Los Guisantes de Mendel
Por: Víctor Florencio Ramírez Cabrera / @vicfc7 

Toda crisis es una oportunidad, reza una máxima de los optimistas. No soy uno de ellos, pero coincido. El caso del desabasto de combustibles es una oportunidad, por lo menos de aprender y de redefinir prioridades como país.

Aquí algunas de las lecciones (no de mi autoría, sino colectadas):

  1. Por seguridad no mantengamos monopolios innecesarios o no naturales. Si fallan, todos se jodieron.
  2. Si es posible generar mercados con cadenas de suministro totalmente independientes entre sí, no solo presionarás los precios hacia abajo, también generas opciones que abonan a la seguridad.
  3. Tener trasnacionales dentro del país no necesariamente genera abusos o pone en riesgo la seguridad, sino que al contrario (revisen el caso Mobil, continuaron suministro sin subir precios).
  4. A monopolios más poderosos, como Pemex, población más expuesta a riesgos.
  5. No juegue a los dados con lo básico. A las decisiones más innovadoras o radicales, les debe corresponder mejor planeación; como el método científico, mayor control de variables. Las decisiones fuertes deben apoyarse en ese modelo. Como ejemplo, aunque son casos distintos, podemos comparar el cierre de Luz y Fuerza con el plan contra el robo de combustible. Ya sabe usted cuál dejo sin servicio a la gente y cuál no, ya sabe entonces cuál estuvo mejor planeado. 
  6. El uso de la tecnología puede facilitar las cosas o evitar complicarlas: hay herramientas tecnológicas para acabar con el robo de combustible ya probadas en el mundo. Parece que se fueron por una opción que resultaba sencilla de implementar, las afectaciones fueron mayores.
  7. Las fechas son importantes para aplicar operativos. Nadie vende árboles de navidad en abril. Este se hizo en una fecha de alto consumo de combustibles (por el traslado de vacacionistas o visitantes en fiestas) y ya vio el resultado.
  8. Pero la más importante es que tenemos que migrar a un modelo de movilidad y transporte menos endeble.

Hace algunos años escuché a un funcionario público decir que el modelo de hidrocarburos era el más ineficiente de todos: tenías que sacar de en medio del mar o de sitios específicos el petróleo, transportarlo cientos de kilómetros para procesarlo, fraccionarlo, volver a transportarlo cientos de kilómetros para venderlo ¡transportarte para adquirirlo! y ya entonces usarlo. Todo este proceso usa energía, gasta mucha energía.

Hay modelos que pueden ser más eficientes como el eléctrico y el de hidrógeno. Generar electricidad u obtener hidrógeno puede hacerse casi en cualquier sitio, almacenarlos también y eso hace menos endeble nuestro sistema de transportación, cuando requiere energía en motores.

Por eso es importante la migración a renovables y aplicarlo en movilidad, como la interconexión de las grandes urbes del país con trenes eléctricos, cambiar la combustión interna a sistemas eléctricos en los medios de transporte urbano y electrificar los autos particulares.

¿Qué es caro? Sin duda, pero no hay energía más cara que la que no se tiene o no se puede aprovechar. Será más caro como país, sociedad o individuos no atender las emergencias o riesgos a los que el actual sistema nos mantiene expuestos.

Por cierto, tanto en el sector eléctrico como en hidrocarburos hay robos de energía que pagamos todos los usuarios (el huachicoleo y los diablitos se nos cargan en las facturas) pero entre más pequeños son los sistemas, menos susceptibles al robo y pérdidas son. Migrar a sistemas pequeños es limitar las pérdidas.

Los telómeros

No se equivoquen: el desabasto no es un problema de ideología, aunque es un hecho (estadísticamente comprobado) que los sistemas monopólicos y estatistas son más vulnerables al robo, corrupción e inoperancia. Es parte de lo que los economistas llaman “la tragedia de los comunes”.

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