida de antemano. Y no sólo eso, sino la viabilidad misma del partido a futuro.
En cambio, si el PRI gana el Estado de México se incrementarán las posibilidades de retener Los Pinos. Y aunque no pasara eso, muchos distinguidos priistas, especialmente los del Grupo Atlacomulco, podrían atrincherarse en la entidad, como lo hicieron durante los 12 años que el PAN gobernó el país.
Por su parte, López Obrador sabe que ganando Morena el Estado de México, sus posibilidades de llegar a la Presidencia se incrementarían exponencialmente. Y aunque eso no sucediera, un segundo lugar en el Edomex no sería nada malo para él, pues podría insistir en su discurso victimista contra la “mafia del poder”.
Debe saber el tabasqueño que el partido que quede tercero en la elección del estado más poblado del país se despide de toda esperanza de triunfar en los comicios presidenciales del año siguiente. Así ha sido históricamente. Y de ahí la importancia de alcanzar al menos el segundo lugar.
¿Cómo se vería él si Delfina obtuviera menos votos que Del Mazo o Josefina?
Por eso no es casual que el líder de Morena haya dedicado tanto tiempo a hacer proselitismo en el Estado de México, como tampoco lo es el evidente interés que muestran Calderón y Peña Nieto en la elección para gobernador de esa entidad.
De los tres, López Obrador es quien tiene mayor libertad para involucrarse abiertamente en la campaña –incluso al punto de borrar a Delfina Gómez–, pero eso no quiere decir que Calderón y Peña Nieto se quedarán cruzados de brazos.
Para los tres hay demasiado en juego.
