La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía 

 

Recuerdo una escena de la campaña de Rafael Moreno Valle en 2010.

Tras un acto público, hubo una junta de  las cabezas morenovallistas.

Sesión a puerta cerrada en un salón del hotel Presidente Intercontinental.

Juan Carlos Mondragón, dirigente estatal del PAN, llegó corriendo visiblemente rezagado y sudoroso.

Se anunció en la puerta como si su solo nombre fuera una llave de plata.

Fue inútil.

La edecán le dijo que no estaba en la lista.

Pidió hablar con uno de los integrantes del grupo principal.

—Que ahorita no lo puede atender. Que deje un recado —fue la respuesta.

—Dígale que como líder del PAN en Puebla tengo que estar en esta junta —suplicó.

Volvió a ser inútil.

—Dice el licenciado que usted no está convocado y que después le informarán.

Esta anécdota retrata a Mondragón de pies a cabeza.

Como presidente del PAN en el estado nunca fue tomado en serio.

Y es que era demasiado lento.

Y más: hacía propuestas sin sustento.

Cuando Moreno Valle aparecía en escena, Juan Carlos parecía un auxiliar angustiado.

Una vez el entonces candidato a Casa Puebla le llamó la atención delante de todos.

Nuestro personaje se acaloró de la vergüenza.

—Pobre Juan Carlos. Nunca va a superar este trago tan amargo —pensé.

En efecto.

Nunca lo superó.

Pasaron los años.

Gracias a Moreno Valle y a Eduardo Rivera Pérez, Mondragón se fue becado al extranjero.

Y desde su exilio, guardó un silencio brutal.

Hoy que ya se fue Moreno Valle, al muchacho tembloroso de 2010 le brotaron unas agallas desconocidas.

Y en todos lados da entrevistas y opiniones.

Qué gallito.

Entre las más recientes lindezas —o ternezas— están las que le dio a los reporteros Israel Velázquez y Lucero Hernández, del periódico El Popular.

Vea el hipócrita lector una primera parte de las “valientes”declaraciones:

“Hay que ponerlo en perspectiva, estábamos en contra de un dinosaurio que se llamaba Mario Marín y para romper con esa fuerza y control que tenía Mario Marín en el estado, había que buscar un mini dinosaurio que pudiera dividir la fuerza del PRI y ganar la gubernatura, entonces, el PAN y varios liderazgos de la sociedad ven en Moreno Valle esa posibilidad”.

(Nótese el arrojo de quien temblaba en los regaños públicos. Qué voz. Qué presencia. Qué pecho en alto).

“Sí, pensamos que (Moreno Valle) tendría algunas cosas priistas, pero no al grado de lo que vimos. Con respecto al autoritarismo, a la corrupción, el gobierno de Moreno Valle es aún peor que el de Mario Marín”.

(¡Qué porte, qué gallardía, qué linaje oratorio!).

Aquí vale la pena hacer un alto.

Mario Marín tuvo una excelente relación con los santos varones de El Yunque, tanto así que les dio la obra pública y los negocios que quisieron.

Cómo olvidar que El Yunque y su primer paje —Lalo Rivera— sacrificaron en complicidad con Marín a Luis Paredes Moctezuma.

En ese sexenio dorado que tanto añora Mondragón, la familia de éste también hizo jugosos negocios.

Faltaba más.

Pero mañana continuamos con esta historia de la vida real.

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