La Quinta Columna 
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Jorge Estefan Chidiac pudo haber sido el candidato del PRI a la gubernatura del estado, pero prefirió ceder la plaza a alguien que como Enrique Doger Guerrero tenía ganas de comerse el mundo.

Desde 2010, el ex rector de la BUAP ha buscado ser candidato a Casa Puebla.

En las dos ocasiones anteriores se quedó en la antesala.

Esta vez, gracias en parte a que Estefan no quiso usar la dirigencia estatal para beneficiarse, logró uno de sus sueños.

Los críticos de Jorge, que los tiene, celebraron que no apareciera en la Lista Nacional del PRI al Senado.

Tanto festinaron antes de tiempo que sus matracas se dañaron.

Este domingo, a unas horas del registro de la lista, una voz poderosa le pidió a Estefan abrirse a la opción del Senado.

Y es que el dirigente estatal del PRI en Puebla ya había considerado ser diputado local.

Lejos de los aspavientos, no lanzó el confeti cuando quien lo invitó lo puso en el octavo lugar de la lista.

No podía ser de otra manera: Estefan será senador de la República en una legislatura histórica.

Las matracas callaron cuando trascendió la especie.

Los matraqueros volverán a verlo desde abajo.

 

Florence Cassez, Jorge Volpi y Víctor Carrancá

En su más reciente libro, Una Novela Criminal, Jorge Volpi hace un recuento minucioso del caso Florence Cassez, mismo que puso en riesgo las relaciones México-Francia.

Valiéndose de legajos, entrevistas, revelaciones mediáticas, Volpi desdobla al abogado que vive en él y lo hace acompañar del novelista escrupuloso en el que se ha convertido.

Ya compartiré con el hipócrita lector mi experiencia con Una Novela Criminal.

Hoy sólo quiero señalar un pasaje en el que aparece Víctor Carrancá, fiscal general de Puebla.

Volpi cuenta que el abogado Agustín Acosta fue estimulado por su padre —el ex gobernador veracruzano Agustín Acosta Lagunes— para que se sumara a la defensa de la ciudadana francesa sentenciada a sesenta años de prisión por haber sido la supuesta cómplice de una banda de secuestradores.

Para entonces, Acosta formaba parte del reconocido despacho Consultores Legales, junto con Carrancá, Juan Araujo y Carlos Riquelme.

Y fue precisamente el hoy fiscal quien detectó la hebra que permitió la salida de prisión de Florence Cassez.

Y es que en su prisa por incriminarla, la tenebrosa Agencia Federal de Investigaciones, a cargo de Genaro García Luna, violó un sinfín de preceptos legales y tratados internacionales, además de que la francesa no recibió asistencia consular.

Sobra decir que en este libro salen muy mal parados Felipe Calderón, el ex procurador Daniel Cabeza de Vaca, García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Carlos Loret de Mola.

Pese a sus naturales altibajos, tratándose de una investigación tan profunda, la novela de Volpi no tiene pierde y generará una inevitable polémica.

 

Héctor Gonzalez, in Memoriam 

Cada vez que muere un amigo el mundo es un poco menos dulce, más hostil, menos generoso.

El empresario Héctor González representó la parte obsesiva de la vida.

Tenía una prisa inaudita por enfrentar la realidad con desplantes que terminaban en sonoras carcajadas.

Era tan auténtico que a veces parecía sobreactuado.

Entendí que cada vez que nos veíamos en un restaurante podía pasar cualquier cosa: el reclamo a un mesero, la voz altisonante invadiendo todos los territorios, el interrogatorio puntilloso a uno de los comensales.

Con su muerte, voy a extrañar nuestras conversaciones delirantes.

Su delito fue haber nacido en un país donde la gente no habla, murmura.

Su corazón abierto fue demasiado frágil para este mundo de canallas.

Cuando entraba a un lugar todos se daban cuenta.

Él lo sabía y actuaba en consecuencia.

Le gustaba ser visto, ser oído.

Tras la guerra de palabras sobrevenía la ternura.

Porque Héctor era puro corazón.

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