MI VIDA EN BRUSELAS

Por VICTORIA HERNÁNDEZ / heycvic@hotmail.com

 

Durante el imperio azteca, la bebida hecha a base de cacao fue considerada como el alimento de los dioses y todo parece indicar que era un lujo consumirla, a tal grado que sólo personas de la realeza y sacerdotes tenían acceso a esta.

Tras la llegada de los españoles, Hernán Cortes aprendió las costumbres del emperador Moctezuma II y documentó la particular bebida hecha de cacao en sus escritos, sin embargo, no fue hasta que se le agregó azúcar que  se popularizo en Europa, dando así origen al chocolate como se le conoce en la actualidad.

Afortunadamente hoy en día el chocolate es mucho más accesible que en aquellos tiempos y cualquiera que lo desee puede consumir una barra, no obstante hay de chocolates a chocolates.

Aunque México fue el lugar donde el cacao fue descubierto, por alguna triste razón no somos considerados como los mayores productores de chocolate del mundo ni contamos con un chocolate excepcional como el de otros países.  El ejemplo más grande es el de los belgas, tanto así que Bélgica es considerada la capital mundial del chocolate.

Existen más de 2 mil chocolaterías en el país y se producen 172 mil toneladas anualmente.

Bélgica posee un clima frío y además lluvioso que invita a la gente a degustar de un rico chocolate caliente o una barra.

Existen museos dedicados al chocolate donde uno puede ingresar a conocer tanto la historia como ver esculturas que le rinden tributo a construcciones famosas hechas de este delicioso alimento.

También hay talleres especializados donde la clientela puede observar a los chocolateros en acción y aprender a elaborar su propio chocolate.

El praliné y la ballotin, que es una caja de chocolates surtidos de la mejor calidad, son invenciones belgas.

El chocolate en la cultura belga es esencial, desde la niñez la población lo consume y es considerado de buen gusto regalar una ballotin en fiestas y eventos especiales.

Por la ciudad de Bruselas se puede encontrar un sinfín de chocolaterías de diversas marcas que venden desde simple barras hasta pralinés, trufas, ganache, crocante y cualquier otra combinación que uno se pueda imaginar.

Existen chocolaterías  que tienen un sello de aprobación de la monarquía y hay pralinés nombrados en honor a la reina y el rey.

La tierra del chocolate es sin duda el paraíso terrenal para muchos, no existe mayor satisfacción en el mundo que consumir una barra de chocolate de la mejor calidad, hecha como Dios manda.

Nada más hay que recordar consumirlo con moderación, por que hasta el mejor de los alimentos se puede volver un terrible vicio, sino pregúntenle a la báscula.

Bélgica se ha convertido en el paraíso del chocolate, al año se producen 172 mil toneladas y cuenta con museos que enaltecen el sabor del cacao. ESPECIAL
Bélgica se ha convertido en el paraíso del chocolate, al año se producen 172 mil toneladas y cuenta con museos que enaltecen el sabor del cacao.
ESPECIAL

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