Por Guadalupe Juárez

Un vestido naranja, zapatillas color crema y fólder en mano. La diputada federal repasa tras bambalinas sus diálogos, camina, saluda, manda besos.

“Lo mejor está en el seis”, gesticula a un grupo de personas con cartulinas que tienen plasmado el mismo número. Más tarde serán los únicos que la aclamen y que repitan la frase pronunciada una y otra vez.

El discurso del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza, que versa sobre investigar actos de corrupción en su militancia pareciera llevárselo el viento.

A la diputada federal Xitlalic Ceja, quien lleva a cuestas señalamientos por supuestamente utilizar dinero negro en su campaña y la nula atención a sus representados de La Resurrección y San Miguel Canoa, no le molestan las palabras de su líder nacional; sonríe, se acomoda el cabello, repasa sus líneas.

Llega Blanca Alcalá Ruiz. Como si tratara de convencerla de que su distrito siempre estuvo con ella, le señala las cartulinas, guiña un ojo para que aclamen a la senadora.

No fue lo mismo en mayo de este año, cuando la senadora quiso ingresar a la junta auxiliar de San Miguel Canoa. La influencia de la legisladora federal nunca se notó.

Ceja García habría operado de manera deficiente en favor de Alcalá Ruiz en los comicios pasados. En los distritos X y XI, los cuales  coordinó, el aliancista José Antonio Gali Fayad arrasó con una diferencia de 28 mil 547 votos.

Pero el 5 de junio ahora le es ajeno. Ve llegar al nuevo dirigente. Lo recibe. Es la maestra de ceremonias, comienza con un pequeño discurso, su voz no se escucha, el sonido le hace una mala pasada y tiene que comenzar de nuevo.

“Yo también he sido víctima de violencia política”, dice, al asegurar que en su participación como candidata poco importó el perfil y la propuesta realizada.

El argumento es el mismo al cuestionarla sobre los señalamientos de las últimas semana que van desde el dinero negro en sus campañas y compra de votos, hasta la falta de atención a sus representados.

Se suma la fallida operación en favor del tricolor en las pasadas elecciones y la denuncia de actos de corrupción por parte de su marido, Lázaro Jiménez Aquino, por irregularidades en la concesión de permisos a mototaxistas, durante su gestión como ex subsecretario de Transporte en el sexenio de Mario Marín Torres.

“Actualmente las mujeres que participamos en política vivimos muchísimas agresiones y muchísima hostilidad y somos víctimas de difamaciones a las que ni siquiera le he dado el mayor interés, porque una difamación es algo que no entra en ninguna parte de mi vida (sic) y porque no voy a comentar nada de algo que no existe, de algo que no es verdad”, sostuvo más tarde en entrevista sobre la denuncia en su contra.foto2

Inicia la presentación del evento Compromiso por la Eliminación de la Violencia Política contra las Mujeres. Le da la bienvenida a Ochoa Reza, luego desaparece, serán las otras mujeres del presidium quienes continúen.

Sentada, sigue con el fólder en la mano, tacha lo dicho, hace anotaciones. Las porras siguen. Nadie cuestiona el dinero negro, su ineficiencia electoral.

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