Ante el crimen que persiste en la junta auxiliar, varios de sus habitantes, incluyendo al comisariado ejidal, culpan a los “cholos”, personas repatriadas de EU cuya vestimenta y costumbres los distinguen
Por Berenice Martínez @bereymar
Asaltos a mano armada, peleas, violación e impunidad de estas bandas invaden la tranquilidad de la junta auxiliar ubicada al sur del municipio de Puebla, el máximo expulsor de migrantes en el estado, según el Índice de Intensidad Migratoria del Consejo Nacional de Población (Conapo) publicado en 2010.
Durante el día cierta quietud impera en la comunidad, pero al llegar la noche todo cambia.
“Le dieron un escopetazo. Estamos seguros que fueron malandrines, son del mismo pueblo. Cuando llegaron unos de allá pa’cá empezó eso de los ‘cholos’. Los primeros que fueron (a EU) son los que trajeron ese modelo”, asegura Eligio Rojas, comisariado ejidal designado en 2014 al afirmar que hace 15 días su nieto de 18 años de edad fue golpeado y asaltado por Los ratones, grupo, dice, conformado por cuatro “cholos”.

Para Eligio Rojas, como para muchos otros habitantes de Azumiatla, el aumento de los delitos en la zona es culpa de “los cholos”, quienes se distinguen por su ropa holgada y argollas en la nariz –como las tribus urbanas que conocieron cuando migraron a Estados Unidos– y rondan por las calles de terracería y pavimento, barrancas con olor a estiércol y bardas grafiteadas de Azumiatla, aunque no tiene pruebas fehacientes de que éstos constituyan las bandas delictivas que rompen la calma de la localidad ubicada al sur del municipio de Puebla.
Aunque la llegada de los llamados “cholos” a la comunidad es relativamente nueva, la delincuencia no lo es. Rojas señala que desde hace años el crimen se apropió de la comunidad donde se instalará una de las 10 comandancias del Programa de Fortalecimiento para la Seguridad (Fortaseg) con cinco policías para reforzar la vigilancia en las juntas auxiliares.
Ese fue el anuncio que hizo el alcalde Luis Banck Serrato el pasado 4 de mayo para atacar los índices de criminalidad en juntas auxiliares, pues dijo saber que migrantes que regresaron de Estados Unidos habrían conformado bandas delictivas en Azumiatla, ya que “tienen una cultura de calle y de pandillerismo”.
Eligio Rojas, quien dejará el cargo como comisario ejidal el próximo 25 de mayo, lamentó que la violencia no haya disminuido en la comunidad en donde habitan 17 mil personas, cifra otorgada por el presidente auxiliar de Azumiatla, Evaristo Romero.

Comisariado solicita reforzar la vigilancia
“Chamacos malos por aquí y por allá y cuando se llegan a encontrar se agarran a trancazos, se lastiman, se matan”, relata el comisariado al pedir a las autoridades reforzar la seguridad con rondines para prevenir delitos.
“Díganle al gobernador, al presidente municipal, que aquí no existen policías, se están matando casi cada ocho días. Nuestro pueblo está corrompido, aquí hay mucho vandalismo, no hay seguridad”, lamenta Rojas.
Declaró que de las 00:00 horas hasta las 02:00 horas las bandas cometen delitos, tales como la violación. Por ejemplo, dice Eligio Rojas, hace menos de un mes abusaron sexualmente de una muchacha y además “picaron” a su pareja.
Estos grupos también serían los responsables del hurto de animales, tanques de gas y hasta botes de nixtamal para hacer tortillas. “Hay robo, hay asesinatos, hay muchos chamacos malvivientes que les quitan el dinero a los niños que van a las escuelas, aquí hay de todo”, refiere el comisariado ejidal.
Pero las bandas delictivas no están ocultas, la población las conoce y sabe de sus fechorías, asegura.
“En el pueblo roban, hasta matan, son los mismos pobladores. Antes era diario, pero como ahorita llegan los policías como que ya se va calmando”, dice una vecina en referencia al helicóptero de seguridad estatal que minutos antes de la entrevista rondó por aire en la comunidad.
“Aquí uno no puede salir en la noche porque están vigilando para que entren, a saquear su casa. Aquí somos campesinos, tenemos nuestros animales, ya nomás están cuidando que apaguen y duerman, cuando amanece ya no aparece el caballo, ya no aparece la yunta”, cuenta otro habitante que prefiere la gracia del anonimato.
Por su parte, Eligio Rojas asegura que antes había más tranquilidad cuando los policías eran de la misma comunidad y la población los conocía, pero ahora a los uniformados municipales no se les respeta por desconfianza.
Mientras que antes se hacían brigadas todo el día, ahora el ambiente es tenso porque –en su opinión– las bandas delictivas hacen de las suyas en fines de semana. Hasta cuando cometen un delito pagan un porcentaje a abogados para no ser sometidos por la ley o pisar la cárcel.

Edil rechaza presencia de red delictiva
A pesar de que el alcalde Luis Banck denunció a principios de mes que migrantes habrían formado bandas delictivas en Azumiatla, el presidente auxiliar Evaristo Romero afirma tener el control de la seguridad, incluso presume que hay gobernabilidad gracias al acuerdo que pactó con otros grupos políticos (el PRI) y religiosos para mantener la paz social y evitar enfrentamientos.
El edil argumenta que sólo cuenta con una patrulla y un policía para los miles de habitantes. “No son suficiente, la población es de 17 mil habitantes. Ya no hacemos rondines, los prohibieron en la anterior administración. Nos mandaron a policías municipales con una moto, pero nomás dos días dieron sus vueltas”.

Contrario a la versión del comisariado ejidal, Evaristo Romero indica que el único caso grave fue el que se suscitó en 2009, cuando el gobierno estatal de Mario Marín Torres quiso adueñarse de hectáreas de terreno. “La gente se levantó con machetes y escopetas, aquí la gente es de armas tomar”, concluye.
Para reforzar la seguridad en San Andrés Azumiatla, el edil capitalino Luis Banck se reunió el pasado sábado con las familias del sur para dialogar y acordar la instalación de una base regional de Policía que brindará pronta respuesta en caso de delito.
