Habla de todo sin temor ante la grabadora. No se mide, se extiende. No titubea, confirma. Es amigo de Manlio Fabio Beltrones y fue amigo de Mario Marín. A uno lo respeta y lo quiere, al otro ya lo olvidó. Metido en el proyecto de Tony Gali, candidato de cinco partidos a la gubernatura, Fernando Morales Martínez sale en defensa de su padre –don Melquiades, exgobernador de la entidad– y pide respeto para él. En la primera de dos partes de esta entrevista concedida a 24 Horas Puebla, el exdirigente estatal del PRI que más victorias ha tenido en los últimos años señala a los traidores –“a los verdaderos”– y dice que es y seguirá siendo priista
Por Mario Alberto Mejía
¿En qué momento empiezan tus diferencias con los priistas o con la cúpula del PRI?
Después de la elección del 2012. Y eso es algo que no entiendo. En el 2010, Alejandro Armenta era el presidente del partido y perdió la elección de gobernador. Después llegó Juan Carlos Lastiri. A él no le tocó elección. No lo podemos calificar. Después llego yo, Mario Alberto, y ganamos doce diputaciones federales, dos senadurías y la Presidencia de la República. Ahí están los números.
En respuesta a tu triunfo, varios priistas piden tu salida.
En efecto. Llega el 2013 y llega Pablo Fernández del Campo (al liderazgo estatal del PRI). De tener 115 municipios pasaron a tener 78. Perdieron. Y de tener 16 diputados pasaron a tener 9 con todo y pluris. Se va Pablo Fernández. Derrotado. Llega la exdiputada Ana Isabel
Allende. Algunos dicen que ganó en el 2015. Yo no sé qué ganó. Si tenías 12 manzanas y después tienes 9, pues perdiste, ¿no? Había 12 diputados federales y hoy hay 9. ¿Cuál es el gane? Se perdieron 3. Y, bueno, habría que preguntarnos en qué condiciones se ganaron Atlixco, Ajalpan e Izúcar de Matamoros. En pocas palabras: el PRI de Isabel Allende en realidad ganó 6 distritos.
¿Quién traicionó a quién? El único que ha dado resultados como presidente del partido es al que cuando se gana la elección de Peña no le ofrecen ni un trabajo. Y lo único que aspiraba era a volver a ser candidato a diputado federal por mi distrito. Llegué con mis encuestas bajo el brazo demostrando que era el único que podría ganar en Ciudad Serdán y me grillaron entre todos para que no fuera candidato.
¿Quiénes te grillaron?
Toda la cúpula. Los grupos de Lastiri, de Mario Marín… Todos intervinieron porque decían que yo no tenía que ser.
¿Qué argumentaban?
Que tengo una amistad con el gobernador Rafael Moreno Valle. Ése fue el argumento. Yo les conté: “¿Traición al PRI? Si cuando el gobernador estaba y yo era presidente del partido gané casi todo”. Yo no traicioné a mi partido, pero tampoco traicioné la amistad de Rafael. Él es mi amigo de un punto para acá. De su casa pa’ dentro. En ese momento éramos contrincantes políticos. Y después me acusaron a mí de que tenía una cercanía. Y sí, claro, tenía una amistad, la cual agradezco, porque se ha construido en muchos años. Tú sabes la historia, Mario Alberto.
Sí. Claro. Se dio después de un periodo muy crítico de tu parte hacia él.
Un periodo crítico, de diferencias. Con mi propia inmadurez. Al cabo del tiempo fuimos madurando los dos, tanto en lo emocional, como en lo personal, como en lo político. Nos conocimos muy jóvenes. Hoy tenemos una gran relación. Eso no lo puedo negar. Y ése fue el problema para los priistas: que era amigo del gobernador.
¿Tuviste la oportunidad de debatirlo?
Lo hice con algunos, pero ellos al final pusieron a una candidata que terminó perdiendo la elección. Las exclusiones no sólo me han tocado a mí. Eso es lo grave. Lo que ellos no perciben es que yo soy solamente una voz de las miles de voces de priistas que han sido ninguneadas. Hay muchos líderes sociales, líderes campesinos, líderes sindicales, líderes de comerciantes, de ambulantes, que siempre militaron en el partido y hoy no son tomados en cuenta. Por eso el PRI en el ámbito local es un partido cada vez más chiquito.
Ahora te critican porque has sido funcionario en el gobierno de Moreno Valle.
Así es. ¿Pero ellos cuándo me invitaron? Yo acepté un trabajo en este gobierno porque a pesar de lo que muchos quisieran pensar, yo le tengo que dar de comer a una familia. Yo no me puedo quedar acostado en mi casa dos años. No soy hijo de Donald Trump. Yo tengo que trabajar. Y ahora dejé ese trabajo para incorporarme con Tony Gali en función de una amistad y porque creo en su proyecto. Nunca me hablaron del partido para decirme: “Oye, ¿quieres participar? Te invitamos a un evento”. Nunca me invitaron.
AGRAVIOS, TRIUNFOS Y TRAICIONES
Vayamos a 2010.
Tú participaste en la campaña de Javier López Zavala a la gubernatura.
Sí.
López Zavala se quejó al final de que hubo varios traidores. Entre los nombres que ha mencionado no apareces tú, pero sí Blanca Alcalá y Enrique Dóger.
Javier López Zavala tuvo su momento y sus circunstancias. Yo quisiera pensar que Javier, que es buen hombre, que es mi amigo, a lo mejor no fue tan traicionado. A lo mejor sí es una traición: se bajaron muchos brazos en esa elección. Y obviamente nadie se dio cuenta del daño que le hacían, no solamente a Zavala, sino al partido. Porque hoy finalmente llegó un gobernador que ha demostrado su eficacia y eficiencia en todos los sentidos. No podemos negar que Puebla está transformada.
¿Te costó trabajo sacar la elección de 2012?
Yo como presidente del partido cumplí. Aunque algunos no merecían ser ni candidatos ni merecían ganar. Cuando lean estas líneas sabrán a quiénes me refiero. Sabrán quién son esos que fueron candidatos a senadores y diputados que no merecían ni siquiera ganar. ¿Quién sacó la cara por ellos en el momento de la elección? ¿Quién los ayudó para que pudieran ganar? Y ahora me tachan de traidor.
Di nombres, Fernando.
Por ahora no. No tiene caso.
¿Ellos y ellas saben esto que dices?
Claro que lo saben.
¿Supieron de tu intervención?
Ellos y ellas saben que intervine para ayudarlos. Era mi obligación como presidente del partido.
“Para ayudarlos”… Suena como si los hubieras rescatado de la derrota.
(Risas).
¿O sea que tú fuiste un factor de su triunfo?
Sin duda. Sin duda. Y no es petulancia. Ahí están los resultados. Suponiendo que Jorge Estefan gane la gubernatura, pues va a ponerse un puntote. Será un mejor presidente del partido que yo. Sin duda. No es cualquier cosa recuperar la gubernatura de Puebla. (En realidad yo sé que eso no va a suceder).
Dicen que eres un cero a la izquierda.
Y no puedo permitir que se metan conmigo. Y lo dice hasta quien yo creía que era mi amigo: Alejandro Armenta. Me extraña de él.
¿Eran amigos?
Somos. Yo considero que es mi amigo. Si era tan cero a la izquierda no sé cómo se alió conmigo para ser candidato al Senado. Era mi compañero de fórmula. Si yo no representaba nada no sé pa’ qué se unió conmigo. Yo lo respeto mucho y espero que esté leyendo esta entrevista para que sepa que le tengo un gran cariño. A lo mejor se malinterpretó su declaración. Tanto éxito tuvimos como aspirantes al Senado que no nos podían bajar. Finalmente negociamos que yo fuera el dirigente del partido y que él fuera el coordinador estatal de la campaña presidencial. No quisiera pensar que Armenta también ya entró en la paranoia que tienen algunos compañeros en el PRI.
¿Quién más traicionó a quién, Fernando?
El grupo de Marín. Quisieron tener el dominio de este estado y yo creo que no se han perdonado haber perdido en el 2010. Han querido mantener el poder, pero a costa de seguir excluyendo. La verdad es que Blanca Alcalá también entró a esa dinámica. Yo veo a la candidata del PRI muy sola. Si bien no es una mujer mal intencionada –es una mujer a quien respeto. Alguna vez me acompañó a mi registro– no es una mujer de decisiones.
¿Te llegó a invitar a su proyecto por la gubernatura?
Nunca me invitó. Hoy la veo rodeada de gente llena de veneno. Gente que no se cansa de decir cosas, de hablar mal de todos.
¿A quiénes te refieres?
Al presidente del partido (Jorge Estefan), por ejemplo. Y mira que él y yo tuvimos muchas pláticas y muchos acercamientos en el 2012. Está desbordado en criticar al gobernador y en criticar a todos. No quisiera pensar que ya se están curando en salud de la derrota. No quisiera pensar que, como siempre, ya están administrando la pérdida de la elección y se están preparando para decir: “No perdimos. Nos traicionaron”. Así lo veo. Como dirían los jóvenes de hoy: “ternuritas”. (Risas). Que se concentre en la campaña la señora. Que se dedique a hacer campaña. Que el presidente del partido no pierda el tiempo descalificándome. (Risas). Ya se están preparando para decir: “Perdimos porque los Morales nos traicionaron”.
