Figuraciones Mías

Por: Neftalí Coria / @neftalicoria

Para Jorge Bustamante García

No es algo menor, recordar un hecho tan importante como el de los cincuenta años de la publicación de Cien años de soledad del colombiano, Premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez. Y me refiero al hecho de haber sido publicada, porque su autor, le dio al mundo una de las mayores novelas de la historia de la literatura en español. Y no quiero exagerar, porque eso es lo que yo creo, aunque algunos jóvenes voraces y seducidos por las modas editoriales y los placebos novelísticos que se venden como obras maestras, les haya oído expresarse de esta novela, con un desprecio digno de su sabiondería de internautas desde el ombligo. No. No tienen razón, ni siquiera al negarse a leer esta novela que “condensa la historia humana” a decir de Vargas Llosa. Y no está por demás, reflexionar sobre esta obra dichosa y rebosante de lectores a lo largo del medio siglo de ser pública y si a los jóvenes lectores no les gusta y no la leen, a nadie debe preocupar, al menos, no a mí.

Tampoco puedo evitar, imaginar si el autor de esta novela la hubiera escrito en los últimos años, en los que la violencia vulgar de nuestra realidad, vende muchos libros. Creo yo que la hubieran rechazado, aunque sería interesante, saber cuáles sería los argumentos del rechazo, hoy que las editores de las grandes firmas editoriales, alegan extrañísimos motivos para rechazar piezas no tratan “los temas de hoy”. Tal vez hubieran respondido con uno de sus magistrales argumentos: “es tan real que llega a ser una caricatura hiperrealista” o el mejor argumento de hoy para rechazarla: “es demasiado literaria”. Ese fue un argumento que una vez escuché.

Pero también sé que la novela de García Márquez no llegó a las editoriales para que se pelearan por publicarla, no, tampoco le fue fácil. Recordemos que Carlos Barral en su editorial –la vanguardia en la literatura en español en los años sesenta– le respondió a García Márquez: “Yo creo que esa novela no va a tener éxito. Yo creo que esa novela no sirve”. Y por el contrario, Francisco Porrúa, el director de la Editorial Sudamericana en Buenos Aires, dijo: “La publicación ya estaba decidida con la primera línea, con el primer párrafo. Simplemente comprendí lo que cualquier editor sensato hubiera comprendido en mi lugar: que se trataba de una obra excepcional”.

Se sabe que el manuscrito se envió desde México, por correo dividido en dos partes, por razones de falta de dinero para el envío completo. También se sabe que esto sucedió en el mes de abril y para el 5 de junio de 1967, Cien años de soledad, aparecía publicada bajo la firma de la Editorial Sudamericana con la legendaria portada –por petición del autor– de artista mexicano Vicente Rojo.

Carlos Fuentes, recordaba que él vio a su amigo Gabriel, palidecer y descubrir “ese instante de gracia, de iluminación, de acceso espiritual, en que todas las cosas del mundo se ordenan espiritual e intelectualmente” para escribir aquella novela que a decir, del propio García Márquez, le “tomó madurar diecisiete años y redactar en catorce meses”. Fuentes lo había visto en la cercanía de la amistad y el trabajo de guionistas que cumplían en esos años juntos y el autor de La región más transparente, afirmó que un uno de sus viajes juntos, “Gabriel García Márquez se transformó. Lo miré y me asusté”, asegura Fuentes, “¿Por qué irradiaba una beatitud improbable el rostro de Gabo?, se preguntaba Fuentes. Era que estaba naciendo la gran novela, asegura.

“No puedo leerla sin cierto sordo pánico”, ha dicho Álvaro Mutis, su amigo, “toca vetas muy profundas de nuestro inconsciente colectivo americano. Hay en ella una sustancia mítica, una carga adivinatoria tan honda, que pierdo siempre la necesaria serenidad para juzgarla.” Y en esta afirmación de su amigo, con el que compartiera “las primeras horas de su Premio Nobel”, está cifrada la aseveración que Vargas Llosa profiere sobre la novela que ha sido comparada con El Quijote del Siglo XX. Él dice que Cien años de soledad es una novela completa, “puesto que es la historia completa de un mundo desde su origen hasta su desaparición. Completa quiere decir que abarca todos los planos o niveles en que la vida de este mundo transcurre.”

Sin embargo, mi cercanía a esta novela, se debe a la sustancia poética tan profunda que contiene y que toda clase de lectores pueden entender, y en esa poética verse o descubrir su entorno y saber que lo que en la historia sucede, habla como habla una silla de su casa, una puerta o una ventana a las que les pueden salir alas o manos para acariciar al que por ella pase. En su esdrújula poética nos podemos encontrar como el loco se encuentra y se pierde en un espejo para saber que el mundo tiene la estatura tan alta, que será inalcanzable y posible a un tiempo.

Este año se cumplen cincuenta años que Gabriel García Márquez –gracias a un editor a quien no debe restarse mérito y lo debemos valorar como una pieza indispensable–, pudo entregarnos la novela que hasta hoy día, me estremece, me aterroriza, me alegra, me asalta con su poesía, me conmueve, me atrapa, me hace seguir creyendo en la imaginación, como si la imaginación fuera mi amada, mi dueña, mi única Diosa.

Y la volveré a leer. º

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *