Los comerciantes, establecidos e informales, con la presencia de la delincuencia fuera de sus puestos,sólo evitan llamar la atención para no ser también víctimas de un robo

Por Osvaldo Valencia  

Analistas matemáticos, los ladrones en el Centro Histórico de Puebla saben en qué momento actuar. Calculan el tiempo que se toman en el atraco y la distancia a la que están los agentes policiacos.

En ese lapso, los delincuentes aprovechan para arrebatar lo que encuentren a su paso: celulares, cadenas, aretes, anillos, carteras, relojes.

Y los comerciantes, con la presencia de la delincuencia fuera de sus puestos, sólo evitan llamar la atención para no ser también víctimas de un robo. “Es lo único que nos queda, cuidarnos solamente”, dice una vendedora sobre la 10 Poniente.

Locatarios y vendedores ambulantes saben los peligros que acechan a comerciantes, transeúntes y usuarios del transporte público por igual.

Saben las formas de delinquir.

Saben los gustos predilectos.

Saben quiénes operan en cada calle del centro de la capital.

Y, al igual que ellos, conocen a qué hora pasa la patrulla sobre calles como la 12 y 10 Poniente en donde más se ha hablado de robos y asaltos a la luz del día.

“Saben a qué hora delinquir. Por ejemplo, saben a qué hora se patrulla desde 11 Norte hasta bulevar 5 de Mayo. Cuando andan (los policías) por el bulevar deciden robar en la 7 Norte, saben que están a cinco cuadras (sic) de distancia y les da tiempo para correr”, dice una vendedora de bolsos y mochilas, quien pide omitir su nombre.

Los hampones buscan celulares, aretes, collares y cadenas de plata u oro, billeteras. Por lo regular atracan con lujo de violencia y con arma blanca.

. Saben cuándo circulan las patrullas en la zona.

Halconeo al transporte

Otro modo de operar es a través de la vigilancia al transporte público y los peatones. Sobre todo buscan a quienes lleven el teléfono más atractivo.

“Andan checando, a las chavas sobre todo, para ver qué celular traen. Como luego van mensajeando ellos pasan corriendo, les quitan el cel y se dan a la fuga”, dice un vendedor ambulante de la 10 Poniente.

Para robar al transporte sin escándalos, los sujetos cazan a través de las ventanas a quienes van hablando por el celular. “Por arriba, por la ventana, les quitan los celulares y se echan a correr”, vuelve a decir el informal.

Para no ser blanco de los asaltantes los trabajadores evitan portar algún objeto llamativo; “las mujeres a veces ni nos ponemos aretes o collares porque ellos ven algo bien (bonito) y te lo quitan”.

Ante el movimiento estratégico de los ladrones sólo ven esa opción, no llamar la atención. “Es lo único que nos queda, cuidarnos solamente”, repite.

Los galleros de nuevo seinstalaron en el Centro.

La Bolita

“Están los del juego de la bolita. Es una bolita como de cinco o seis weyes (personas) que se juntan en la esquina de la 12 (Poniente)y ponen a hacer juegos de azar para atrapar a la gente que pasa.

“Te detienen ahí para engancharte con sus trucos y cuando menos lo sientes te dicen ‘dame tu celular’ o te piden la cartera.

“Si te niegas a darles tus cosas se enojan y empiezan a seguirte por calles hasta que te quitan lo que traes”, relata una vendedora de accesorios para celular cerca de ahí.

Algunos locatarios de la zona dicen que un tiempo atrás, entre cinco y 10 años, habían sacado de la colonia Centro a los galleros (juegos de azar), aunque, al parecer, regresaron para retomar su “apuesta”.

“Por lo regular uno de la bolita te jala para que veas su juego. Te invitan a jugar ‘¿Dónde quedó la bolita?’ y ahí es donde te sacan el celular”.

“Es mejor no decir nada”

“Son las dos de la tarde y es la primera patrulla que pasa por la calle”, señala un vendedor de comida de la 10 Poniente. Dice con seguridad de relojero que sólo pasan una vez y no vuelven a pasar en todo el día.

Para ellos –los ambulantes– es mejor no decir o hacer algo ante los asaltos de la zona. “Es mejor no meterse con ellos para que ellos no se metan contigo”.

Su silencio se traduce en un trato con los delincuentes: “yo no veo nada si tú no me haces nada”.

A eso se reduce.

“Si a ti te asaltan y yo me meto a defenderte me va mal porque pueden regresar otro día y matarme. Y a mí quién me dice que vas a darme algo a cambio. Por eso es mejor hacer de cuenta que no ves nada”, concluye el informal, rodeado de autos, peatones, asaltos y policías, como todos los días.

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