Ana Gabriela Blanco Zenteno, docente que empezó su camino en San Salvador El Seco; hoy es la tercer mejor maestra evaluada por la SEP en 2016
Por: Osvaldo Valencia
Fotos: Ángel Flores / EsImagen
La colonia Roma ha sido abandonada entre caminos empedrados, a merced de la oscuridad, en manos de la delincuencia y sin el apoyo de la policía por más de 30 años, según recuerdan sus pobladores; ahí, existe un rayo de esperanza, pues brilla la luz de una de las maestras mejor evaluadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 2016.
Egresada del Instituto Normal del Estado como docente de la materia de español, Ana Gabriela Blanco Zenteno, con apenas 30 años de edad, carga con Antoine de Saint-Exupéry, Miguel de Cervantes Saavedra y Nicolás Maquiavelo en su mochila. Sus aliados en la lucha para cultivar en sus alumnos el hábito de la lectura en un lugar en donde los habitantes sólo se puede observar en las calles drogadictos.
"Si nosotros no hacemos una clase interesante, amena y con contenidos que les interesen a los alumnos, pues eso hace que no pongan atención. Debemos buscar estrategias creativas, algo que les interese a ellos para ganar su atención", opina Blanco Zenteno, quién ha logrado ganarse el respeto de los alumnos del turno vespertino de la secundaria técnica 56, en la colonia Roma, al norte de la capital del estado, a poco más de un kilómetro del centro comercial Parque Puebla, el cual abrirá sus puertas en agosto de este año.

Gabriela comenzó su carrera en el lejano 2009 en una comunidad de San Salvador El Seco, en Soltepec; rompió una antigua tradición de heredar plazas (estas pasaban de los maestros a sus hijos o familiares), pues presentó el examen de oposición de la SEP en 2009 obteniendo mejor puntuación de Puebla.
Desde su inicio como docente enfrentó situaciones adversas, la que más recuerda ocurrió en San Salvador El Verde, ahí ni siquiera contaban con instalaciones, los maestros se veían forzados a utilizar prestados cuartos de la presidencia municipal.
"Con el tiempo se dieron cuenta que estábamos trabajando bien, que los niños estaban aprendiendo, estaban cambiando su forma de vida y fue cuando ingresaron más (...) Fue después de año y medio cuando construyeron la escuela", recuerda Ana.
Sus pupilos lo desconocen, pero su dedicación la llevó en abril del año pasado a sobresalir en la evaluación docente de la SEP como una de las maestras más destacadas en la capital.
La evaluación la pudo defender con base en evidencias de trabajo el programa de estudios que implementa con sus estudiantes, ya que emplea lecturas de novelas, pruebas de comprensión lectora, esquemas, cuadros conceptuales, videos, juegos de destreza, entre otras técnicas; el conocimiento de los documentos legales se utiliza en la labor educativa, el informe del director del plantel sobre su desempeño y el examen de conocimientos sobre lo que enseña en cada clase.
Otra muestra de que hace bien su trabajo –cuenta ella– es cuando un ex alumno la busca para pedir un consejo sobre en qué escuela estudiar o cuál carrera elegir: "Eso es muestra de que lo hiciste bien y que confían en ti porque habiendo tantos maestros, conociendo tanta gente, utilizando las redes sociales e internet, regresan contigo para que les resuelvas alguna duda. Yo creo que eso es lo más bonito", consideró.

De lunes a viernes Gabriela pasa las tardes con sus tres grupos en la secundaria, impartiendo clase, platicando abiertamente con sus alumnos sobre las dudas que haya dejado la lección, la confianza entre ellos es grande para preguntar lo que quieran. "Lo que más me gusta es que los chicos se puedan comunicar de diferentes formas, lo que sienten, sus ideas, sus sentimientos y emociones, que lean y que se interesen por conocer cosas nuevas y por aprender más. Que se den cuenta que la situación está fácil", comentó.
"Es buena su clase, aprendes mucho y te dan ganas de leer. Te hace pensar más allá. La verdad te ayuda mucho" relata un ex alumno de Gabriela, quien ahora estudia la preparatoria en la escuela Enrique Cabrera de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
"Son pocos los que salen de aquí, los que no se drogan en las canchas, los que quieren seguir estudiando o que no se dedican a asaltar a los chavitos que salen de la secu", agrega el ex estudiante, pues conoce su colonia, sabe que no debe andar sólo por la barranca o en calles cerradas, lugares ubicados como puntos predilectos por "banditas" de ladrones.
Apenas cae la noche y los niños corren a sus hogares, sus padres acuden a recogerlos, se sabe que en la colonia los atracos están a la orden del día. "Si asaltan a alguien y bien nos va la patrulla aparece media hora después, cuando ya no hay nada", afirma don Manuel, quien ha visto a su comunidad ser olvidada a lo largo de 32 años. "Desgraciadamente así estamos, vivimos desamparados" remata, desanimado.

