La Entrega

Por Adrián Ruíz /  [email protected]

En el transcurso de los años como estudiante y el ejercicio periodístico he comprobado que la libertad de expresión o de prensa no existe. Y menos la protección a quienes ejercemos la mejor de las profesiones. Lo existente son intereses de los participantes.

Los reporteros que a diario andamos a la caza de la noticia -no los "periodista" de cafés, restaurantes o escritorios- caminamos en la cuerda floja todo el tiempo.

Las amenazas de personajes anónimos son el pan de cada día. Por eso es aplausible que la autoridades establezcan acciones para la protección de periodistas.

El gobernador Tony Gali participó en la reunión en la capital del país, donde puso se sello personal al sumarse a trabajar para garantizar un ambiente seguro a los comunicadores en el desempeño de sus labores.

Tony Gali con su manera personal de gobernar, al entrarle de lleno al tema de la libertad de expresión, aseguró que su administración mantendrá absoluto respeto al trabajo periodístico de los reporteros poblanos.

Sería positivo ahora que el gobernador poblano empezó a derribar obras inservibles y enmendar errores anteriores que aboliera la modificación que hizo su antecesor a la ley para demandar a periodistas.

Si de proteger a periodistas se trata, Tony Gali tiene la facultad de empezar en casa. La agresión a los comunicadores por demandas fue una constante para someter a la prensa local.

Un atentado contra los periodistas poblanos de esa dimensión no puede estar vigente. Es una prueba palpable de la inexistencia de libre expresión.

La posibilidad latente para demandar a un periodista es motivo de intimidación.

En principio se anunciaron algunas estrategias que se pondrán en marcha a nivel nacional. Donde la federación y los estados se coordinarán para hacer frente a las situaciones de riesgo contra periodistas.

Ojalá y se concrete lo prometido.

 

Reporte del Informante

 

Capear el temporal. El tiempo para los aspirantes a gobernar Puebla se acortan. El presidente Luis Bank Serrato lo sabe y decidió dar el primer paso. Por supuesto con el visto bueno de quienes lo apoyan.

Luego del paseillo por el ruedo poblano salió librado de las primeras embestidas. El balance con saldo favorable le calmo los nervios.

Consciente que no era el mejor momento por los hechos violentos suscitados en Puebla y que han puesto al estado en la palestra nacional, asumió el riesgo sin estar convencido.

A su favor tiene el trabajo desempeñado en el Municipio. En contra la llegada al puesto por dedazo.   Su gran reto será convencer a los poblanos que tiene méritos para ser uno de los elegidos.

La misión luce complicada para el alcalde. Penetrar en las preferencias de los poblanos requiere de algo más que sólo trabajo.

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