Los Guisantes de Mendel
Por Victor Florencio Ramírez Cabrera
Hay una serie de preguntas recurrentes en el sector energético que rondan sobre lo que sucederá en el sector con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Las preguntas también son recurrentes respecto a renovables.
La verdad es que nadie sabe a ciencia cierta que pueda pasar y un ejemplo es el nombramiento del Secretario de Energía.
Rick Perry fue gobernador de Texas y sin duda uno de los impulsores del sector petrolero, que tanta importancia tiene en el estado del sur de Estados Unidos. Sin embargo, no solo eso: como gobernador, Perry fue un gran impulsor de la energía eólica terrestre. Generan su energía eléctrica con eólica y venden buena parte de su gas y petróleo.
Pero tal vez buscar las razones del crecimiento del sector eólico nos de luces de lo que puede pasar en Estados Unidos, aunque no necesariamente sea lo que suceda en México.
La energía eólica ha sido tomada en cuenta no sólo por Texas y sus petroleras, sino por una serie de industrias petroleras como Statoil, Shell o Dong Energy ¿Por qué? No por ser instituciones de beneficencia o lucha contra el cambio climático, sino porque la energía eólica les da energía a costos competitivos y cumple con sus necesidades.
La realidad es que las energías renovables son cada vez más competitivas y gracias a eso cada vez más gente, empresas y gobiernos las ven como una opción. Por eso un verdadero estadista piensa en como incrementar el sector renovable en la matriz energética de un país, no en construir refinerías con cargo al erario.
Aquí es donde vale la pena preguntarse ¿Qué pasara con el sector energético de México ante la llegada de Trump?
Es cierto: México es altamente dependiente de Estados Unidos para asuntos de gasolinas y gas. Un arancel alto a estos productos o simplemente cerrar la llave sería un golpe brutal a México. Pero ¿los industriales texanos del gas y gasolina estarían conformes? No, pues verían mermadas sus ventas. Tal vez serían los primeros en protestar junto a los mexicanos. Romper esta dependencia es algo complicado, aunque la reforma energética crea un marco flexible que lo permitiría.
Pero el asunto eléctrico puede ser distinto. Tenemos todo el potencial para ser independientes en materia energética, aprovechando el potencial solar, eólico, geotérmico y de biomasa.
Aquí es donde el gobierno puede optar por dos subsectores: los grandes proyectos y la generación distribuida. Mientras mas avancemos en ambos, más seguridad energética tendremos, más competitivos seremos y menos dependientes del vecino país (o de otros).
Por eso es importante lo que reporta la Comisión Reguladora de Energía: a diciembre de 2016 se acumularon 29,560 contratos de interconexión para generación distribuida o de pequeña escala por un total de 247,604 kw de capacidad instalada. O sea, el sector creció más del 100 por ciento en un año.
Estos son datos para presumir. Las nuevas reglas de interconexión para pequeños generadores impulsarán aún más al sector. La CRE está haciendo bien du tarea. Sólo falta que la Comisión Federal de Electricidad (único suministrador de servicios básicos por el momento y responsable final de las interconexiones) se organice para atender las solicitudes. Aquí la parte preocupante, pues ya hay quejas del retraso en la aplicación del nuevo marco normativo y de las interconexiones.
Tenemos que preocuparnos más por lo que hace la Comisión Federal de Electricidad que por Trump, pues el potencial de generación por renovables es enorme. Tenemos que cambiar el chip hacia renovables y mientras más se apueste por la generación distribuida mejor futuro energético tendremos como país.
¿Quién será el verdadero estadista que volteará hacia la generación distribuida y las renovables y dejará de lado el cortoplacismo de las gasolinas baratas? Urge que quienes se postulan tengan definiciones al respecto.