“RESPETEN A MI PADRE”
¿Cómo has visto el trato que le han dado a don Melquiades?
Aquí sí quiero ser muy claro y específico. Hay algo que a mí en lo personal me duele. ¿Por qué primero le dieron el lugar a Mario Marín? Cuando salió Alcalá de candidata se fue a placear a Mario Marín, ¿no? Ah, pero cuando se les viene la cubeta de calabaza, terminaron escondiéndolo. Y ahí sí: “Oiga, don Melquiades, venga con nosotros”. Quieren lavarse la mierda que se embarraron con Marín sacando a mi padre. Y mi padre es un hombre tan institucional, que ama tanto al PRI, que ahí estuvo haciéndole un evento a Blanca Alcalá. Lo único que no permitiría es que llamen a mi padre traidor, porque él siempre se ha mantenido dentro de su partido a pesar de que lo han ofendido y de que lo han humillado.
¿Sigues hablando de política con tu papá?
En este momento ya menos porque él me lo dijo claramente: “Yo soy priista y voy a apoyar a la señora”.
Pero él respeta tus posiciones.
Por supuesto. Lo que no puedo entender es que hoy los priistas me van a acusar con él: “Ay, licenciado Melquiades, es que su hijo está metido en contra de nosotros”. (Risas). Ya tengo 45 años. Mi papá no me va a decir: “Ven, ven, m’hijito” o “a fuerza tienes que ir con el PRI”. Yo voy donde me valoran, donde estoy construyendo.
¿Sigues siendo priista?
¡Pero por supuesto! Yo soy priista. No les voy a regalar mi militancia. Han sido muchos años de trabajo, esfuerzo y de militancia comprobada. Reto al señor Estefan y reto a Blanca a que demuestren más carrera política que la mía. En el partido, ¿eh? Porque yo no he estado en la meritocracia. La meritocracia es estar en los cargos del gobierno como funcionarios. No. Quiero que me digan cuántos cargos de partido y cuántos años de su vida le han dedicado al partido. Yo le he dado mi vida al partido y hoy se la doy a mi familia, a mis hijos, a quien me valora. En este momento quien me valora es el candidato Tony Gali. Yo no me he afiliado a otro partido. Lo estoy apoyando como a un candidato ciudadano y así lo voy a seguir haciendo. Espero que mi partido recapacite.
EL FACTOR BELTRONES
¿Cuántos años tienes de conocer a Manlio Fabio Beltrones? ¿Cómo lo conociste?
Lo conocí en los años 90 cuando yo empecé a hacer unos cursos en la Ibero de México. Cursos de integración política. Ahí conocí a gente cercana a Genaro Borrego, que era el dirigente del PRI. Luego me voy a trabajar al partido. Llego con Héctor Hugo Olivares. Ahí estaban Sami David, Tulio Hernández, Roberto Madrazo y Manlio. Luego me vinculo con Sami. En ese tiempo era gobernador de Sonora Manlio Fabio Beltrones. A mí me toca acompañarlos cuando se muere Luis Donaldo Colosio. Desde entonces conozco a Manlio. Es un estadista al cual admiro muchísimo. Lo admiro y lo quiero mucho.
¿Se hicieron amigos con el tiempo?
Yo considero que sí. Es hombre de una sola pieza. El mensaje que yo le puedo decir a mi amigo es que si él tiene que actuar en función de las presiones de los priistas poblanos, que lo haga. Es su chamba. Pero la relación personal, ésa nunca se va a perder, Mario Alberto.
¿No has dejado de platicar con él?
Por obvias razones no lo he podido ver últimamente, ¿no? Pero siempre le he hablado.
¿Él supo que te cerraron las puertas para ser candidato?
Claro. Claro que lo supo.
¿Qué opinó?
Al gran estilo de Manlio, solamente respiró profundo y frunció el ceño. Entre políticos profesionales entendemos cómo son las cosas ¿no?
¿Le comentaste que te ibas a trabajar al gobierno de Moreno Valle?
Sí.
¿Y qué te dijo?
Que le daba tristeza, pero le expuse mis razones: “Oiga, jefe, llevo año y medio sin chamba. No tengo un futuro. Lo menos que pudiera darme mi partido, no me lo está dando. Me lo está regateando. Aparte, con una candidata de risa, eminentemente berrinches, ¿qué me quedo a hacer aquí?”. Evidentemente le dije: “No me voy a ir del partido”.
Continuará