SERPIENTES Y ESCALERAS

Por RICARDO MORALES SÁNCHEZ
laserpientesyescaleras@hotmail.com

 

Corre la versión de que ante lo abierta que está la contienda por Casa Puebla, entre el PAN y el PRI, los estrategas del tricolor, se preparan para lo que en el argot político se llama: reventar la elección. ¿Y cómo se logra esto? A través de la violencia.

Existen varias evidencias de cómo los operadores del tricolor dieron indicaciones directas a varios de sus cuadros, sobre todo los jóvenes, de seguir al candidato de la coalición Sigamos Avanzando, Antonio Gali, a donde vaya, para buscar un enfrentamiento con sus seguidores.

La intención de que haya golpes y, si puede, algún muertito tiene la finalidad de establecer los antecedentes necesarios para que se anule la elección.

El PRI ya no va por ganar, va por reventar; esas son las instrucciones directas que el CEN del tricolor le dio a la dirigencia de Puebla: recurrir a todo lo que sea necesario para generar la violencia.

De hecho, la semana pasada comenzaron a llegar los primeros operadores foráneos, los cuales tienen como misión servir como “escuadrones de la muerte” y chocar contra los jóvenes que participan en la campaña de Gali, y si el candidato se encuentra en un evento todavía mejor.

Los “kamikazes” son jóvenes del Distrito Federal y del Estado de México, los cuales se han dividido en brigadas por los siete distritos locales de la capital y en la zona conurbada. Se trata de que si hay un enfrentamiento, se dé en donde pueda reproducirse rápidamente por todo el país.

“Si no podemos ganar, lo que si podemos hacer es reventar”, se le escucha decir a un operador priista en diversas ocasiones. Y es que la instrucción es que el proceso llegue a la mesa del Tribunal Federal Electoral, el cual, quedó claro, está en manos de Beltrones y el PRI.

El PRI va por el todo: también dentro de la estrategia está incrementar, después del debate, la “guerra de lodo” contra el candidato Antonio Gali; no darle tregua, desquiciarlo y, si se puede, que alguno de los miembros de su familia caiga y “se enganche” en alguna provocación. ¿Les funcionará?

 

Los pleitos en el PRI, segunda parte

Quien de plano no aguanta al dirigente estatal de su partido, Jorge Estefan, ni al coordinador general de la campaña, Alejandro Armenta Mier, es el líder estatal de la CNOP, José Luis Márquez Martínez.

El oriundo de Zacatlán de las Manzanas, expresidente municipal de este lugar, exdiputado local, exdiputado federal, exsubsecretario de Desarrollo Social y subcoordinador de la campaña de Javier López Zavala en 2010, de plano no quiere saber nada de estos personajes.

Hace unos días, Márquez le pidió a la dupla Estefan-Armenta, recursos para la operación del sector popular del PRI, los cuales por supuesto le fueron negados al líder.

La respuesta de Márquez Martínez no pudo ser más que contundente: mandó “al diablo” tanto a Estefan como a Armenta.

El dirigente de la CNOP les dijo que no los volvería a buscar y que prefería ir a la Ciudad de México para pedir los recursos correspondientes.

Otro que mandó al diablo, pero al delegado del CEN del PRI, Rogelio Cerda, es el actual delegado del IMSS en Puebla, Enrique Doger Guerrero.

Cerda quiso intimidar a Doger sobre su apoyo a la campaña de Blanca Alcalá, y amagó al expresidente municipal de Puebla con quitarle la delegación del IMSS en la entidad.

La respuesta de Doger, que no se deja intimidar por nadie, fue contundente: “Quítenme la delegación, no me importa. En primer lugar, la posición fue parte de una negociación con Manlio Fabio Beltrones y con el presidente Peña; si ellos me la piden, me voy”. Ésa fue la respuesta de Doger al regiomontano Cerda.

 

De cómo Blanca Alcalá negoció su cuenta

Este capítulo da para toda una columna, pero basta decir que la candidata del PRI a la gubernatura la negoció a través de su amigo Emilio Gamboa, quien giró instrucciones a su amigo Jorge Estefan para que se pusiera en contacto con Eukid Castañón y David Villanueva Lomelí.

Los priistas que hoy tanto se dan golpes de pecho son adictos a las negociaciones, pero eso, eso –como dice La Nana Goya– es otra historia.

 

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