
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía @QuintaMam
Luego de una amenaza abierta y desafiante —como son las amenazas—, Alberto Jiménez Merino abortó sus intenciones de abandonar el PRI —su casa chica, su alma mater, su piedrita en el zapato— y mediante un extrañísimo tuit —dirigido a nadie en particular— dio un paso atrás y volvió a tenerle querencia al partidazo.
Eran las 5 de la tarde con 4 minutos de este miércoles cuando desde su cuenta campesina soltó estas palabras:
“Refrendo mi compromiso de seguir trabajando por mi estado y mi país. Reafirmo mi militancia en el PRI. Respeto a todos los partidos”.
Lacan —siempre indispensable, siempre impertinente— diría sobre el tuit del nuevo hijo pródigo del PRI:
“Sólo se siente culpable quien cedió en su deseo”.
En efecto:
Nadie se levanta un día y decide reafirmar su militancia a la media tarde de la media semana.
¿Como para qué?
Es tanto como reafirmar la existencia misma.
(Los filósofos lo hacen continuamente —algunos la niegan, otros más dudan de estar vivos—, pero Jiménez Merino no es filósofo: es un promotor del campo poblano, experto en el tema del agua y defensor absoluto del bambú y del agua de Jamaica).
Reafirmar una militancia está bien para el loquillo Luis Miguel Barbosa —que del PRI pasó al PRD y del PRD pasó a Morena— o para Manuel Bartlett —que de la oligofrenia del poder pasó a ser un populista que combina jeans con corbata y saco de vestir.
Reafirmar algo tiene cierto matiz de culpa.
¿A qué deseo cedió Mr. Mexican Country?
¿A la tentación de irse a los brazos de López Obrador?
Hace unos días compartí con el hipócrita lector que el lunes 5 de junio, en el amanecer del nuevo mundo morenista que llegaría hasta el Estado de México, nuestro héroe del campo renunciaría a los escombros del PRI.
Con el tic tac de su reloj rural en la cabeza, Alberto entendió que el escenario deseado se había frustrado por lo pronto y que el partidazo estaba más vivo que nunca.
Fue entonces cuando, víctima de un titubeo republicano, dio un paso atrás y entró en negociaciones con el mismísimo Jorge Márquez, oficial mayor de la Secretaría de Gobernación.
Antes de los comicios sólo quería regresar a la delegación de la SAGARPA.
Le dijeron no y amenazó con irse.
Hoy, con Delfina Gómez como Gobernadora Legítima, se conforma con cualquier otra posición.
Cerrrada la temporada de apuestas, el hijo pródigo regresó a casa.
Pero esta vez no hubo pulque ni mole de guajolote para recibirlo.
Fue así como reafirmó su militancia a través de un tuit.
Un tuit tembloroso y asustado como un pez en la pecera.
La Testosterona y la Derrota Electoral: Alejandro Armenta esperaba con globos y confeti a su compañero del gabinete marinista.
Tras las elecciones en el Estado de México, la terrible realidad lo dejó más solo que una higuera en un campo de golf.
Los miles de priistas que se irían con ellos a Morena fueron víctimas del síndrome Aquimichú.
Hoy, desde las faldas del partido de AMLO, Armenta entró en una etapa de desquiciamiento.
Sus dos muros de Facebook —auténtico diván del alma— lo dicen todo:
En uno subió una foto en la que va caminando con una viejecita en una calle modesta, miserable, con los muy cursis versos de Benedetti: “Y en la calle / codo a codo / somos mucho / más que dos”.
(Lo curioso es que junto a un puesto de frutas y verduras, y una pick up despintada, aparece la lujosa camioneta prieta del hoy adicto a López Obrador).
Luego aparece un mensaje que recuerda al papá de Pedro Ferriz de Con: aquél célebre locutor que veía marcianos hasta en la sopa: “Amigas/os iniciaremos un ciberconcurso que tiene como objetivo inyectar esperanza a nuestro pueblo. Publicaré más información por la noche”.
Ups.
Estaremos atentos.
Otra publicación en su muro deja en claro que el 7 de junio se celebra el Día de la Libertad de Expresión.
Una de sus seguidoras dejó un comentario inmortal: “Somos un universo de ideas y para todos hay cavidad”.
(Sic).
En su otro muro, Armenta pegó un video de Arnold Schwarzenegger que retrata muy bien su estado de ánimo en las primeras dos frases y que parece dedicado a César Camacho y demás priistas: “Ellos dijeron que yo no sería nadie, que era solamente un soñador”.
Ufff.
Ya se ve que sí es cierto aquello de que la testosterona baja luego de una derrota política.
Diría el clásico que eso produce una especie de inferioridad hormonal temporal para la batalla por el poder.
¿Cuántos andarán así después del domingo?
