Si uno mira con cuidado, más allá de las porras y el confeti; sin engancharse en las acusaciones plagadas de adjetivos estridentes y, en un ejercicio meramente práctico, con base en las actitudes y las palabras del dirigente nacional del PRI, se advierte que Manlio Fabio Beltrones ha ido preparando, desde hace por lo menos un mes, la justificación a la derrota que se avecina en Puebla para su candidata Blanca Alcalá.

El sonorense, aspirante a la candidatura presidencial de su partido y, en los últimos casi 10 años protagonista de la vida parlamentaria del país, viene trabajando, con cuidado y en chispazos que lo desnudan, la retórica que le permitirá repartir culpas en el caso del proceso poblano y otros más. Ha escogido el camino más fácil para deslindarse de las fallas.

Manlio Fabio Beltrones, quien fue senador en las LX y LXI legislaturas (2006-2009 y 2009-2012), y después ocupó una curul en la Cámara baja y la coordinación de su fracción en la LXII Legislatura (2012-2015), ha encontrado su exculpación en dos elementos claros, los que conoce bien y de los que, al menos en uno, fue protagonista: la baja popularidad del presidente Enrique Peña Nieto, la más raquítica de la historia con alrededor de 30 por ciento de aprobación, y la ola negativa en la popularidad de éste y del PRI, que generó el aval de las reformas estructurales, en la primera mitad del sexenio.

Ha escogido echarle la culpa al Presidente de la República de las derrotas, así además busca ocultar los yerros de las caóticas campañas de los candidatos que seleccionó él mismo, como en el caso de Alcalá, en donde influyó también su “hermanito” Emilio Gamboa, el coordinador de los senadores del PRI.

Sí, el ex gobernador de Sonora participó directamente y con éxito en la negociación con las bancadas opositoras para el aval de las reformas energética, laboral, en telecomunicaciones, educativa y político-electoral, y ahora le viene muy bien encontrar en ellas un elemento para repartir culpas.

Los pretextos le sobran al presidente del tricolor, para deslindarse.

El temido y mítico Don Beltrone reconoce también en la altísima desaprobación al gobierno de Peña y su “pésimo manejo de la economía”, una oportunidad para no llevarse todas las culpas.

Su intención quedó ya tan manifiesta, que este lunes no estuvo presente en la conferencia de prensa que, en la Ciudad de México, presidieron la secretaria general, Carolina Monroy, y el representante ante INE, Jorge Carlos Ramírez Marín, para abordar el caso Puebla.

El presidente del CEN del PRI, quien en sus visitas a Puebla, incluida la más reciente del sábado pasado en Tepeaca, se ve tibio y sin el entusiasmo triunfalista que derrocha en otras entidades, ha encontrado que la derrota en Puebla puede explicarse también en la falta de apoyo y obstáculos que le puso su hoy adversario en la carrera presidencial de su partido, el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Con base en esos elementos, Manlio construye la justificación del naufragio en Puebla y, con el ‘yo no fui’, ya ha dejado ver la argumentación que, con seguridad, planteará a sus seguidores, militantes, y a la propia abanderada Blanca Alcalá.

En una entrevista publicada el pasado 21 de mayo en la revista Proceso, Beltrones adelanta:

“Hoy el presidente (Peña) y su partido (PRI), responsablemente, sacrificaron su popularidad a cambio de las reformas que ayuden al país. Los resultados están a la vista.”.

Manlio Fabio, junto con Emilio Gamboa -padrino de Alcalá-, uno desde la Cámara baja y el otro desde el Senado, como coordinadores parlamentarios, negociaron y consiguieron que los votos de la oposición se sumaran al aval a las reformas estructurales, sobre todo las que requerían la votación calificada por ser reformas constitucionales. Todo esto, durante la primera mitad del gobierno peñista.

Sin embargo, ese mismo Beltrones, dos años después, se escuda en el costo político que éstas arrastran, para alegar por qué su optimista pronóstico de que ganaría en 9 de las 12 elecciones de gobernador en disputa, no resultará.

Esas reformas, dice, “que están trasformando a México”, no tienen “todavía el nivel de aprecio… y a su gobierno no ha impactado favorablemente”.

Con la información que hoy se tiene a la mano, si el PRI de Manlio triunfa en 7 estados, será ya un muy buen resultado, aunque en términos estrictos, es una derrota para su partido, que actualmente gobierna nueve de esas 12 plazas.

El sonorense no se irá solo con la culpa de los fracasos este 5 de junio, principalmente el de Puebla. Para repartir los negativos, Beltrones tiene justificantes, algunos reales otros maniqueos, y así lo ha venido fraguando.

Está de moda echar la culpa al presidente Peña Nieto de las ineficiencias propias. No es políticamente honesto ni correcto, pero sí es el camino más fácil para empezar a deslindarse de las derrotas.

¿O me equivoco?

 

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