Bitácora 

Por Pascal Beltrán del Río

Mis compañeros de páginas, Leo Zuckermann y José Elías Romero Apis, ayer hicieron reflexiones que nos debieran hacer pensar a todos.

En su columna Juegos de poder, Zuckermann escribió: “En teoría, la democracia es el gobierno de las mayorías con respeto a las minorías. En la práctica, en México tenemos una democracia que produce gobiernos de minorías que enojan a las mayorías”.

También ayer, en la Primera Emisión de Imagen Informativa, entrevisté al constitucionalista Romero Apis sobre los comicios del 4 de junio y sus resultados.

Me dijo que lo que México tenía era una minuscracia –es decir, un gobierno de minorías– y que ésta estaba provocando que al final de los procesos electorales quedara un partido gobernante cada vez más aislado frente al conjunto de partidos que representan a quienes están contra el gobierno.

En su columna, Zuckermann urgió a dar pasos para acabar con la perniciosa “democracia minoritaria”. En concreto, aprobar la segunda vuelta electoral y hacer efectiva la obligatoriedad del voto. “Es hora de pensar en la estabilidad política del país rumbo a 2018”, escribió.

A su vez, Romero Apis pintó un panorama nada halagüeño del proceso electoral que culminará con las elecciones federales y estatales concurrentes del domingo 1 de julio de 2018.

“Va a haber dos opciones en la boleta y éstas no van a ser ni los candidatos ni sus partidos. Las opciones serán las del enojo y el miedo. Y votarán por ellas, por un lado, quienes estén molestos con el gobierno y, por otro, quienes tengan temor de que llegue al poder la opción de los enojados”.

Y remató: “El miedo es mal acompañante y el enojo es mal consejero”.

A los argumentos de mis compañeros, agrego el que yo no veo a precandidato presidencial alguno que tenga la capacidad de emocionar a los mexicanos, de hacerlos soñar al tiempo que los aterriza en la realidad sobre la que tenemos que actuar.

En cambio, veo bandos dispuestos a ir a la guerra, a echar mano de las peores artimañas para conquistar ese tercio de los votos que les dé la llave de Los Pinos, sin importarles cómo quede el país después del 1 de julio. Partidos preparados para sacar lo peor de los mexicanos con tal de conquistar el poder.

¿Cómo quedará México después de esa confrontación? Unos tendrán la Presidencia y los otros se sentirán desposeídos de ella.

Unos y otros dicen que el país se juega su futuro el año entrante, con una estridencia que debería darles vergüenza porque lo que creen en realidad es que el futuro de ellos –los partidos en pugna– es el que está en juego. Por suerte, el futuro del país no depende exclusivamente de ellos.

Lo que sí, es que estamos ante la perspectiva de un nuevo sexenio perdido. Ésta es una frase que tomo prestada de otro de mis compañeros de páginas, Gerardo Galarza, quien con mucha razón ha dicho que la atomización del Congreso ha convertido a los presidentes de México en meros administradores.

Mientras los gobernantes de otras naciones planean el futuro, los de México no han podido hacer mucho más que ir resolviendo el día a día.

La falta de perspectiva de largo plazo ha desatado entre un grupo destacado de políticos la visión de que el ahora es lo único que importa. Y cuando se combina eso con la obsesión de triunfo a como dé lugar y la falta de respeto a la ley, ¿cómo nos extrañarnos de que el patrimonialismo siente sus reales?

Cuando pensamos qué nos espera en 2018, con políticos voraces que entienden la competencia como el fin mismo de la política, haciendo caso omiso de la necesidad de negociar y acordar; con una ciudadanía desmotivada, que es presa fácil de la demagogia, y con el espacio radioeléctrico invadido por ese instrumento embrutecedor que son los spots, francamente no dan ganas de llegar.

Buscapiés

El domingo, en el Congreso de Morena, Andrés Manuel López Obrador decidió que su partido no se aliará con el PRD en 2018 sino sólo con el PT. Es asombrosa la forma en que esa última organización se redimió y dejó de formar parte de la “mafia del poder” pese a haberse aliado últimamente con el PRI, el PRD y hasta con el PAN.

En el PRI hay dos visiones sobre los matrimonios igualitarios. La de Alfredo del Mazo, quien, como candidato a gobernador del Estado de México, dijo que se oponía a ellos, y la del gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, quien se convirtió el sábado en el primer mandatario estatal en participar en una marcha a favor de la diversidad sexual.

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