Bitácora

Por: Pascal Beltrán del Río

 

Fue sorpresivo el anuncio hecho el sábado por los dirigentes nacionales del PAN y el PRD —Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, respectivamente—, de que dichos partidos podrían unirse para postular el mismo candidato en la elección presidencial de 2018. Lo fue porque ocurre a dos semanas de los comicios para gobernador en el Estado de México, Coahuila y Nayarit. De esos tres estados, panistas y perredistas sólo van unidos en el último. Y cuando se les ha preguntado si sus aspirantes a la gubernatura mexiquense —Josefina Vázquez Mota y Juan Zepeda Hernández— podrían declinar por la otra opción, tanto Anaya como Barrales han dicho que no.

Sobre esto último, Andrés Manuel López Obrador dijo con mucha razón el mismo sábado que si las ganas de aliarse fueran en realidad muchas, el PAN y el PRD lo demostrarían primero en el Edomex. (Se puede especular, no obstante, que la reunión de Anaya y Barrales tuvo el propósito de enviar un mensaje a los electores de sus partidos para que consideren al otro como una segunda opción en caso de aplicar el voto útil el 4 de junio. Es decir, una suerte de alianza subliminal. Las encuestas han mostrado que, para muchos panistas y perredistas, la alternativa es Morena).

Dos semanas antes de que Anaya y Barrales hicieran su anuncio, López Obrador había lanzado un ultimátum al PRD y a los demás partidos de la izquierda para que sus candidatos declinaran por los aspirantes de Morena en las tres contiendas de gobernador si es que querían que hubiese alianza el año entrante. De otro modo, advirtió él, Morena sólo aceptaría la adhesión de sus militantes en lo individual en la elección presidencial.

Fuera de la incorporación simbólica de Movimiento Ciudadano a la campaña de la candidata morenista Delfina Gómez —el partido de Dante Delgado no postuló a nadie en el Estado de México—, el ultimátum de López Obrador no prosperó.

Las amonestaciones del próximo matrimonio entre perredistas y panistas parecen incluso una manera de hacer más obvio el desaire a AMLO.

Sin embargo, hay muchos obstáculos en el camino que tendrán que sortear azules y amarillos para llevar adelante sus planes.

Para comenzar, ¿con qué candidato? ¿Aceptarían los panistas a un perredista o viceversa? ¿Hay algún independiente en el escenario que tuviera posibilidades de ganar y fuera aceptable para los dos partidos? Las corrientes del PRD —muchas de las cuales protestaron el fin de semana contra el anuncio— ¿se unificarían para lanzar una candidatura común con “la derecha”?

Luego, habría que revisar qué tan exitosas han sido las coaliciones que han impulsado ambos partidos en elecciones de gobernador. Hasta ahora han ido juntos en 15 estados, de los cuales han ganado diez (Nayarit, Baja California, Chiapas, Yucatán, Sinaloa, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Durango y Quintana Roo) y han perdido en cinco (San Luis Potosí, Tamaulipas, Coahuila, Hidalgo y Zacatecas). Como se puede ver, su porcentaje ganador es bastante alto —de hecho, podrían volver a ganar en Nayarit, como ya lo hicieron en 1999—, pero también lo es que los resultados de sus gobiernos de coalición no han sido bien evaluados. Tan es así que el PRI recuperó la gubernatura al sexenio siguiente en Nayarit, Yucatán, Sinaloa y Oaxaca, y el Partido Verde, aliado del PRI, se llevó Chiapas dos sexenios después del triunfo aliancista.

Los perredistas también tendrán que ponderar cuál de los dos partidos gana más cuando triunfan dichas coaliciones, pues en ninguno de los casos el candidato ha sido un perredista de cepa. Aun así, una potencial alianza PAN-PRD en 2018 tendría posibilidades de ganar, sobre todo después de ver el desempeño que ha tenido el candidato del PRD en la elección de gobernador del Estado de México.

El PAN podría aportar a la candidatura de la coalición los votos en el norte y centro del país (Baja California, Chihuahua, Guanajuato y Querétaro, entre otros), donde el PRD apenas pinta. Y este partido podría contribuir con los de los estados del sur (Guerrero, Morelos, Oaxaca, etcétera).

Faltaría, por supuesto, que se configurara un escenario ideal para el matrimonio.

Sin conocer los resultados de las elecciones estatales del próximo 4 de junio, es un poco aventurado hablar al respecto.

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