La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Es inevitable hablar de Ana Teresa Aranda en su nuevo papel de candidata independiente y es inevitable, también, hablar de Jorge G. Castañeda como uno de sus promotores más conspicuos.

El prócer de los independientes empuja a la protegida de Mario Marín Torres porque cree que le abona para el 2018, cuando buscará ser el nuevo Bronco en la papeleta sobrepoblada.

Sólo un problema tiene: es lo suficientemente antipático como para llenar las botas del fanfarrón que gobierna con muy mal tino el estado de Nuevo León.

Castañeda es recordado por el “comes y te vas” que llenó de infortunio la de por sí vapuleada política exterior mexicana.

Como intelectual es recordado como el vendedor de espejitos al presidente Peña Nieto.

Él, junto con Héctor Aguilar Camín, han sido los padres tontos de hijos no logrados a través de los libros que casi por encargo han escrito sobre los grandes problemas nacionales.

Como funcionario público, Castañeda echó a perder la relación con Cuba y enrareció la diplomacia mexicana en Estados Unidos.

Como autor memorioso dejó muy mal parado a su padre –el brillante canciller Jorge Castañeda– al adjudicarse logros que sólo se deben a él.

Éste es, pues, el mánager de Ana Teresa Aranda: hija de las derrotas y las trampas.

Gracias a que el Tribunal Electoral (mal llamado TRIFE) es una bacinica poco aséptica, nuestra Carmen Salinas de por aquí cerquita obtuvo su candidatura pese a las chapuzas visibles en el tema de las firmas falsas.

Lo curioso es que ahora se jacte de su pase a la final de esta elección.

Es, sí, todo un costal de mañas aplaudida por sus seguidores: plumas adictas a Marín y finísimos operadores de éste.

Un ejemplo:

Cuando fue a Huauchinango en plena precampaña la recibieron los marinistas del pueblo.

Ellos le dieron calor y certidumbre, y le invitaron un chile con huevo en uno de los restaurantes más famosos.

No actuaron solos.

Su jefe político les dio las instrucciones suficientes para ello.

Lo mismo pasó en otros municipios.

Hoy que el exgobernador ha recibido tan pésimo trato en su partido, no dudará en vengarse dándole votos a la candidata independiente.

No logrará gran cosa.

La derrota ha perseguido a esta mujer toda su vida.

Me refiero a la derrota electoral.

Algo ganará, hay que decirlo, con la promesa de que si triunfa meterá en la cárcel al gobernador.

Al Bronco le funcionó muy bien y lo hizo ganar las elecciones.

No pasará lo mismo con quien se disputará el cuarto lugar con la perredista Roxana Luna.

La disputa entre las últimas de la fila será de antología.

La que mejor escupa evitará el deshonor de quedar en último lugar.

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