La Loca de la Familia
Por Alejandra Gómez Macchia /@negramacchia
Vivo en un país donde los hampones gobiernan y les pagamos para que nos roben.
Vivo en un país donde los jóvenes dejan la escuela para dedicarse a exhibir sus miserias en internet.
Vivo en un país donde el presidente acusa a su pueblo de tener crisis mentales recurrentes.
Vivo en un país en el que matan a periodistas y encumbran a imbéciles que organizan fiestas de XV años multitudinarias.
Vivo en un país donde políticos y empresarios son las criadas que les guardan su dinero en cajas de jabón Roma-Fab a los narcos.
Vivo en un país donde los buenos músicos tienen que tocar los sábados canciones de “Los Pelandrujos del Matorral” para sobrevivir el resto de la semana.
Vivo en un país donde las mujeres marchan un día para exigir sus derechos y al día siguiente le meten el pie a la compañera de cubículo.
Vivo en un país donde los hombres de poder compran jueces y magistrados.
Vivo en un país donde los maestros abandonan a los alumnos por conflictos internos.
Vivo en un país donde sacan del aire a los críticos y les dan horario prime time a los cosmetólogos de las mafias.
Vivo en un país donde la grilla entre artistas es más encarnizada que la existente entre los militantes del PAN.
Vivo en un país donde el dedo que activó el fraude electoral del 88 hoy es tratado como un demócrata de izquierda.
Vivo en un país donde los universitarios matan a sus novias embarazadas con ayuda de sus funestas y encopetadas madres.
Vivo en un país donde la gente desaparece como si fuera un espectáculo de Houdini.
Vivo en el país de la procastinación perpetua.
Vivo en un país donde los “activistas nice” que sacaron a los animales del circo van a tragar jabalí en las aparatosas comidas del jerarca de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía.
Vivo en un país donde las becas artísticas se le otorgan a parásitos de 40 años de edad que un día critican al gobierno y al siguiente (al caerles su cheque) guardan un silencio ominoso.
Vivo en un país donde las buenas revistas tuvieron que abandonar el papel porque los convenios publicitarios fungen como mordazas en las bocas de sus colaboradores.
Vivo en un país donde es más grave robarse una caguama que dejar vacías las arcas del erario.
Vivo en un país donde el líder de un partido político puede aventar a una búlgara del cuarto piso y a la tarde siguiente lo ves festejando su proeza en los restaurantes de Masaryk.
Vivo en un país donde los rockeros se auto censuran mientras las que exigen respeto perrean de cabeza en los antros.
Vivo en un país donde las autoridades se movilizan para encontrar el pinche jersey sudado de un gringo y no mueven el índice o el anular para encontrar a un ex gobernador sátrapa que es bastante, pero bastante visible.
Vivo en un país donde los capos se fugan de las cárceles de máxima seguridad.
Vivo en un país que se horroriza por las deportaciones del vecino del norte, pero que maltrata y defenestra a los vecinos del sur.
Vivo en un país donde los árbitros morales que condenan la pederastia abarrotan los conciertos de Joan Sebastian y Gloria Trevi.
Vivo en el país de las mujeres luchonas que llegando el fin de mes le extienden la mano a sus ex cónyuges para que paguen sus deudas usando como rehenes a los hijos.
Vivo en el país donde el fundador de un periódico de izquierda es ignorado en sus funerales por haber sido crítico con los plagiarios.
Vivo en el país donde linchan y encierran a un taxista papanatas que le dice “guapa” a una feminazi paranoica, pero dejan suelto a un júnior riquillo que ultrajó en grupo a una menor.
Ese es el país en donde vivo.
Mi país tiene un perpetuo mal del puerco.
¡Qué bonito es mi país!
