López Malo y la guerra sucia
Se había vendido como un político de altura. Alejado de los golpes bajos y la pipitilla que lucra con los errores del contrario. Lo suyo, decía, era cuadrar números, las finanzas.
Sin embargo, José Antonio López Malo Capellini, secretario de Finanzas del Comité Directivo Estatal del PRI, resultó toda una fichita. Más bien, una fichota. Y negra. Tan negra como la guerra sucia que ha impulsado contra el candidato de la coalición Sigamos Adelante, José Antonio Gali.
Sí, así como lo lee usted: el secretario del Desarrollo Económico, Trabajo y Competitividad en el sexenio de Mario Marín Torres fue hallado como el responsable de la nefasta guerra de lodo sintetizada en 12 toneladas de propaganda contra Gali, que pagó por orden de Edgar Chumacero, yerno y secretario particular de la candidata del PRI-Verde-Encuentro Social, Blanca Alcalá Ruiz, y Minerva Sánchez, una persona que le es muy, muy cercana a este último.
La trama es sencilla: ante los morenovallistas, a quienes buscó desesperadamente para evitar ser víctima de una vendetta, juró y perjuró que actuaría siempre con respeto, prometió ser interlocutor y hasta ofreció “servicios extra” de “apoyo”.
Una simple revisión de la guerra sucia contra Gali sacó a relucir una serie de traspiés y huellas evidentes que llevaron hasta la oficina del secretario de Finanzas priista. Ahí, entonces, se comprobó que López Malo no sólo fue mentiroso sino que jugó un juego muy peligroso: pegar y esconder la mano.
Pero ese es su estilo. Cuentan que, como secretario marinista, López Malo Capellini le tomó el pelo a más de un empresario y abogado laboralista, a quienes prometía jugosos negocios a costa del erario.
El sujeto de marras también es famoso por ser el principal operador de las tramas financieras de Jorge Estefan Chidiac, dirigente estatal del PRI. Un ejemplo: el Monexgate.
Hoy, su rol es igual de penoso: limpiacuentas de Blanca Alcalá. Vaya que le ha costado trabajo. Por ejemplo, con el ya célebre helicóptero, no halla modo de tapar las irregularidades salvo falsificar bitácoras.
Lo que el marinista no sabe es que en esta ocasión se equivocó e hizo enojar a quien menos debía por andar patrocinando la compra de propaganda sucia.
En otras palabras, se echó encima a un poderoso enemigo: el operador por excelencia del inquilino de Casa Puebla.
Y ese operador tiene, para maldición de López Malo, tres fortalezas que nadie quisiera en un enemigo: prudencia, paciencia y muchos recursos para cobrar facturas cuando sea necesario.
La lectura es sencilla: traicionó a sus amigos y dinamitó todos sus puentes. Le ganó la ambición.
Tampoco sabe que el PAN interpondrá una denuncia por actuaciones indebidas en los manejos de los recursos del PRI. Ganando Gali no podrá pisar Puebla.
Una historia muy negra para él iniciará el 6 de junio.
Solo es cuestión de tiempo. ¿Será?