Disiento

Por Pedro A. Gutiérrez Varela /@pedropanista

La izquierda de nuestro país puede ganar las elecciones presidenciales de 2018; a nadie escapa que la elección será muy reñida, complicada, en la misma tesitura que la del 2006 o quizá peor. Por ende, la responsabilidad histórica a la que concurrirán el PAN y PRI para detener el avance de la izquierda retrógrada será fundamental.

La izquierda en México está representada en los últimos 30 años por el PRD, aunque han surgido institutos emergentes de esa misma geometría política como el PT y demás partidos satélites. Otro actor salió a la palestra recientemente a partir del apetito de poder de Andrés Manuel López Obrador: MORENA. En efecto, el otrora priísta, luego fundador del PRD y ex candidato presidencial, sabedor que su movimiento unipersonal y mesiánico no tenía mayor cabida en el PRD, decidió fundar su propio partido con tal de satisfacer sus caprichos personales y seguir, -¿por qué no?- viviendo del presupuesto público a partir de las prerrogativas que otorga el Instituto Nacional Electoral. Hoy, en claros y evidentes actos anticipados de campaña, tiene copado el espectro de anuncios  en radio y televisión de MORENA –gratuitos-, exponiendo sobremanera su imagen mientras el INE y el Tribunal Electoral no hacen nada para impedirlo conforme a la ley.

paloma amlo

La izquierda mexicana nunca se ha caracterizado por ser congruente, al menos la izquierda partidista. En efecto, desde hace décadas no presenciamos verdaderos proyectos de izquierda que propongan alternativas viables para nuestro país. Qué lejos estamos de la democracia social europea y su discurso y programas progresistas. En México nos quedamos anclados en el discurso populista barato, que nos pregona que todo está mal y que hay que derrocar al Estado y al sistema opresor. Ese es el pobre contenido del discurso no solo de López Obrador, sino de otros líderes estancados en la ideología anti sistema de 1968 a la fecha. Piensan que la portación de la playera barata de El Che Guevara les proporciona legitimidad alguna.

Ahora que López Obrador es el aspirante mejor posicionado rumbo al 2018 los panistas y priístas deben estar claros que es el auténtico enemigo a vencer. No se deben distraer –blanquiazules y tricolores- en atacarse mutuamente, pues cada que uno y otro partido lanzan misiles, el que cosecha es López Obrador. El enemigo a vencer es el mesías tropical y eso no lo podemos perder de vista. La elección del Estado de México se erige como parteaguas pues la misma puede impulsar al tabasqueño o bien, estancarlo en sus aspiraciones dictatoriales rumbo al 2018. PRI y PAN, por el contrario, deben asumir la responsabilidad histórica de planear un posible gobierno de coalición como lo estipula la reforma constitucional recién aprobada, que le confiera gobernabilidad política y viabilidad económica a México. Lo inadmisible es que México retroceda en el tiempo a las amargas épocas del populismo rampante setentero que propone López Obrador y cuya fórmula se ha comprobado es un rotundo fracaso: devaluación, inflación incontrolable, déficit en la balanza comercial, corrupción burocrática desde las nacionalizaciones y expropiaciones caprichosas, etc.

amlo abarca

 

 

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