La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Los pasos de Miguel Ángel Osorio Chong ya no se escuchan en Los Pinos.

O sí se oyen, pero muy lejanos.

Igual que los de Aurelio Nuño.

Bien lo escribió René Delgado en su columna semanal de Reforma:

El secretario de Educación Pública camina con gran cautela sobre todo a partir de que los búfalos priistas empezaron a levantarle la mano a José Antonio Meade —“se escribe Meade, se pronuncia Mid”.

El titular de Hacienda parece ser el hombre que el PRI necesita para conservar Los Pinos.

Vea el hipócrita lector:

No es priísta.

Es el único de los miembros del gabinete que ha estado en los primeros planos en los gobiernos del PAN y el PRI.

Tiene cercanía con el presidente Peña Nieto, pero el imaginario colectivo no lo ve como peñista.

No tiene el clásico discurso de los dinosaurios.

Y algo más:

Es el único de los tapados del PRI que puede atraer el voto panista.

En las elecciones de 2000, Adolfo Aguilar Zínser y Jorge G. Castañeda idearon el “voto útil” cuando vieron que sólo así podría ganar Vicente Fox.

Francisco Labastida —el abuelito que todos quisiéramos tener— no crecía en las encuestas, en tanto que Cuauhtémoc Cárdenas —el abuelito que nadie quisiera tener— mantenía el voto duro de una izquierda insumisa: la que no gana, pero cómo estorba.

Para que Fox tuviera los votos necesarios que lo hicieran ganador, Castañeda y Aguilar Zínser apelaron al voto útil y lograron que esquiroles de la izquierda como Porfirio Muñoz Ledo y Joel Ortega se sumaran y atrajeran los sufragios necesarios para llegar a Los Pinos.

Hoy podría ocurrir algo similar.

El PRI solo no gana.

Una elección a tercios le serviría más al PAN que a su candidato.

Evitar que llegue López Obrador a la Presidencia no es suficiente.

De lo que se trata —y ése es el lema que descansa en la cabecera de Peña Nieto— es que el PRI gane en 2018.

Es ahí donde entra el voto útil.

Meade es el único por el que los panistas votarían.

Me refiero a los panistas que vean insalvable la elección.

Los panistas prácticos.

Los que van tras los negocios.

Aquéllos que votarían por Meade para salvar al Sistema: el viejo y anquilosado —pero aún vivo— Sistema político mexicano.

Las elecciones de 2018 sólo tienen dos sopas:

López Obrador —y su club de prófugos del Sistema— y el PRI y el PAN unidos —con lo que queda del PRD— para salvar el Sistema.

Los primeros quieren sacar a los segundos para preservar el Sistema con un disfraz de cambio y democracia.

(Siendo objetivos, será más de lo mismo. Y peor: con un regreso exprés a los tiempos de López Portillo).

Los segundos quieren aplastar a los primeros para preservar el Status Quo.

Meade es el único que podría lograr el nuevo milagro mexicano.

Bien lo dice Francis Underwood en algún capítulo de House of Cards:

Lo que está en juego es el acceso al poder.

Estar en los primeros asientos en las largas filas de Palacio Nacional.

Hallar sus nombres en las nóminas de los privilegiados.

Caminar en los círculos estrechos del presidente de la República.

Ser visto, oído, palmeado.

Acceso: es por lo que todos luchan.

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