La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Los 39 millones de pesos que supuestamente mal utilizó Francisco Castillo Montemayor y que configurarían el delito de peculado, a su paso como secretario de Medio Ambiente del sexenio marinista, son sólo una hebra de su paso por esa administración.

A esto habría que agregarle el mal uso que le dio a Flor del Bosque: un santuario que el ex funcionario que hoy duerme en el Cereso de San Miguel fue el primero en profanar.

Vea el hipócrita lector:

A Flor del Bosque llegaban los más encumbrados políticos del sexenio marinista —encabezados por el gobernador—, así como las viandas y los vinos más sofisticados.

El jabalí era el plato de la casa.

(Mario Marín —narran los asistentes— lo confundía con carnitas michoacanas).

Esas comilonas eran habituales.

Lo mejor —o lo peor— es que Adrián Mejía, administrativo de la Secretaría, tuvo la brillante idea de construir tres cabañas en la parte arbolada del Parque.

Ahí se metían, trastabillando, algunos de los funcionarios que acudían.

Pero no iban solos.

Llevaban, tomadas de la mano, a algunas chicas que eran utilizadas, faltaba más, como carne de cañón.

Ésas son algunas de las anécdotas que se cuentan de nuestro personaje.

Otras tienen que ver con el manejo de los desechos sólidos: una cloaca que está por abrirse.

En ella están implicados más de tres ocupantes recurrentes de las cabañas de Flor del Bosque.

Castillo Montemayor era un auténtico patán con las mujeres que trabajaban a su lado.

Una de sus auxiliares —egresada de la carrera de Química de la BUAP— salió asqueada de los malos modos.

Resulta que cada vez que entraba al baño, Castillo Montemayor dejaba la puerta abierta y soltaba los sonidos más desagradables.

Desde ahí le decía a la pasante lo que tenía que hacer.

Luego se levantaba y entre aspavientos seguía dando instrucciones.

Nuestro personaje justificaba su tonito norteño para recurrir a todo tipo de palabras.

Eso era el pan de todos los días.

Un tarde la pasante dejó de acudir a la oficina asqueada de la parafernalia de quien —en una comparecencia oficial— llamó “pendejos” a los diputados.

Por cierto: el promotor del desplegado nacional a su favor es un antiguo socio que resultó muy beneficiado del impoluto ex funcionario.

La historia, la próxima semana.

 

La Doña e Mobile

Ana Teresa Aranda no se recupera de haber quedado en último lugar de la contienda por la gubernatura.

Ahora, olvidando que ya no es panista, pide piso parejo desde su cuenta de Twitter y ataca a la menor provocación a Martha Érika Alonso.

Lo suyo ya es un mal genético pues no caben en su cabeza dos cosas: la espantosa derrota electoral y su mal pagada adicción priista.

(Como el lector recordará, Carmen Salinas le quitó de último momento su lugar en la lista plurinominal en la elección de 2015).

Un tapón de Twitter fue suficiente para que la marinista  —también llamada la Dama de las Maletas— se quedara sin palabras.

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