La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Las semejanzas entre Andrés Manuel López Obrador y Benito Juárez son brutales.

Cuando menos el primero quiere ser la continuación del segundo.

Y vaya que se empeña en eso.

En el segundo tomo de la biografía sobre Porfirio Díaz (Editorial Debate, México, 2018), Carlos Tello Díaz revela pasajes claves sobre la personalidad de ambos.

“Juárez era rencoroso, a diferencia de Díaz, y Díaz era vanidoso, a diferencia de Juárez”, dice en el contexto de una virtual ruptura —la primera— entre ambos.

(AMLO ha dicho que perdona, pero no olvida. Es decir: su rencor tiene memoria. Excelente memoria).

El arranque del segundo tomo es de antología:

Al término de la guerra  contra la Intervención y el Imperio, Díaz quiere irse a vivir a Veracruz, lejos de Juárez y su gobierno.

Al mismo tiempo, el Benemérito plantea una elección —para reelegirse por supuesto— y una consulta popular para fortalecer el poder ejecutivo.

La idea es restarle atribuciones al Congreso y fortalecer la Presidencia de la República.

Lo curioso es que busca cambiar la Constitución por encima del Poder Legislativo.

Es decir: consultando al pueblo bueno.

La violación de la ley es clara.

El único que puede cambiar la Constitución es el Congreso de los diputados, pero a Juárez eso no le gusta.

Desconfía de los legisladores porque en su momento buscaron quitarle la presidencia.

Un voto marcó la diferencia.

Digamos que para Juárez, el Congreso significaba la Mafia del Poder.

¿Quién mejor que el pueblo bueno y desinformado para decidir sobre el futuro de la Nación?

Uno de los puntos centrales de la consulta era darle al presidente la facultad de vetar las resoluciones de los legisladores que no contaran al menos con dos tercios de los votos.

Los diputados de Morena en Puebla tendrían que leer este libro de inmediato para saber cómo San Benito —inspiración de San AMLO— quiso cambiar el régimen de una manera brutal.

(Ellos que tanto se quejan de los “vetos” del gobernador Gali, tendrían que conocer el origen de esa facultad).

Gracias a la presión popular, y de Porfirio Díaz, Juárez no se salió con la suya y tuvo que enviar la iniciativa que fortalecía al Ejecutivo al odiado Congreso.

Ahí le aplicaron la congeladora y durmió el sueño de los justos varios años después.

Cuando la aprobaron, Juárez había muerto y ya gobernaba Porfirio Díaz, quien resultó ser el principal beneficiario de la reforma juarista.

En esta historia, faltaba más, Juárez también se enfrentó a la prensa “fifí”, representada por Vicente Riva Palacio (La Orquesta), Manuel María de Zamacona (El Globo) y José María Castillo Velasco (El Monitor Republicano).

La historia se repite vertiginosamente.

Ufff.

 

 

La Animación Cultural en Puebla

 

David Villanueva, auditor superior de Puebla, es un verdadero animador cultural.

Gracias a su convocatoria logró lo que parecía imposible: conformar el capítulo Puebla del Seminario de Cultura Mexicana.

La idea del seminario es agrupar a académicos, poetas, pintores, músicos y novelistas, entre otros, para crear una conversación pública que atraiga y que propicie otras conversaciones.

El jueves pasado, contando con las presencias del gobernador Gali y la presidenta del Seminario nacional, se echó a andar el capítulo Puebla.

Ya fue un primer logro sentar en una misma mesa a personajes tan disímbolos y tan brillantes como el pintor José Lazcarro, los escritores Fritz Glockner, Víctor Roberto Carrancá y Pedro Ángel Palou (a la distancia), el poeta Miguel Maldonado, y los promotores culturales —y también poetas— Anel Nochebuena y Miguel Andrade.

Sólo David podría lograr lo que vimos el jueves.

Con él, la animación cultural en Puebla goza de una gran —cabal— salud.

 

 

En Memoria de una Mujer Excepcional

 

Sandra Aguilera nunca dejó de sonreír.

Así la conocí y así la vi la última vez.

Siempre generosa, Sandra le daba vida a las conversaciones que un grupo de amigos teníamos con el brillante Miguel Ángel Rodríguez —su amado esposo— y Miguel Valtierra —su amado hijo.

Ahora que supe que había fallecido pensé que el mundo pierde una sonrisa básica, elemental, llena de vida.

Descanse en paz la siempre querida Sandra: educadora sin par en América Latina y mujer generosa y admirable.

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