En el Diálogo con Universitarios a la candidata tricolor no le fue nada bien, alumnos le reprocharon lo hecho por gobiernos priistas y afuera de la institución otros se manifestaron en su contra

Por: Mario Galeana / @MarioG24H

Foto: Agencia Es Imagen

Enrique Peña Nieto camina seguro hacia la entrada de la Universidad Iberoamericana, lo mismo que hacia Los Pinos. Las encuestas lo respaldan. Es el mediodía del 11 de mayo de 2011, y lejos está de imaginar lo que le esperará esa tarde: su primer descalabro en la contienda presidencial.

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Blanca Alcalá Ruiz viaja a bordo de una camioneta de lujo con dirección a la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Es el mediodía del viernes 29 de abril del 2016. Encuentros tersos con cámaras empresariales hacen suponer a la candidata priista a la gubernatura que el de hoy, con universitarios, será un foro similar.

Lejos está de imaginar que, metros adelante, en las afueras de la universidad privada, un grupo de 50 manifestantes, todos jóvenes, aguardan su llegada con máscaras de Mario Marín Torres, el “Góber precioso”, y pancartas que la acusan de corrupción.

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Enrique Peña Nieto se deshace en justificaciones. El violento desalojo de Atenco, dice, se encuentra plenamente justificado. “Tomé la decisión de emplear la fuerza pública para mantener el orden y la paz…”, argumenta. Los universitarios de la Ibero fruncen el ceño. Uno de ellos saca una hoja de papel con el rostro de Salinas de Gortari. Luego otro. Luego cien. “Asesino”, se lee en las hojas. Peña Nieto suda. La tarde se hace gris.

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Blanca Alcalá Ruiz inicia la presentación de su visión de estado. Menos de 10 minutos bastan para que la voz de un universitario interrumpa su discurso. Las palabras serán inaudibles para la prensa, acomodada en un salón distinto al del foro, pero a juzgar por el rostro de la candidata priista no se trata de elogios. Lilia Vélez, moderadora del evento y coordinadora del Departamento de Humanidades de la Ibero en Puebla, pide respeto para la senadora con licencia. Lo hará otras diez veces más a lo largo de la exposición. Afuera, la protesta no cesa. “Que salga, la corrupta”, grita el bloque de jóvenes apostados frente a la UPAEP. “¡Morena, Morena, Morena”, gritarán después.

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“¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!”, retumba en las paredes de la Ibero de la Ciudad de México. Peña Nieto da por finalizada su intervención y sale del salón. Un video en redes sociales retratará, después, el gesto de sobresalto y temor del hoy presidente mexicano, escondido en uno de los baños de la universidad privada. Saldrá caminando a pasos veloces de la institución. Un zapato pasará volando cerca del copete presidencial. “Amarga lección en la Ibero”, dirán los medios esa misma tarde.

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“¿Cómo saber que no eres sólo una cara más del PRI, del PRI de Javier Duarte y Mario Marín?”, inquiere un universitario a Blanca Alcalá Ruiz. “Todos saben que es un partido corrupto”, sostendrá el joven. La candidata priista hará nudos las palabras. “Esta no es una guerra de buenos y malos”, alcanzará a decir. La atmósfera en el salón de la UPAEP es electrizante. Todos lo sienten. Algo sucede. Algo sucederá. Lilia Vélez da por concluida una muy corta sección de preguntas abiertas a los universitarios. El abucheo estudiantil se escucha en micrófonos y grabadoras. Blanca Alcalá Ruiz camina rápidamente hacia la salida. No hay comentarios a la prensa. Afuera la protesta sigue. La candidata sube la ventanilla de su camioneta de lujo. El vidrio no cesa el reclamo: “¡Fuera Blanca! ¡Fuera Blanca! ¡Fuera Blanca!”

“Amarga lección en la Upaep”, podría leerse en los titulares de la mañana siguiente.

 

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