
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía
Algo ya logró el periodista Arturo Rueda con la publicación del video que muestra a un soldado ejecutando a un civil en Palmarito Tochapan: frenar la inminente aprobación de la Ley de Seguridad Interior.
Su exclusiva periodística —rebatida o ignorada por otros medios poblanos— generó este miércoles un intenso debate en las redes sociales y en la prensa nacional.
El propio Rueda fue entrevistado, entre otros, por Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui y Raymundo Riva Palacio.
En dichas entrevistas hizo la narración de la supuesta ejecución y ofreció nuevos datos sobre el conflicto que se vive en el denominado Triángulo Rojo.
Rueda es un periodista polémico.
Hay quienes lo descalifican permanentemente y, también, quienes le reconocen mérito periodístico.
(Estos últimos son los menos).
Cuestionado y descalificado severamente por aparecer en un video supuestamente extorsionando al hoy diputado federal Jorge Estefan Chidiac —por el que enfrenta un proceso judicial—, Arturo Rueda tuvo que reinventarse periodísticamente hablando para recuperar la credibilidad perdida.
No ha sido fácil para él, pero está en esa tarea desde 2015, cuando el video en el que aparece con Estefan fue difundido ampliamente.
Desde las primeras horas de este miércoles, la exclusiva del director editorial de Cambio empezó a recorrer las redes.
Varias horas pasaron para que reaccionara la Secretaría de la Defensa Nacional.
Cuando por fin lo hizo, pidió a través de un boletín que se investigue a fondo la supuesta ejecución y se aclare si el video fue manipulado o no.
Todo empezó cuando el 3 de mayo se dio un brutal enfrentamiento entre militares y huachicoleros con un saldo de 10 muertos: cuatro militares y seis civiles.
Al decir de las autoridades, los soldados no dispararon debido a que las bandas que roban el combustible en la zona usaron a mujeres y niños como escudos humanos para protegerse.
Sin embargo, el video —tomado por una cámara de seguridad la noche del 3 de mayo—muestra a dos soldados arrastrando a una persona —que, ahora se sabe, se llamaba Raúl Jiménez Martínez, era "campesino", tenía 47 años y era dueño de una camioneta BMW—, mientras otros militares conducían a dos más a otro sitio.
Momentos después, uno de los soldados le disparó a quemarropa al hombre tendido en la calle provocando el sobresalto de su compañero.
En su crónica, Rueda habla de que el disparo fue un “tiro de gracia”.
Durante la entrevista que el director de Cambio le dio a Riva Palacio, reveló que los familiares del hombre presuntamente ajusticiado le confiaron que su hijo había ido a dejar su vehículo a un taller mecánico y que fue hasta el otro día —4 de mayo— cuando se enteraron de lo que había ocurrido.
(El cadáver, abundó, se encuentra en la Fiscalía General del Estado).
Llama la atención que la víctima fue sacada de un auto junto con dos personas más, una de las cuales traía un chaleco antibalas.
(Da la impresión de que el hombre de 47 años está visiblemente herido y también lleva un chaleco similar).
Viendo el video completo se aprecia que los militares están metidos en una refriega con los pasajeros del vehículo del que bajaron al supuesto ajusticiado.
Los impactos de las balas son visibles de uno y otro lado.
Cuando los someten, ocurre lo narrado anteriormente.
En otro video —difundido por El Sol de Puebla— se ve en otra parte de la Villa de Palmarito Tochapan a algunos soldados que someten a un huachicolero.
Contra todo sentido común, no lo esposan ni lo registran.
Sólo lo dejan tendido en la calle mientras los uniformados corren en busca de sus compañeros.
En ese momento, el hombre le dispara por la espalda a un militar y éste cae.
Una camioneta blanca frena para no atropellarlo.
Algo es claro: la noche del 3 de mayo Palmarito Tochapan se volvió una zona de guerra de Libia o Afganistán.
Y más: huachicoleros y militares se enfrentaron abiertamente en el pueblo.
Los “civiles” estaban muy lejos de estar desarmados.
(Ningún civil usa chalecos antibalas si no va a una refriega).
El hombre ajusticiado no había ido a dejar su vehículo al taller mecánico.
Es evidente que formaba parte de una banda huachicolera.
Ahí está como prueba el video de Cambio.
Las ráfagas de balas no sólo son autoría del bloque del Ejército.
La violencia es de ida y vuelta.
Lo que sí es condenable —de confirmarse— es el ajusticiamiento.
La sangre fría del aparente soldado no tiene nombre.
Tanto así que asusta hasta a su compañero de armas.
Después de la entrevista con Rueda, Riva Palacio se preguntó si una casa humilde podría tener dos cámaras.
¿Como para qué las querrían?
Y se respondió con gran sensatez: “Quizás sean instalaciones de un cuerpo de seguridad pública o privada”.
Otros dos elementos que llaman la atención tienen que ver con la destrucción de una de las dos cámaras.
Es evidente que querían borrar las huellas del crimen.
Pero hasta un niño sabe que las cámaras no contienen los videos filmados.
Y es que éstos se encuentran siempre al interior de las casas o las oficinas.
Y en una computadora, donde mes con mes se van borrando.
Tras el éxito periodístico de Cambio, otros medios quisieron regatearle méritos.
La Jornada de Oriente, por ejemplo, sacó una nota diciendo que los videos estaban en una página de YouTube denominada “PALMARITO TOCHAPAN” desde las tres de la tarde del martes 9 de mayo.
¿Si estaban ahí desde esa hora por qué no armaron una producción con ese material y se llevaron la exclusiva?
El Sol de Puebla subió sus videos cuando el golpe de Cambio era nota nacional.
Otro portal más —Parabólica— se montó también demasiado tarde.
A portales como Lado B, tan preocupados por este tipo de temas, les pasó de noche el escándalo y hasta el cierre de esta columna no habían hecho la menor referencia.
Lo más grotesco de esta historia es que el locutor Fernando Canales salió a decir —cual vocero de la Sedena o de la PGR— que habría que tener cuidado “sobre la autenticidad del video” difundido por Cambio.
“Hay que investigar dónde y cuándo ocurrió la presunta ejecución extrajudicial. (…) Tenemos que ser cautelosos y ser muy puntuales sobre la veracidad del video”, le dijo como si fuera un perito experto o un funcionario público a la periodista Denise Maerker en el programa radiofónico Atando Cabos.
Ufff.
Qué día tan largo en la negra noche mexicana.
Lo cierto es que el Triángulo Rojo continuará caliente y seguirá siendo coto de poder de las bandas de la delincuencia organizada si el Ejército se inhibe y se retira de ahí o si la presión mediática va al alza.
Pongamos que el Ejército se va a sus cuarteles.
¿Quién inhibirá a los huachicoleros?
El ajusticiamiento es condenable, sí, pero en esa tierra de nadie un escenario así sólo ayudará a los ladrones organizados de combustible.
Sé que lo políticamente correcto es escupirle en la cara a los militares su permanente violación a los derechos humanos, pero hoy por hoy la ausencia del Ejército no solucionará absolutamente nada.
Hay voces que piden por todos lados que esa zona sea declarada en Estado de Excepción.
Eso es preferible antes de que el Triángulo Rojo siga siendo zona de la Delincuencia Organizada.
No parece haber otra salida.
