La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Esta trama podría ser un cuento breve.

Un cuento breve de terror.

Un día, Dulce María —así se llama la egresada de la Ibero Puebla que gracias a un subsecretario tocó los cielos de la burocracia estatal con un salario que nunca imaginó— llegó a la bonita conclusión de que ya había que ponerle un hasta aquí al horroroso Sistema que pergeña, por ejemplo, funcionarias como ella: jóvenes, influyentes y bien pagadas.

Así, pues, desde su alto nivel burocrático empezó, primero, por darle likes a los videos de López Obrador abrazando viejecitas.

Y luego: a videos de López Obrador profetizando el fin del maldito Sistema para el que trabaja ella, y por el que cobra mucho más que sus amigas de San Martín Texmelucan, que tanto la idolatran.

Y cómo no, si es beneficiaria del maldito Sistema y, a la vez, crítica implacable del mismo, cosa que no es congruente, pero le da caché o charme o estilo.

Quién lo dijera: una fifí renunciando a ser fifí.

A través de tuits y mensajes de Facebook, Dulce María deslizó comentarios burlones que eran reproducidos por sus amigas, todas ellas delirantes “Huarachito Venceremos”.

Con el paso de los días aumentó el tono de su crítica.

Y es que del “ya sabes quién” pasó al “AMLOVE”.

Y más:

Cuando alguien opinaba lo contrario, Dulce María y sus amigas se enardecían.

El mensaje era uno:

“El primero de julio todo esto va a cambiar”.

Las AMLOvers escribían sus consignas libertarias, cada quien, desde sus centros de lucha.

El de Dulce María, faltaba más, se encuentra en un muy pulcro ordenador de una más pulcra oficina de gobierno.

Acertó el hipócrita lector:

Nuestra activista hacía la guerra de guerrillas en sus horas laborales.

Alguien detectó sus movimientos y no dudó en reportarla.

El pánico se apoderó de su bolso Boy de Chanel.

Los tuits críticos pasaron a mejor vida.

(Su cuenta, de hecho, desapareció en cosa de segundos).

En Facebook ocurrió lo mismo.

(¿A dónde se fue la primavera de Praga de la AMlover?).

La funcionaria institucional está de vuelta.

Seria, callada, discreta.

(Hoy sólo le da likes a jirafitas con globos, garzas en una sola pata y manzanas sometidas por perones).

Eso sí: vela sus armas para el primero de julio, cuando nada —incluyendo su cargo bien remunerado— volverá a ser igual.

Nomás faltaba.

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