Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria
Para Marcela Hinostroza
Poco leo poetas de la generación a la que pertenece Patricia Vázquez (Aguascalientes, Ags. 1985), que son los nacidos en los años ochenta. Y es que son muchos y se confunden en la red y las pocas ediciones que circulan en sellos confiables. Muchos jóvenes son los que están publicando por diversos medios y me resultaba imposible buscar, hasta que desistí.
Conocí a Patricia en una lectura que hice en Aguascalientes y gracias a mi amigo el poeta español José Luis Justes. Un poema que leí en aquella lectura entre los premiados del Premio Aguascalientes, nos acercó con ella y Marcela su esposa. No leí sus poemas aquella vez, pero nos hicimos amigos. Supe que estaba recién casada y feliz. Desde entonces nuestra amistad se dio como se dan las flores; sin preguntas floreció. Y ahora que he leído su primer libro: Diario de una poeta recién casada, por fin me acerco a una poesía arrebatadora, de una amplitud lírica que me permite ver la historia íntima y el juego vital del viaje en el amor, el encuentro, la navegación amorosa, los lugares donde las amantes se detienen a mirar el mundo girar contra su corriente amorosa y líquida; el entorno familiar, la palabra que sumerge la poesía en las mejores aguas del verso corto, preciso y con el comportamiento de un látigo. Un libro de una composición a la manera de un itinerario que parte del 15 de noviembre de 2015, hasta el último testimonio del día 20 de noviembre de 2016. Un año de escritura, un año de exploración en la realidad de una mujer que recoge lo que los sentidos y el deseo de expresarlo, le dictan. Un libro amoroso, un libro que celebra la vida, el matrimonio, la justicia del corazón y el cuerpo, y sobre todo la poesía que hay en la vida de esta joven poeta que tiene por cualidad, el verso directo y centelleante. Con esos muros está construido este libro de Patricia Vázquez que deberá encontrar pronta edición.
Nunca he creído en la poesía con banderas, ni ahora será el momento en que el activismo poético, sea una de mis nuevas aficiones ni pasiones. Yo siempre he creído en la poesía. Y he creído en la poesía como un acto grande de la vida que celebra la mañana y la noche del mundo, la poesía que nombra con justeza las cosas que tocan al poeta, la poesía que revela la belleza del cuerpo y un árbol, la hermosura de un beso y las aves volar, las aguas agitadas del mar y la agitación de la muerte. Creo en la poesía como lo es, poesía. Nunca creí en la poesía –sierva de la política y las ideas que creyeron cambiar el mundo–, ni creí tampoco en aquellos versos empobrecidos que quisieron hacer la revolución sexual, porque la poesía que permanece es la poesía como el soplo del mundo que es, como la energía humana que no tiene orígenes sexuales, religiosos, ni ideológicos. Creo en la poesía, como el rayo de luz descifrado por el poeta y puesto en las páginas, como el émulo del mundo que además, busca encontrar la verdad bajo las piedras de su historia y la revela como suele hacerlo desde los Eddas antiguos, o los cantos de los juglares que hasta hoy se conservan.
Diario de una poeta recién casada de Patricia Vázquez, no tiene otro fin, que el de dar un testimonio, cantar, celebrar, nombrar las cosas del amor, del cuerpo de su amada, los sitios donde la vida ha sido suya y aquellos sentimientos que fueron modelando en las palabras un canto. Y para los que esperaban ver por dentro el amor de dos mujeres, y ver cómo sucede por la curiosidad, deberán cerrarlo. Los poemas de Patricia Vázquez, son la escritura periódica de un Diario amoroso, un itinerante recuento de un año amoroso y de experiencias, como sólo aquellos que pueden descubrir la poesía en el mundo, tienen puertas abiertas a su reino, porque la poesía –en estado puro– no todos la pueden ver al paso. Sólo el poeta puede habitar ese reino y de allí traerla a su escritura y mostrarla a los demás.
Cuando Patricia Highsmith, en 1951 publicó con el seudónimo de Claire Morgan, una de sus polémicas novelas, El precio de la sal, después de haber sido rechazada y condenada, pero en el fondo todos quisieron asomarse a mirar en ella una historia de amor entre dos mujeres que no era más que eso: una historia de amor verdadero. La novela, más tarde la conoceríamos con el título de Carol y ya bajo su muy famosa firma, en donde la autora de Extraños en un tren, relata el caso que llevaría a los tribunales de su país, problemas legales que no se habían contemplado en sus leyes para hombres y hechas por hombres. Y si en esos términos queremos argumentar los efectos colaterales de la poesía, Diario de una poeta recién casada, coloca un logro social –sin buscarlo– en el centro de un poemario que sin duda, la importancia de este libro, no estará en el motivo por el que muchos querrán asomarse, aunque también sea legítima su lectura. La importancia de este libro, aseguro que está en la poesía que lo compone.
Y esa es la poesía en la que creo, la que viaja en sus propias naves y en ellas sobrevive al viaje. La poesía donde las cosas del mundo serán nombradas, como es menester nombrarlas y guardarlas en el corazón del tiempo, que es donde seguimos latiendo. º
