La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

El voto útil será el gran protagonista de la elección de 2018.

Nunca como ahora definirá la Presidencia de la República.

En el 2000, cuando apareció por primera vez, fue un voto útil que dejó en ridículo a la izquierda de Cuauhtémoc Cárdenas en beneficio de Vicente Fox.

Los operadores: dos ex militantes del Partido Comunista Mexicano: Jorge G. Castañeda y Adolfo Aguilar Zínser.

Las víctimas: militantes sinceros —aunque es difícil hablar de sinceridad en el contexto político— que confiaron en que Fox sería el presidente de la transición.

En 2006, el voto útil reapareció para ungir a Felipe Calderón.

La gran operadora fue Elba Esther Gordillo, quien amenazó muy en su estilo a los gobernadores priistas y les hizo ver que si ganaba López Obrador terminarían en la cárcel.

Ante ese riesgo, altamente probable, los señores feudales desviaron todos los recursos posibles para que ganara el panista.

En el caso poblano, Mario Marín negoció directamente con sor Carlos Abascal, a la sazón secretario de Gobernación.

¿Qué pusieron en la mesa?

La exoneración en la Tremenda Corte del huésped de Casa Puebla en el contexto del caso Marín-Cacho.

En reciprocidad, Marín sacó las manos del proceso electoral, sacrificó a su hermano Mario Montero y bloqueó el voto lopezobradorista.

En 2012, el voto útil tuvo un beneficiario brutal: Enrique Peña Nieto.

Y es que el panismo, por órdenes presidenciales, abandonó a su candidata —la inigualable Josefina Vázquez Mota— para ungir, desde antes de los comicios, al actual huésped de Los Pinos.

En 2018 nuevamente habrá voto útil, aunque uno de los actores principales, Ricardo Anaya, se haya tomado tan en serio la guerra contra Los Pinos.

De ser un proxeneta probado en los primeros años del sexenio, el dirigente del PAN se convirtió en crítico voraz.

Las batallas empezaron en el desierto para terminar en las dos cámaras del Congreso de la Unión.

Es ahí donde hoy se libra una guerra de alta intensidad que inició como guerra de guerrillas.

No es difícil prever de qué lado habrá damnificados.

Ante ese escenario, la eventual candidatura de José Antonio Meade se robustece, pues es el único priista capaz de ganar las simpatías y los votos útiles de los militantes de Acción Nacional.

Y por si esto fuera poco, hay que sumar la crisis que están generando Ricardo Monreal y López Obrador.

El primero está en lo suyo: pelear hasta el final la candidatura al gobierno de la Ciudad de México.

El segundo, en tanto, no se sale de su pelambre caciquil y ya volvió a decir —a través de sus peones de Morena— que su candidata es Claudia Sheinbaum, ex de Carlos Ímaz.

Ímaz, si, hermano del director del CISEN y colega de René Bejarano —otro pájaro de cuenta en Morena— en eso de recibir dinero de dudosa procedencia del aún más dudoso Carlos Ahumada: ex de Rosario Robles, ex de Julio Moguel, ex…

Y mientras tanto, ya se está placeando en Puebla el inefable Hugo Scherer, ex operador de Blanca Alcalá en 2016, pero ahora del lado de Morena.

Y es que el sobrino incómodo de don Julio —cuñado de Diódoro Carrasco, secretario de Gobernación de la administración de Moreno Valle y Tony Gali— ya se frota las manos desde el equipo de campaña de Enrique Cárdenas, ungido desde ya como candidato único de Morena a Casa Puebla, para decepción del diputado federal Alejandro Armenta, quien todavía cree en los Santos Reyes y en López Obrador.

¡Puro pájaro nalgón!

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