Monreal y JJ, el lastre de AMLO

Tanto Ricardo Monreal Ávila, delegado de la Ciudad de México, como su ahijado político, el edil cholulteca José Juan Espinosa Torres, de nueva cuenta quedaron en medio del escándalo nacional. La detención del supuesto chofer del delegado con dinero y un arma se convirtió en trending topic, mientras que a nivel nacional no pasó desapercibida la tunda que le dieron al alcalde a manos de un grupo de priistas. No es la primera vez que ambos están en un escándalo ni son acusados de acciones sospechosas en sus ejercicios políticos o de gobierno. Con esos aliados, el tabasqueño no necesita enemigos. ¿Ahora ya sabe por qué nadie los quiere en Morena? ¿Será?

 

Cara dura panista

Hay quienes de plano en su lucha contra el fantasma morenovallista –el único que les queda tras estar huérfanos en su oposición– se niegan a aceptar que Ricardo Anaya Cortés fue el gran perdedor de la jornada electoral del domingo pasado. El PAN se desplomó en el Estado de México, en Coahuila hay empate técnico y Nayarit lo ganó la maquinaria morenovallista. El dirigente sabe que no podrá imponer candidato vía la asamblea nacional, por eso anda todo apurado con su aliado Ernesto Ruffo rasurando el padrón de militantes y acomodarlo a su conveniencia. ¿Será?

 

Barbosa y la operación

No lo pierda de vista. Se llama Luis Miguel Barbosa Huerta. Fue antiguo aliado del morenovallismo y hoy es militante de Morena. Tendrá bajo su control, aunque sea de membrete, la dirigencia estatal del PRD en Puebla hasta noviembre. Su primera tarea será reventar una posible alianza PAN-PRD, por eso ya mandó a sus esbirros a exigir una alianza de la izquierda para 2018 en Puebla. En la carrera a la gubernatura, en sólo unos meses, logró llevar mano y se encuentra en el ánimo total de AMLO. En el Estado de México, nos dicen, entregó buenas cuentas. ¿Será?

 

El dinosaurio se mueve

Mal haría el priismo poblano en creer que el posible triunfo del Estado de México garantiza competitividad en las elecciones de 2018. A lo sumo, consiguieron tiempo y un respiro para reacomodar su maquinaria. La marca PRI, por sí misma, es el peor lastre que un candidato pueda tener, pero lograron romper un mito: Andrés Manuel López Obrador no es invencible y que con una buena operación se puede lograr un triunfo. El único problema es que la capacidad para lograrlo sólo la tiene el morenogalismo, no el tricolor que continuará su desbandada hacia Morena. ¿Será?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *